Los quesos Il Piatto se manufacturan en una fábrica ubicada cerca de Agustín Roca y son otros productos regionales con una amplia aceptación.
Los quesos Il Piatto se manufacturan en una fábrica ubicada cerca de Agustín Roca y son otros productos regionales con una amplia aceptación.
UNA TENDENCIA QUE CRECE

Los productos regionales van ganando mercado dentro del comercio juninense

Abundan fiambres, lácteos, quesos, cervezas, conservas, alfajores, miel, panificados, helados y otros artículos de Junín y la zona. Los precios, la calidad y un cambio en los consumidores, ahora más abiertos a emprendedores cercanos, explican este fenómeno. Cómo influyen en este escenario las restricciones, y la crisis económica impuesta por la pandemia. El marketing y el posicionamiento de marca son claves para avanzar.

Ingresar a un autoservicio hoy en nuestra ciudad es una experiencia distinta a la de hace algún tiempo. Y una de las diferencias principales está dada, no solo por la variedad y el tipo de productos ofrecidos, sino por el origen de la mercadería exhibida.
Es que, actualmente, se advierte que hay numerosos artículos provenientes de Junín o de la zona y los que históricamente fueron conocidos como productos regionales -por venir de una ciudad o área específica- hoy lo son, en muchos casos, por estar elaborados aquí o en localidades vecinas.
Es así como en las mismas góndolas conviven las grandes marcas nacionales con productos locales.
En esa lista se encuentran, por supuesto, fiambres y embutidos, pero también hay lácteos, quesos, cervezas, conservas, alfajores, miel, panificados, helados y un largo etcétera de artículos provenientes de Junín y sus alrededores.
Se trata de una tendencia que la pandemia profundizó por, básicamente, dos razones.


Por un lado, porque la cuarentena y las dificultades económicas que trajeron aparejadas las restricciones hicieron que no pocas personas pusieran en marcha emprendimientos de elaboración artesanal y, en los casos que ya lo venían haciendo, que profundizaran ese camino.
Y, por el otro, porque la crisis obliga a los consumidores a tener en cuenta otras marcas y productos. Y es allí donde aparecen los regionales.
Al mismo tiempo, se observa otra actitud por parte de los clientes, más abierta a los productos locales y más amigable con los emprendedores de su misma ciudad. Y, en ese proceso, ven que lo que elabora un pequeño productor local puede ser de la misma -o aún mejor- calidad que las propuestas de las primeras marcas.
Y así como segunda marca no siempre es sinónimo de menor calidad, actualmente los regionales ya no son los hechos de manera casera y con poco cuidado, sino que tienen habilitación, se siguen procesos estandarizados y cuentan con medidas de seguridad e higiene exigidas por las autoridades del área. Y eso, el consumidor también lo está valorando.

Qué pasa en los negocios
En los autoservicios, fiambrerías y negocios de proximidad consultados por Democracia coinciden en que, efectivamente, hay una tendencia a valorizar los productos regionales.
“Hay un comportamiento más amigable de los clientes para los que producen acá”, señala un empleado de un almacén. Y agrega: “Se buscan esos productos, con la crisis y la pandemia pareciera que la gente empezó a mirar de otra manera lo que hace el vecino”.
Marcos Benvenuto, propietario del autoservicio Requeterrico, coincide en ese diagnóstico. “Actualmente muchos buscan precios -explica-, por ejemplo, acá vendemos miel de cuatro o cinco productores de Junín, y se llevan la más barata. Pero los locales generalmente tienen buen precio, porque no hay transporte de por medio. Y también buena calidad”.
Benvenuto también tiene la fábrica de lácteos La Piana y quesos Il Piatto, ubicada en las cercanías de Agustín Roca. Es decir que, de alguna manera, observa esta tendencia de los dos lados del mostrador. Y, en tal sentido, advierte que creció la cantidad de emprendedores que ofrecen sus productos: “Hay muchos más. La necesidad de hacer algo propio y de hacer el mango día a día se nota”.
El propietario de otro autoservicio que prefirió mantener su nombre en reserva enfatiza que “el problema es cuando no están registrados, porque esos productos no se pueden vender en un local comercial como un almacén o una fiambrería que tiene los controles lógicos”.
Qué pasa entonces cuando hay en las góndolas un producto regional de acá y otro de afuera: por cuál se inclinan los clientes. Contesta Benvenuto: “Hay de todo. Aunque se ve que los precios son los que traccionan, también hay otros que tienen empatía con el productor local. Como en todo”.

De la cerveza al gin
Hace tres años que Federico Villafañe comenzó con la producción de la cerveza artesanal Subumbra en Junín.
“De alguna manera, la pandemia cambió las reglas de juego, no solo en lo social, sino también en lo laboral, y en el consumo -analiza Villafañe- empezamos a ver más lo que hace el que está al lado nuestro y, en eso, los pequeños y medianos productores tuvimos un envión en las cadenas comerciales locales y aledañas”.
Esto implicó que el cliente ahora considere que lo que hace el productor local puede ser tan bueno como el que viene de afuera, o mejor aún. “Ahí entra el tema del marketing”, afirma Villafañe, para luego profundizar: “Yo formo parte de la Cámara de Cerveceros Artesanales Argentinos y nosotros ahí decimos que las reglas de juego son muy dispares con las grandes multinacionales. Como pequeños productores no podemos desarrollar el mismo trabajo de marketing y ahí perdemos. Y muchas veces nuestros productos son mejores, sobre todo los que estamos registrados y tenemos estándares de calidad”.
En este mercado, es importante lo que hacen los propietarios y empleados de autoservicios y almacenes para ofrecer los productos y “venderlos” para ayudar a los emprendedores locales. Villafañe considera importante aclarar que no se trata de productos que “hacen unos pibes de acá”, sino que son pequeños productores locales “que saben trabajar en la manipulación de los alimentos, con todo en regla, que siguen todos los procedimientos correspondientes, con certificaciones municipales y provinciales, lo que implica que es una verdadera pyme”.
El joven emprendedor cuenta con una línea de cervezas, Subumbra, que se comercializa en Junín y localidades de la Región, como Chacabuco, Rojas, Lincoln, Bragado, Los Toldos, entre otras.


