HERMANA GUADALUPE RODRIGO

Testimonio en primera persona del horror y el dolor de la guerra en Siria

Pertenece a la Congregación religiosa del Verbo Encarnado de Mendoza y vivió cuatro años en Alepo padeciendo la tragedia de Medio Oriente, pero al mismo tiempo la alegría y la esperanza de la gente de una ciudad destruida.

La historia de la hermana Guadalupe Rodrigo es digna de ser escuchada.
En el año 1996 fue destinada a una misión de Medio Oriente y estuvo en distintos países de aquella zona hasta que en el año 2011 llegó a Siria,  propiamente a la ciudad de Alepo, en la que tiempo después se desató la guerra y en la que vivió durante cuatro años.
En una misión intensa vivió desde adentro la tragedia y el dolor, moneda corriente de la guerra.
“No es como nada de lo que ves en una película o lo que te cuentan, lo tenés que vivir”, dice la Hermana Guadalupe, perteneciente a la Congregación religiosa Verbo Encarnada de Mendoza, en su entrevista con Tele Junín.
“El dolor por la mentira alrededor de este conflicto, por llamar a esta guerra, guerra civil, cuando se trató más bien de una invasión a este país en el cual convivían pacíficamente cristianos y musulmanes, cosa rara en Medio Oriente”.
Según la hermana Guadalupe, Siria “es un país tranquilo, próspero, pujante, de gente que ciertamente no se esperaba una guerra y por eso se sufre la situación bélica y la guerra de la propaganda que sirve a los poderes económicos de este mundo”, aseguró.

El dolor y la alegría
Aunque parezca imposible, en la misma tragicidad de lo cotidiano la hermana convivía con la alegría de los habitantes de Alepo.
“A la par de tanto sufrimiento, la experiencia de cuatros años vividos allá fue hermosísima, porque de manera simultánea uno podía vivir el tremendo dolor y una profunda alegría en esa gente”.
Respecto de la situación de la comunidad cristiana en la ciudad, la hermana explicó: “Entre los cristianos fue especialmente difícil ese tiempo, porque no se trataba solo de una invasión, una guerra, sino que estos grupos fundamentalistas buscan acabar con la presencia cristiana y por lo tanto para el cristiano ha sido especialmente difícil este tiempo”.
Asegura que cuando llegó a Alepo “era una ciudad turística muy bonita, moderna, hermosa y verla convertida en ruinas, al menos la mitad de la ciudad que estuvo en manos de los grupos rebeldes, es terrible”.

En el 2014 la hermana Guadalupe tuvo que dejar la misión y  volver a Argentina, por cuestiones familiares, pero el año pasado regresó.
“Visité de nuevo Alepo y pude ver las zonas que habían sido tomadas en la parte oriental, es muy doloroso. El sufrimiento de la gente, de los niños”, rememora.
“Y ahora ver una ciudad liberada, porque el Ejército Nacional Sirio logró liberar la ciudad de los rebeldes pero aún no tienen electricidad, el agua escasea”.

La ignorancia de Occidente y su testimonio
“Cuando salí de allá me sorprendió al venir, la ignorancia que había respecto a esto, no podía creer que el mundo siguiera rodando y rodando en banalidades mientras ocurría esto”, se lamenta. “Los medios provocan esa ignorancia y son cómplices”. 
Pero a pesar de ello, la hermana tuvo la posibilidad hace tres años de comenzar a dar testimonio de su experiencia en Medio Oriente.
“La gente se interesó mucho y me llegaron invitaciones de todas partes. Estos últimos tres años me la he pasado dando testimonio de esto en distintos lugares de Argentina y afuera también”.
Según asegura, “es una nueva misión que se fue dando, no la planeé y dios la dispuso para que así fuera. Lo importante es poder traer a Occidente toda la riqueza de lo que aprendimos, porque estos cristianos que se juegan la vida por su fe nos enseñan mucho. Sobre todo porque en Occidente el Cristiano vive su fe un poco tibia, floja, acomodada con el mundo. Los mártires de Medio Oriente nos dan un sacudón. Es una tarea. Ser portadores de las gracias de los mártires”.

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