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OPINIÓN

Retracción presente, ¿reactivación futura?

La sociedad, conmovida por el aluvión de novedades judiciales y la inflación, tiene poco para esperar de la marcha económica.
Ese frente arroja buenas y malas noticias, aunque las primeras tienen que ver con resultados favorables que ocurrirían en un futuro más o menos inmediato, en tanto las segundas son del consumo cotidiano del presente.
El acuerdo con los holdouts o la normalización financiera abren una plataforma de despegue económico para los próximos años y de recuperación de la inversión.
Entre tanto, los datos de los primeros tres meses del año indican que se profundizó la caída del nivel de actividad y que lo peor aún está por venir.

La recuperación
Los próximos 90 días serán también de caída, aunque algunos creen que la economía tocará piso hacia mitad de año y luego sobrevendrá la recuperación.
En los primeros meses del año la producción automotriz cae 20,5% anual, los despachos de cemento 9,1%, indicador que refleja la retracción en la construcción, y las ventas de gas oil también baja 2,3%.
En lo que resta de la primera mitad de este año el poder adquisitivo de los trabajadores continuará dañado por los elevados índices de inflación y no habrá otro motor que alimente a la demanda.
La producción agropecuaria está en franca recuperación, pero los menores precios mundiales harán que el total de exportaciones de granos y derivados sea inferior al del 2015.
Las visiones sobre la coyuntura son distintas según de donde se las mire.
El sector financiero tiene altas expectativas de mejora de la mano de las altas tasas de interés y las millonarias colocaciones de bonos que hará la Argentina en los próximos meses para resolver la herencia del default y afrontar el desequilibrio fiscal.
El campo enfrenta también una perspectiva favorable con mejoras sustanciales en la rentabilidad de cultivos como el trigo y el maíz y los precios de la carne.

Panorama sombrío

La industria, en cambio, sobrelleva un panorama sombrío con una demanda en baja, escasa competitividad y mercados como el de Brasil en fuerte retracción.
La gente de a pie tampoco tiene para festejar.
Desde octubre pasado la inflación fue del 25% y en abril habrá otro salto. Mientras que los salarios recibieron ajustes muy por debajo de esos porcentajes.
Los niveles de ocupación también están siendo afectados por la recesión.
En este contexto de caída de la masa salarial real, el consumo interno continuará afectado.
Las inversiones, en las cuales la administración del presidente Macri depositaba grandes expectativas para relanzar la economía, están demoradas.
Los especialistas imaginan que recién hacia el cuarto trimestre del año se reanimaría la inversión, de la mano de un rebote del nivel de actividad.
Para finales del año se espera una moderación de la inflación, situación que contribuirá a una mejora de los salarios y tonificaría el consumo interno.
Pero el resultado anual sería negativo.
Las proyecciones de caía del PBI oscilan según el optimismo los economistas entre 1,5% y 2%.
Y la inflación en un rango que oscila en el 35%, aunque con una marcada baja en la parte final del 2016.
El contexto mundial tampoco contribuye a la recuperación de Argentina.
A la recesión de Brasil y el aterrizaje de China hacia crecimientos que no superan el 6%, se agrega la suba más pausada de las tasas de interés de la Reserva Federal norteamericana.
A primera vista, la decisión parece positiva, aunque la verdad es que responde a un fenómeno más preocupante: el bajo crecimiento de la economía mundial, que este año tendría una expansión similar o levemente por debajo del 2015. 

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