EL CANTANTE QUE CONQUISTÓ ESPAÑA Y COLOMBIA ESTÁ DE REGRESO

Jerónimo: un viaje al éxito internacional que empezó en Junín

“La vida te da todo, pero te lo tienes que ganar. Nadie te regala nada. Lo aprendí después de golpear puertas y cantar en mil lugares”, dijo a TeleJunín el cantante de baladas románticas que acaba de ser convocado por artistas de rap para sumar su voz a un videoclip de gran suceso en YouTube.

"Salí de esta estación de Junín un 25 de mayo con una maletita chiquita -tenía más sueños que ropa- y una guitarra eléctrica ¡para qué!, porque no tenía equipo para enchufarla.

Iba para Buenos Aires y estuve por bajar en todas las estaciones. Me quería volver. Tenía un susto bárbaro. La primera fue O’Higgins: chau, me bajo acá… Después Chacabuco ¡y arrancaba el tren! Cuando me quise acordar, amanecí en Retiro".

Era 1965 y Alberto Pedro González Quevedo, internacionalmente conocido por su nombre artístico Jerónimo, vivía así el paso fundacional de su carrera como cantante y compositor que lo llevaría a grabar 25 discos, ser ganador de importantes festivales iberoamericanos y a tener hoy, casi 60 años después, visibilidad en el público del hip hop/rap/trap al haber sido convocado por Alcolirykoz, banda colombiana de ese género que lo invitó a participar de uno de sus más recientes videos, Medellificación, que ya sumó más de 1,6 millones de vistas en YouTube a menos de un mes de su lanzamiento.

"Después de muchas, muchas idas y vueltas en el 'congreso familiar', me fui de Junín. Mi mamá decía que no me fuera y mi papá que sí. Y un día se ponían los dos de acuerdo y un día, ¡oh! No, no, no… Mi mamá nunca estuvo de acuerdo", continuó rememorando sus comienzos Jerónimo en una emotiva entrevista que concedió a TeleJunín. 

Allí recordó cómo de su Las Carabelas natal (partido de Rojas), donde su familia se dedicaba a tareas rurales, "a los ocho años vinimos para Junín. No estuve mucho tiempo acá, pero para mí fue fantástico porque en Carabelas no tenía amiguitos y cuando llegué acá tenía muchos. Iba a la escuela 18, me encantaba. Y me decían 'Carabelas'. Estaba feliz, muy feliz ‘Carabelas’. Pero no me duró mucho la felicidad porque a los once años nos fuimos para O'Higgins, de vuelta al campo...".

“Aprendí mucho de la vida en el campo”

En ese momento, Jerónimo vivió con dolor el alejamiento de Junín. Pero, con la perspectiva de lo vivido, hoy hace una lectura que supera aquella frustración infantil. "Creo que nosotros nos vamos acostumbrando a las circunstancias, y aprendí mucho en el campo. Aprendí una cosa muy sencilla: que si no sembrás, no podés recoger. Y me tocó hacer eso: sembrar y también levantarme a las cuatro de la mañana a ordeñar vacas con mi papá. Todo eso es lindo porque valoras más la vida, lo que tienes. Y cuando toca la sequía, en cualquier cosa a la que te dediques, sabes que tienes que esperar y que eso va a pasar", reflexionó el artista que pocos años después volvería con su familia a Morse. Otra vez en Junín, adonde ahora regresó tras vivir muchos años en España, primero, y en Colombia.

Sus padres le transmitieron a Jerónimo el amor por la música: "Eran músicos empíricos -los define- que tocaban como cable a tierra para matizar su vida de trabajo". Pero él fue más allá con ese talento. "Entonces yo cantaba. Y me sumé a una orquesta, una banda de Chacabuco, que se llamaba Los Wonders. En ese tiempo estaban de moda Leo Dan, Palito Ortega, Leonardo Fabio. Y yo cantaba las canciones de Leo Dan". Con esa experiencia a cuestas, decidió ir por más…

Sin embargo Jerónimo, ya en la gran ciudad, se encontró con otra realidad. Gente apurada. Atropellada. Indiferente. “Extrañaba mi casa, el campo, la vaca, los árboles. La tranquilidad, la libertad. Fueron años muy duros. Pero tenía que pasar porque, de no haberlo hecho, no estaríamos ahora hablando acá. Fue un aprendizaje espectacular. Sentí que la vida te da todo. pero te lo tienes que ganar. Nadie te regala nada. Nunca. Y eso lo aprendí después de golpear puertas, de cantar en mil lugares. En uno me pagaban, en otro me daban de comer, en otro no me daban nada. Pero no importaba. Yo quería cantar. Iba a los castings y casi nunca quedaba…”.

Y se abrió una puerta… Pero volvió a cerrarse

Un día, una gran puerta se abrió. En una fiesta donde fue animador con su música, a Jerónimo lo vio Juan Carlos Calabró, el gran cómico ya fallecido (padre de Ileana y Marina Calabró). “Te voy a llevar a Sábados Circulares”, le prometió. Y lo hizo. Ese era entonces (1962/1974) el programa más visto de la TV argentina. 

“Fui y la gente -mucha gente- está ahí para aplaudir. Pero un novato piensa que te están aplaudiendo porque causaste algo. Entonces, como aplaudían tanto, yo acostumbraba a meterme entre la gente… y lo hice. Y la gente me tocaba y yo decía: ¡Uy, ¡qué es esto tan bárbaro! Termino de cantar y estoy en el camerino cambiándome Y me llama el productor del programa. Pensé: ‘¡Oh, seguro que me va a contratar por otro día porque hoy fue brillante para mí!’…

“Pero abro la puerta, entró y me dice: ‘¡Usted nunca más va a pisar este programa mientras yo esté! ¿No te diste cuenta, pedazo de... que te fuiste de la luz, te fuiste de las cámaras?’” 

