Baja la inflación y el riesgo país, existe una leve recuperación económica, los dólares financieros están quietos, se cayó la brecha cambiaria, el blanqueo está siendo exitoso, se frenó el goteo de depósitos en dólares, los fondos de inversión dicen que hay que apostar a la Argentina, bajó la tasa en EE.UU., nos prestan el Banco Mundial y el BID, y encima llovió lo suficiente como para ser optimista respecto a la próxima cosecha, con todo lo que eso implica en materia de oferta de dólares que calman ansiedades. Y como si todo eso fuera poco, el PRO, el radicalismo y el PJ atraviesan importantes crisis internas que complican el surgimiento de liderazgos alternativos competitivos.
Cuando se mira con detenimiento esta serie de sucesos positivos para el gobierno, surge naturalmente la pregunta respecto a si Milei es un hombre de suerte. ¿Qué significa esto? Implica pensar que la fortuna está de su lado y que, por lo tanto, siempre tendrá un plus a favor que no tiene el resto, o que eso predomina por sobre la racionalidad / sensatez de las decisiones y del esfuerzo.
Aquí van mis observaciones después de casi 38 años de consultor:
1. Al menos en política, no existen los “suertudos”, gente a la que se le presentó todo a pedir de boca. No conozco nadie que haya llegado lejos solo gracias a la fortuna.
2. Es absolutamente cierto que en momentos claves la suerte juega a favor de quienes están embarcados en proyectos ambiciosos. Pero va de la mano con un sinfín de decisiones cotidianas tomadas con la orientación correcta.
3. Cuando alguien dice “fulano tiene suerte”, es porque se supone que toma decisiones ilógicas y que sin embargo el destino lo favorece. Es una mirada equivocada. Eso que parece “ilógico”, en realidad está sustentado en una intuición que contradice lo que piensa la mayoría: el personaje ve / siente algo que los demás no ven. Como Alfonsín, Menem o Kirchner.
4. Dicho esto, creo firmemente en “la suerte del campeón”: la pelota que pega en el palo del propio arco y sale, el adversario que se equivoca, etc. Eso significa que el personaje tiene la constelación astral a su favor, los planetas se le alinean. Para muchos podrá sonar estrafalario, pero la astrología sumeria es una ciencia. Me queda claro que mis clientes no han triunfado solo por sus genialidades –que las han tenido, sin duda- sino también porque los adversarios cometieron errores insólitos.
5. Existe a esta altura una importante cantidad de bibliografía respecto a qué condiciones garantizan el éxito, y que nuestro futuro está muchos menos en nuestras manos de lo que históricamente se imaginaba.
Si uno hablase con el presidente, seguramente despotricaría contra los “econochantas” y todos aquellos que han hecho predicciones agoreras que no se cumplieron. Eso lo lleva a hacer gala de la solidez de sus análisis y, sobre todo, de sus ecuaciones matemáticas, con las cuales explica todo lo que sucede en la vida. Concluirá que nada es por casualidad, que todo es causalidad. Coincidiría con Cristina en que “no fue magia”. O como marcaría el dicho popular, “a la suerte hay que ayudarla”.
Hay algo que todo líder debería tener en cuenta, para auto analizarse y para evaluar a los demás: la suerte no es eterna. Muchas veces, aun cuando se haga todo bien, se comprendan correctamente las coordenadas del contexto, si el viento en contra es fuerte, solo se pueden amortiguar las pérdidas o hacer control de daños. Por eso, siempre enseñamos en nuestros cursos que uno no gana una elección porque quiere, sino porque puede.
El presidente liberal libertario es un gran lector del Antiguo Testamento y un admirador de la epopeya de Moisés. La historia del profeta transmite la lógica del “destino manifiesto”, concepto central de la vertiente protestante dentro del cristianismo. Para llevar a cabo las grandes reformas que impulsa, no solo debe ser alguien que está muy convencido de lo que hace, sino que, además, seguramente se siente un “elegido”. En función de muchos personajes históricos que creyeron tener de su lado a “las fuerzas del cielo” –más allá de si eso era o no cierto- probablemente es la única manera de llevar a cabo grandes empresas en todos los aspectos de la vida.
Milei es un presidente fundamentalista, místico y refundacional. Solo alguien así arrancó siendo un polémico y divertido panelista de televisión, y terminó siendo presidente desafiando muchas de las reglas no escritas de la política argentina.
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