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María Eugenia Vidal busca el diálogo como mecanismo para limar rispideces y lograr acuerdos con sectores de la oposición.
LA PROVINCIA

Cambiemos abre el juego y empieza a revisar su estrategia territorial

Ya hablan de habilitar internas en algunas comunas y hay un sugestivo proyecto massista que apunta a Cristina.

María Eugenia Vidal logró su propósito. Impuso la idea de eliminar el componente impositivo de las tarifas de los servicios públicos, luego de reabrir el canal de diálogo con algunos sectores del peronismo que aportaron los votos que le faltan a Cambiemos en la Legislatura.
El trabajoso acuerdo tiene su simbología. Implica, por un lado, la búsqueda de atenuar un aumento que viene pegando duro al bolsillo de los bonaerenses. Por el otro, responde al rol de negociadora nacional que Vidal estrenó hace algunas semanas, en medio del tembladeral que generó la corrida cambiaria.
La Gobernadora había enfriado la relación con Sergio Massa, pero nunca entró en fricción con el tigrense como lo hizo la Casa Rosada. Ahora, la gestión de Vidal permitió que los legisladores del Frente Renovador votaran el proyecto de quita impositiva en las tarifas. Los volverá a requerir para el tratamiento del Presupuesto 2019.
Lo propio hizo con el peronismo dialoguista. No resulta casual la reunión que horas antes de volar a Roma para entrevistarse con el Papa Francisco mantuviera con el influyente senador Miguel Angel Pichetto. Habría que rastrear allí el inicio de los contactos oficiales para acordar cómo se adecuarán las provincias a las políticas de reducción de gastos que se deberán aplicar a partir del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y que, en buena medida, tendrán que quedar plasmadas en el presupuesto nacional del año próximo.
Esos gestos de apertura exhiben a la Gobernadora en un rol que excede sus responsabilidades institucionales. Vidal, en tándem con el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, empujan la necesidad de encontrar acuerdos de gobernabilidad en medio de las turbulencias por las que atraviesa la administración de Mauricio Macri.
Por lo pronto, en la Provincia volvió a despejarse el camino con los intendentes dialoguistas del PJ encabezados por Martín Insaurralde y Gustavo Menéndez. Cambiemos había optado por ellos hacia fines del año pasado para garantizar el número que le falta en la Cámara de Diputados, pero de a poco ese acuerdo empezó a perder fluidez.
El reverdecer de ese acuerdo se exhibió sin tapujos en el Senado. Allí, un legislador afín a Menéndez fue designado en un organismo clave para la designación de jueces como es el Consejo de la Magistratura. Cambiemos le cerró la puerta al kirchnerismo y, en particular, al ex secretario de Seguridad nacional Sergio Berni, quien apetecía el cargo.
Aquellos acercamientos tienen que ver, además, con el escenario que imagina el oficialismo para lo que queda del año en el que predomina un mayor conflicto social.
No en vano en el Ejecutivo tienen decidido enviar el proyecto de Presupuesto en septiembre, con la idea de que se vote, con el concurso de massistas y el peronismo dialoguista, a más tardar en octubre. No pocos dirigentes especulan con un fin de año complejo en las calles. Y cuanto más lejos de diciembre se apruebe, será más fácil de encontrar consensos con el peronismo no K.
Si bien el contenido de la entrevista sigue rodeado de un fuerte hermetismo, Vidal y el Papa habrían hablado de esa cuestión. Diversas organizaciones sociales que trabajan en los barrios carecientes del Conurbano tienen cercanía con Francisco. Varios de esos referentes también hablan con la Gobernadora y cultivan diálogo fluido con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, quien participó de ese diálogo de más de una hora con el Sumo Pontífice.
El oficialismo siente además que se adelantaron los tiempos políticos. Las malas noticias que aporta la economía y el acuerdo con el FMI precipitaron algunas decisiones.
Ya no se esperará a que termine el Mundial de Rusia para arrancar: Cambiemos largará sin más demora un operativo de contención territorial con el que busca ordenar su tropa -en varios concejos deliberantes oficialistas votaron en contra de los aumentos de tarifas- y apuntar al voto propio, en parte desencantado con la marcha del Gobierno.
Hay una tercera fase que aporta novedades. En el esquema de armado electoral que se contemplaba para 2019, Cambiemos había establecido una suerte de blindaje para los intendentes. Se les garantizaba que no tendrían competencia interna como reconocimiento a su liderazgo territorial. Ahora, ese esquema se ha puesto en revisión en sintonía con las necesidades del espacio.
El oficialismo no está en condiciones de despreciar la llegada de dirigentes que puedan sumar. “Si hay alguno que creemos que puede aportar, vamos a habilitar internas”, aseguran.
La primera avanzada será en los distritos del Interior, donde Cambiemos siente que puede recuperar la confianza perdida con más facilidad que en el Conurbano. Allí están pautadas visitas de legisladores provinciales, encargados de un primer rastrillaje.
  El peronismo asiste a la caída de la imagen de los principales referentes del oficialismo, sin poder todavía limar sus propias diferencias. La divisoria de aguas entre el kirchnerismo y la dirigencia que se mueve bajo el paraguas del esquema dialoguista que plantean los gobernadores, quedó patentizada en la reunión del congreso partidario convocado por José Luis Gioja, al que faltó buena parte de los mandatorios.
En esa puja habría que anotar un proyecto que está motorizando Massa a través de sus diputados. Es el que promueve otorgarles potestad a los intendentes para que puedan fijar la fecha de elecciones en sus comunas y separarlas de los comicios de presidente y gobernador.
La jugada reconoce el espíritu de otorgar más autonomía a los municipios. Pero en rigor, apunta a Cristina Kirchner y a dotar a los intendentes del PJ una herramienta para no quedar atrapados por la ex presidenta.
Hoy la mayoría de los alcaldes sigue cerca de Cristina. La senadora mide no menos de 40 puntos en muchos distritos del Gran Buenos Aires y ningún otro dirigente les garantiza semejante caudal.
Si las elecciones son simultáneas, ninguno de ellos querrá salirse del esquema K. Pero si los comicios fueran separados, los jefes comunales ya no tendrían la necesidad de jugar bajo el paraguas de la senadora nacional y podrían, acaso, buscar un nuevo horizonte en otra vertiente peronista. A eso apunta Massa.
Cambiemos, por ahora, prefiere el silencio.

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