El implacable productor cumplió su promesa y Jerónimo comenzó otro viaje, menos gratificante: del cielo al infierno. “Me provocó una tristeza tan grande, porque yo creí que...

¿Qué sé yo? Que era Elvis Presley, Sandro, Palito… Porque la gente se tiró encima mío. Pero eso es lo que hacían siempre: para eso los dejaban entrar. Pero como era mi debut… en Canal 13, ¡nada menos! Y estaba Calabró también y me dice: ‘Bueno, pibe… se me olvidó decirte esta parte’”.

Jerónimo cayó en una profunda depresión. Y empezó a trabajar en lo que apareciera: fue aguatero en el puerto. Por ese entonces no había botellas de plástico y a las cantimploras había que rellenarlas. “Los barcos medían como una cuadra de largo y cinco pisos de alto. Tenía que correr de acá para allá… Terminaba reventado. Dejé a los cinco días”, recuerda hoy entre carcajadas.

“Pero lo importante de las derrotas es saber levantarse”, enseña Jerónimo. “Seguí en esto hasta que apareció el que iba a ser mi productor y puso la plata. Mi primera grabación fue con una sinfónica. Imagínate: 60 músicos ahí mirándome, esperando, y yo no sabía qué hacer. No me asustaban los 60 músicos. Lo que no quería era no estar a la altura de ellos. Estaban los mejores músicos de Argentina en ese momento dispuestos a acompañarme”.

Finalmente: el éxito

En 1972 publicó su primer trabajo discográfico que llevó su nombre. Incluía una canción que –en tiempos donde no se hablaba de top 40s ni ránkings- fue nada más ni nada menos que un “exitazo”. “Dos que me parecen uno”, se llamó. El autor de la letra es el genial periodista Esteban Peicovich (Zárate, 1929/ CABA, 2018).

“Esteban ya no está con nosotros, pero siempre está en mi cabeza porque era un loco divino. Me contaba cosas, hablábamos. Yo he dicho en varias oportunidades que me he rodeado de gente que supiera más que yo para aprender. Y Esteban sabía mucho más que yo. Compartí con él momentos extraordinarios. Y me dio algunas letras”. Jerónimo revela en este punto otra de sus pasiones: el fútbol. “Un domingo que Boquita había perdido con River… pensé ‘tengo que hacer algo… No puede ser que nos hayan ganado otra vez’”, se dijo y le compuso la música a esa letra. Un hit al que sucedieron otros como “Siempre te voy a querer”, “No te vayas nunca” y “Amor mío”.

Después de esa grabación se fue a Colombia y entonces sí conoció el afecto genuino de su propio público. “En un mes no podía andar por las calles. La gente no me dejaba andar porque era un boom. Tenía una imagen linda, de pelos largos; una imagen así como rebelde. Pero no un rebelde sin causa: la causa era la música”, dice Jerónimo en una analogía con la película protagonizada por James Dean en 1955.

La popularidad de Jerónimo en Colombia es tal que hoy allí dos escritores están redactando su biografía, aunque él aseguró a TeleJunín que habrá más capítulos que agregar.

Este 2024 lo encuentra de regreso en Junín trabajando en un nuevo disco. Y disfrutando de su ciudad. “Yo amo Junín. Me gusta, es muy tranquilo. Anoche precisamente hablamos con mi esposa ahí en el parque y disfrutaba esta calma: cómo pasan los coches tranquilos, las estrellas… No es lo mismo que caminar por las calles de Madrid o Londres, es otra cosa. Y yo allá extraño todo esto. Ahora tengo que irme otra vez en mayo… Es mi trabajo porque, como digo siempre, todo lo ganado no cambia nada: tengo que seguir trabajando.

Y ahora tengo que ir al mercado a comprar cosas para comer; por ahí alguien me conoce y me hace una rebaja ¡Me vendría muy bien!”, cerró la entrevista entre risas este artista juninense que alcanzó fama internacional, pero nunca olvidó sus orígenes.

Una nueva experiencia con el rap latino

Alcolirykoz es una de las bandas de rap más importantes y populares de Colombia, país donde Jerónimo logró algunos de los mayores éxitos de su carrera.“Llegué a dar cinco recitales en una noche a estadios llenos como el de Sarmiento”, dirá con orgullo en la charla con TeleJunín. Y esa labor artística se proyectó al presente a través de estos artistas del género de moda en el continente -urbano, hip hop, trap, entre otras de sus variantes- que lo invitaron a cantar en una de sus últimas producciones.

“Resulta que Gambetta, líder del grupo, me dice: ‘Es que yo me levanté con su música, maestro. Y mi mamá es una fanática suya. Y, además -según me dijo- mi papá le dedicó su música’. Entonces yo, pues, cuando pensé en algo romántico dije que tenía que estar usted acá’, me dijo. Y yo fui y grabé el final del tema Medellificación”.

El tema se acerca –en menos de un mes- a las dos millones de reproducciones en YouTube. Y Jerónimo en este punto se detiene a reflexionar sobre el impacto de estas nuevas plataformas en el arte. “Vuelvo para atrás y pienso: si todos estos medios hubieran estado cuando yo empecé, y… ¡qué sé yo! Sería Messi, tal vez, en cuanto a visitas de internet.

Porque una canción siempre es una canción; una palabra, un paso o una mirada en lo que cambia tu vida. Mi vida se cambió con esa canción ‘Dos que parecen uno’, que fue fantástica y todavía la tengo que cantar en cada presentación”.

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