Eugenia García tiene 37 años, es profesora de Educación Física y dueña de “Fitness Passion”.
Eugenia García tiene 37 años, es profesora de Educación Física y dueña de “Fitness Passion”.
CHACABUCO

De chica sufrió bullying y bulimia, hoy se convirtió en una referente del fitness

Luego de atravesar una difícil infancia, Eugenia García logró abrir su propio gimnasio en Chacabuco y ser un ejemplo en resiliencia. Así, la profesora de educación física tiene 12 instructorados hechos y va por más.

Eugenia García tiene 37 años y es de Chacabuco. Luego de transitar una difícil infancia marcada por las burlas de sus compañeros en la escuela primaria, logró convertirse en profesora de educación física y en dueña del gimnasio “Fitness Passion”. Además, es una referente en la ciudad de la vida sana, la cultura del deporte y de la disciplina STRONG.

Así, después de ser víctima de bullying por parte de sus compañeros que la cargaban, se reían y no la elegían para jugar por su sobrepeso, Eugenia revirtió su situación a base de entrenamiento, terapia y mucha voluntad. 

“A los 11 años pesaba 70 kilos y lloraba todos los días. Mi mamá se la pasaba en el colegio hablando por mi conducta, porque obviamente me enojaba la situación”, relató Eugenia y recordó: “El profesor de música tocaba la guitarra para que los chicos cantaran una canción que me habían hecho para burlarse. Era espantoso. Yo lloraba por eso y hoy, cada vez que lo cuento, vuelvo a llorar. Realmente fue algo que me marcó para toda la vida”. 

En ese sentido, sostuvo que tiene el peor recuerdo de la escuela primaria. “La odié con toda mi alma”, afirmó y añadió: “La crueldad de mis compañeros era muy grande. Hoy muchos de ellos me cruzan por la calle y dan vuelta la mirada porque les da vergüenza”. Así, a los 14 años, Eugenia se enfermó de bulimia por mucho tiempo. Transitó mucho tiempo obsesionada con su cuerpo y por su peso. “Bajé de peso, pero estaba enferma. Hubo momentos donde me machacaba todo el tiempo y en otros estaba más calmada.

Vomitaba todo el tiempo, por momentos lo hacía constantemente”, reconoció y agregó: “Empecé a ponerme ojerosa, se me habían lastimado los ojos y las manos. Y mi vieja no supo cómo manejar la situación. Se enojó mucho porque, bueno, era otra época y quizá no se hablaba tanto de esos temas”. 

En ese aspecto, hoy con 37 años, Eugenia afirmó que se sigue considerando enferma porque “eso no se cura nunca y a veces vuelven esos pensamientos. Es algo siempre latente”, y manifestó que, a pesar de llevar una alimentación súper estructurada y de entrenar todo el tiempo, no sabe cómo reaccionaría si sube de peso. 

Superación constante

Además de sufrir cargadas durante el transcurso de la escuela primaria y de enfermarse por su sobrepeso, Eugenia no tuvo una vida fácil. Cuando terminó el secundario decidió ir a estudiar abogacía a la ciudad de Alberti, pero a los 18 años tuvo que regresar porque quedó embarazada de su primera hija, Juanita. Así, a los 19 años y con su beba de tres meses comenzó a trabajar. Primero en un supermercado, luego en un taller de costura y también en una tarjeta de crédito. “Pasé por todos lados”, contó entre risas y añadió: “Tenía que sostener a mi hija y darle una obra social”. 

En el año 2012 abrió en Chacabuco la carrera de Educación Física y Eugenia, por insistencia de una amiga, se anotó. No fue fácil, ya que tuvo que dejar de trabajar en horario comercial para cumplir con la cursada teórica y práctica. Aun así, durante los fines de semana trabajaba limpiando casas y de moza. “Cuando me recibí, estaba embarazada de mi segundo hijo, Valentino. Me dediqué todo un año a él y luego empecé a ver para qué lado iba mi carrera”, relató y agregó: “Las escuelas no me llamaban mucho la atención, el gimnasio era lo que más me atraía. Entonces decidí abrir uno. Al principio fue algo muy chico, re tranqui, y me empecé a perfeccionar”. 

De esta manera, Eugenia se fue convirtiendo poco a poco en una referente del fitness. “Nunca paré de estudiar. Tengo 12 instructorados hechos y sigo actualizándome”, sostuvo y agregó: “Es un rubro donde tenés que estar reinvirtiendo todo el tiempo, pero a mí me da mucho placer. Me encanta enseñar y que conozcan a través de mí lo bueno y todo lo saludable que nos da la actividad física”. 

Crecimiento abrupto

Eugenia nunca se dio por vencida. A lo largo de su vida fue rompiendo con los estereotipos y luchando ante cada traba que se le fue presentando. “Tuve cuatro mudanzas hasta llegar a tener el gimnasio que hoy tengo. Siempre de a poquito. Me fui comprando cada vez más elementos y ofreciendo distintas disciplinas”, confesó y contó que “traté de ir haciéndome conocida, de brindar lo mejor en cada lugar que iba. Siempre intentando ser correcta en cuanto a la enseñanza. Hoy, trato de dejarle algo al alumno; eso es lo que a mí me gusta”. 

En ese sentido, relató que actualmente brinda clases a la mañana, al mediodía y por la tarde. Son disciplinas puntuales a las que asisten más de 80 alumnas, a las cuales también acompaña junto a la nutricionista que hay en el gimnasio, para mantener una vida saludable. Además, trabaja en algunas escuelas cumpliendo con suplencias y en el CEF N° 20 de Chacabuco. 

“Las chicas que vienen al gimnasio me cuentan un montón de cosas, pero a mí me da un poco de vergüenza contar mi historia y todo lo que sufrí. Es la primera vez que hablo de mi enfermedad. No es fácil, pero la terapia me ayuda mucho”, confesó y agregó: “Hoy, desde mi lugar, intento cambiar las cosas, no permito que mis alumnos armen grupos y mucho menos que opinen del cuerpo del otro”. 

Su futuro

Por último, en cuanto a sus sueños y metas por cumplir, Eugenia dijo que para ella “no hay techo y siempre se puede más”. En ese sentido, dijo que “hoy tengo lo que soñé siempre, pero yo quiero todo. No me conformo con eso. Me veo en Miami dando clases y creciendo”, aseguró y concluyó: “Si bien logré lo que quería, siento que aún me falta un montón. Obviamente me da mucho orgullo haber conseguido todo esto y lo disfruto. Pero voy por más”.

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