Américo Leytur

Américo Leytur "Pichi"

Nacido futbolísticamente en Defensa Argentina, pasó por Rivadavia de Junín y distintos clubes de la zona.

Nací en Junín en el barrio Nuestra Señora de Luján. Una barriada humilde, de gente trabajadora. En ese tiempo había poco, calle de tierra y lleno de campitos. 

Fui a la escuela número 7. Me acuerdo de Basualdo, que el padre tenía un tipo despensa y vendía milanesa de potro. Íbamos a tercer grado y la maestra lo llama al frente y le pregunta: “Dígame una cosa, para que sirve el caballo” y le contesta: “para comerlo señorita”. Y la maestra le dice: “Pero no sea burro Basualdo” y él le replica: “el burro también se come señorita”. Y era lógico, si en su casa vendían las milanesas. La clase se venía abajo, fue una locura.

Ojo que a mí, mi viejo, me mandaba a buscar milanesas de caballo y era normal en ese entonces.

Aparte de la pelota, al atardecer jugábamos a las escondidas, la bolita, rara vez a las figuritas. Si no había nada. Era todo sano, no había picardía. 

Y había que ayudar en la casa. Yo comencé de chico a trabajar de cadete en Casa Arteta.  Salía a repartir en una bicicleta con canasto. Un día me mandaron a llevar un colchón de dos plazas en la bicicleta, una locura. Hasta las vías del ferrocarril fui bien, pero cuando pasé los rieles  fui a parar al diablo, se desparramó el colchón, un desastre. Aparte los fines de semana hacia de Caddy en el Golf Club para ganarme un mango.

Frente al Club Almafuerte había un campito grande donde la mayoría de los del barrio nacimos futbolísticamente. Íbamos con Velorio Giménez, el Reca Traverso, éramos unos cuantos. Un día pasó Alfredo Julio y se quedó un rato mirando el picado. Pero no se iba. Y cuando terminamos de jugar, enseguida dijo “vengan ustedes tres” y al otro día nos llevó a la Liga Deportiva del Oeste y fichamos para Defensa Argentina. Yo tenía 14 años, Velorio 15 y el Reca andaba por los 16.

En ese momento estaba de técnico Osvaldo Burgos, que en realidad eran delegados porque se los llamaba de esa manera.  Después estaba Salvador Chiaravino con los más chiquitos. 

Pero en realidad nosotros jugamos muy poco en las divisiones inferiores y fuimos a la primera enseguida.

Yo debuté a los 15 años en la primera. Fue en la cancha de Ambos Mundos. Jugaba de 10, pero el día el debut jugué de puntero derecho. Hice un gol y ganamos dos a uno.

Salimos campeones en un torneo nocturno que fue todo un suceso, con Velorio Giménez, el  Pelado Fernández, Corriani, todos jugadores que eran mayores.

Había una calidad de jugadores en Defensa que eran unos fenómenos. Me acuerdo de Solís –que no la largaba nunca- después apareció Miguel Ángel Álvarez que fue una cosa de locos.

Me tocó jugar un partido contra El Linqueño y allá estaba Omar Atondo. Yo ya no practicaba mucho, estaba para medio tiempo. Pero no lo podían parar a Atonto y el técnico –Osvaldo Burgos- me pidió por favor que entrara a marcar al Patón.  Y tuve que entrar. Cuando me le pongo al lado, me dice “hace menos de una hora me clavé un sándwich de chorizo”. Le ganamos dos a uno.

Una vez nos llamaron de Sarmiento a mí y al Reca Traverso. Pero yo ya estaba trabajando en Casa Arteta y el gerente era Benfatto, un militar de rango importante, que a su vez era presidente de Sarmiento. Y no me dejó jugar en Sarmiento para no darme permiso a faltar en el trabajo. Un disparate. Quedó Traverso solo, yo me tuve que quedar con ese amargo sinsabor de la nada.

Me fui dos años a Rivadavia de Junín. Tuve la suerte de jugar al lado de Félix Tobalina, un maestro de la pelota.

Hoy no salen tantos jugadores porque desaparecieron los campitos. Y los chicos están en otra cosa.  La play station, el celular, la computadora, la tablet y que se yo cuantas cosas más. Entonces no tienen dedicación exclusiva con la pelota.

Antes si había un campito ocupado, ibas y te parabas en otro y al rato te invitaban a jugar. Eran las 9 de la noche y estabas pateando una pelota. También los clubes están todos fundidos. Hacen lo que pueden. 

Yo la casa que tengo la hice jugando al fútbol. Cuando más plata gané fue en la zona. En Ascensión jugaban los hermanos Azconzábal, la China Ayala, el Negro Pérez Delledone que había estado en Sarmiento. Y después jugué en Rafael Obligado, una gente bárbara que te hacía unas picadas increíbles después de los partidos y además te llenaban los bolsillos. Además jugué en Viamonte y Rojas.

¿Maradona o Messi? Son dos jugadores distintos. En la época que jugaba Maradona era otra cosa y en su momento el mejor del mundo. Pero hoy yo me quedo con Messi.

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