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LA PROVINCIA | ANÁLISIS POLÍTICO DE LA SEMANA

Festejos para unos y pase de facturas para otros

Como las elecciones fueron hace una semana, este espacio debería incluir un balance de sus resultados. Pero la sensación generalizada es que los comicios pasaron hace un siglo. Para la gente, por razones obvias. Sus asuntos y sus preocupaciones, compartidas o individuales, ciertamente no se modificaron con las elecciones. Para los políticos, porque los resultados del veredicto de las urnas sólo vinieron formalizar una realidad política que ya se conocía. Lo cierto es que apenas avanzado el escrutinio, en la noche misma del domingo, cada uno se dedicó a continuar con sus cosas, sobre todo si de objetivos y armados para el 2015 se trata.
De cualquier modo, las elecciones marcaron fuertemente los climas y los “estados de ánimo” en cada sector y, fundamentalmente, profundizaron revulsiones en los sectores derrotados.
En el Frente Renovador, los festejos y la euforia estuvieron en sintonía con una victoria que mostró a su líder Sergio Massa superando por 12 puntos al candidato del oficialismo, Martín Insaurralde, y a los candidatos municipales imponiéndose hasta en bastiones históricos del peronismo donde gobiernan intendentes alineados en el oficialismo nacional y provincial.

Seduciendo radicales

El massismo, con todo, no se demoró en la celebración, decidido a continuar sin pausa en la estrategia de ampliar y “nacionalizar” el armado político con el que debutó en las elecciones bonaerenses. En la línea de este núcleo, el intendente de Tigre -cuyas aspiraciones presidenciales para 2015 pueden encontrarse en sus mensajes y sus movimientos, aunque no las admita-, buscará seguir sumando sectores sindicales, empresarios y, por supuesto, peronistas; pero también, y fundamentalmente, dirigentes radicales. De hecho, en su equipo ya se evalúa la posibilidad de una fórmula presidencial “con un radical del interior del país, en lo posible intendente”.
Las próximas movidas lo mostrarán a Massa, por lo tanto, visitando varias provincias y en encuentros con dirigentes medios -en la línea de intendentes y concejales- “no bonaerenses”.

Libro de pases y cautela

Mientras tanto, uno de los efectos de las elecciones del domingo pasado ha sido un aceleramiento de contactos entre el massismo e intendentes peronistas de la Provincia que ya venían mostrando un profundo malestar con la estrategias y las decisiones electorales -tomadas, en rigor, en la Casa Rosada cuando se definieron las listas de candidatos- o que, derrotados en estos comicios, entienden que fue desde el propio oficialismo donde se propició su caída.
Con todo, el massismo maneja ese capítulo del libro de pases con cautela. Algunas de las “ofertas” para sumarse al Frente Renovador recibidas en estos días no son precisamente las que el sector buscaría, en la medida que provienen de dirigentes a los que considera “desgastados” o directamente “rechazados por la sociedad”. Y los jefes comunales oficialistas que revalidaron título en las urnas el domingo último ha resuelto “esperar hasta que aclare”. Varios de ellos, sin embargo, iniciaron una etapa de profunda evaluación de esa alternativa.

Cruces de culpas y reproches

Como sea, esa onda de “me voy al massismo” - por ahora utilizada como una “advertencia”- es uno de los aspectos del clima caldeado en el que, con los resultados de los comicios, terminó de sumergirse el oficialismo bonaerense, parte medular, por lo demás, de la dura derrota que este espacio sufrió en todos los grandes distritos (capital federal, Santa Fe, Córdoba, Mendoza), en lugares de fuerte simbología (Santa Cruz) y, en suma, en los totales del país.
Un fluido y duro pase de facturas signa, en efecto, por estos días al oficialismo. En el ámbito bonaerense, fue el Vicegobernador quien expresó en público la crítica más áspera, acusando a Insaurralde de haber desarrollado una “campaña frívola y superficial”. Mariotto pareció pero no fue, sin embargo, un fracontirador solitario. Expresó la posición de un sector del ultrakirchnerismo, y las esquirlas alcanzaron al Gobernador, que fue quien impulsó al candidato a ponerse en manos del publicista que creó la cuestionada consigna “MI” y los avisos de tevé.
Sin criticar explícitamente a los responsables de este proceso electoral, el ex intendente de Berazategui, Juan José Mussi, pidió, en tanto, una reactivación del PJ para que los próximos candidatos surjan de la interna de esa fuerza, un reclamo que en rigor encierra la crítica de fondo que comparte buena parte de la dirigencia peronista bonaerense: el manejo de todas las decisiones del oficialismo en las manos de unos pocos, que le dieron espacio relevante al “no peronismo”.
Scioli, por su lado, reaccionó subrayando que él no fue candidato y que la última vez que lo fue -en 2011, cuando resultó electo gobernador- obtuvo el 54% de los votos. Fue su “aclaración necesaria” -incluida en el marco de expresiones en las que esquivó también utilizar el concepto de “derrota” para definir la suerte del oficialismo en las urnas-, antes de continuar avanzando -también él sin pausa- con su estrategia de convertirse en el candidato presidencial del post-kirchnerismo.
Pero también en ese plano se intensificaron los “ruidos” después de los comicios. Un ala del oficialismo ya busca estrategias para pararle a Scioli competidores internos -el entrerriano Urribarri y el chaqueño Capitanich- en el tránsito de ese camino. 

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