JUNÍN, 1944 – BUENOS AIRES, 2018

Adiós a Germán García

Escritor y psicoanalista, autor de la legendaria Nanina publicada en 1968 -convertida en récords de ventas y prohibida durante el gobierno de Onganía por atentar contra la moral pública- cuando tenía 23 años. Un cultivador exquisito de la ironía, políticamente incorrecto, podía nadar como pez en el agua en el arte de incomodar, eso mismo que despabilaba al más dormido, encendía la llama de la lectura crítica y el cuestionamiento del pensamiento propio. Lector incansable, portador de una generosidad intelectual con la que no es habitual encontrarse, así lo supimos apreciar como asesor de la Revista Estrategias de la cual soy la directora y en la que me acompañan Gabriela Rodríguez y Laura Arroyo.
Precozmente partió de Junín hacia Buenos Aires, tenía 17 años. Tal vez esa misma precocidad lo llevó más adelante a ubicar al psicoanálisis entre las vanguardias de nuestro país. Dueño de una vitalidad exuberante, quienes lo conocieron saben que no exagero, su capacidad de trabajo tenía tal intensidad que seguirlo requería un esfuerzo considerable. 

Podía nadar como pez en el agua en el arte de incomodar, eso mismo que despabilaba al más dormido, encendía la llama de la lectura crítica y el cuestionamiento del pensamiento propio

Menciono tres momentos claves del Germán psicoanalista: 1974/1986/2000. Claves porque aluden a tres operaciones fundantes en nuestro país en el campo del psicoanálisis lacaniano: la primera, convocado por Oscar Masotta, fue uno de los firmantes del Acta de fundación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires (1974), las derivas poco felices de esa Escuela no vienen ahora al caso; la segunda, crea el Proyecto Descartes (1986) -del que formo parte- allí desde hace más de tres décadas se enseña, investiga y transmite el psicoanálisis;la tercera, fue impulsor y cofundador del Instituto Oscar Masotta (2000), red federal de enseñanza del Instituto del Campo Freudiano en Argentina; aprovecho a enviarles por este medio un afectuoso saludo a los amigos del Centro de Investigación y Docencia CID Junín, con quienes compartimos el impacto que esta pérdida significa para el psicoanálisis.
En consecuencia, puedo decir de García, lo mismo que García decía de Masotta: “Le gustaban las fundaciones, porque no fundamentaba su autoridad en el poder. Fundaba para autorizarse y se autorizaba en lo que fundaba”.  
Cualquiera que haya recorrido sus textos o haya asistido a sus cursos puede reconocer en ellos un rasgo: su maestría, quiero decir, esa destreza que sólo algunos poseen para el arte de enseñar. Su modo de transmitir el psicoanálisis de la orientación lacaniana se encuentra en las antípodas de la repetición vacía de todo pensamiento crítico.
Antes que finalice el año, y en un alborotado encuentro de pasiones teñidas por la tristeza de su partida, agradezco el pedido del diario Democracia para que realice una semblanza de Germán García, porque hay un bello detalle para recordar y es que fue el diario que publicó su primer poema y porque ahí comenzó el exilio de escribir.

(*) Psicoanalista practicante en la ciudad de La Plata. Miembro del Centro Descartes, de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Jefa de Servicio de Docencia e Investigación del Hospital “Dr. R. Rossi”de La Plata. Directora de la revista Estrategias-Psicoanálisis y Salud mental-.

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