Y este año amplió los registros de bebida y lanzó la destilería La Unión. “Tenemos un alambique que produce 200 litros por destilada, y ahora estamos desarrollando nuestra propia marca de gin, que es El Floreo, y también lo estamos elaborando para terceros”.
Además de la suya, producen gin para otras marcas de Chaco, Rosario, Pilar, Ushuaia y 25 de Mayo. Es más, el último que están produciendo tiene certificación kosher y va a ser exportado, por otra marca, a Israel.
“Es una industria -sentencia Villafañe- y tenemos otra forma de ver el mercado, en el rubro de la cerveza artesanal o independiente la competencia no es el enemigo, sino que es otro emprendedor que nos sirve para impulsarnos y hacernos crecer. Nosotros nos apoyamos, tenemos un grupo de WhatsApp y, si alguno le falta una bolsa de malta, se la puede facilitar otro, o levadura, o lo que sea. Para nosotros esa comunicación nos es natural. Hay un espíritu de solidaridad y de compañerismo y me parece que eso se reproduce en los trabajos de los productos alimenticios regionales y locales. Y ese espíritu le termina dando valor agregado al producto”.
Es por todo esto que considera que haría falta una política de acompañamiento a quienes producen alimentos de manera consciente y que quieren seguir creciendo, ya sea con créditos, difusión, promoción y demás. “Esa visión es muy importante para los productores locales”, dice.
Porque aun sin eso, hoy uno va a un autoservicio y se ven variedades de productos regionales que antes no estaban. “Los pequeños almacenes, las despensas de barrio son nuestros aliados principales. Eso tendría que ser acompañado desde las políticas públicas”, afirma Villafañe.
Y recuerda que hay ciudades vinculadas directamente con un producto, como los quesos de Tandil y de Los Toldos, los salamines de Agustín Roca, la cerveza artesanal de Bariloche. Esto es, la ciudad como sello de calidad: “Eso, en definitiva, hace crecer al lugar, es un círculo virtuoso, y se hace una cadena que impulsa el turismo y que genera trabajo para adentro”.

Marketing y marca
Consultado por este medio, el licenciado Federico Leroy advierte que hay un acercamiento a este tipo de productos, que hay una mirada más abierta del consumidor, pero esto se da porque en las crisis “no nos une el amor, sino el espanto”. Y es ahí cuando, por una cuestión económica, uno prueba un producto que no consumía hasta entonces y dice “al final, no era malo”.
En ese contexto, advierte que hay ahí una oportunidad: “A veces se eligen estos productos por una cuestión de crisis, pero cuando haya una situación económica mejor, es probable que, el que pueda, vuelva a sus consumos anteriores”. Y recuerda que en el año 2001 hubo un vuelco a segundas marcas y, cuando pasó el peor momento, se volvió a las primeras. “Lo valioso de una crisis es aprovecharla, no solamente para vender más, sino para hacer marca”, enfatiza Leroy, especializado en marketing.
Por ello, sostiene que los emprendedores que quieran avanzar tienen que trabajar para consolidarse. En tal sentido, recuerda una charla del experto en su materia Jürgen Klaric en la que hace un análisis histórico antropológico sobre este punto “y dice que los latinos tenemos un tema desde la época de la conquista de los españoles: en aquellos años los nativos no mostraban sus riquezas para que no se las llevaran, y el comportamiento actual es similar. Así como el norteamericano piensa que, si no sos ambicioso, no podés llegar a ser exitoso, el latinoamericano al que le va bien, se oculta”.
Por eso insiste en que los emprendedores deben “hacer marca” y apostar a la publicidad. “Deben valorizarse y ese debe ser un cambio cultural”, concluye.

Otros productos
En los freezers de los almacenes y autoservicios también se apilan las tacitas y cucuruchos de helados locales y foráneos, y así se entremezclan los juninenses de Calzia con los de la multinacional Arcor o la nacional La Montevideana.
Para Gerardo Calzia, su rubro tiene sus particularidades, porque la mayor apuesta está en los locales. “Es muy difícil para grandes cadenas entrar en un lugar e imponerse a los que ya están instalados desde hace años”.
De hecho, a Junín llegó Iceland, una cadena muy importante de Luján que hace helados de alta calidad, pero no funcionó.
Por otra parte, un rubro que también está ganando su lugar en lo artesanal, es el de los alfajores. Estefanía Ratti tiene Alfarock: “Desde que arrancamos, hace tres años, siempre tuvimos buena aceptación. Con el tema de la pandemia ahora hay muchos otros en Junín que hacen este tipo de productos”.
Para Ratti, la clave es la calidad: “El que nos prueba, sabe cómo trabajamos. Y, por ahí, aunque salga algún peso más, prefiere pagarlo”.
En el último tiempo, empezaron a hacerle pedidos de otras ciudades, como Bragado y Tiburcio. Y el hecho de que le llegue esta demanda sin que haya ido ella a ofrecerlos, da cuenta de que ya tiene un reconocimiento que excede a Junín.

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