El canciller de Austria, el conservador Sebastian Kurz, quien es investigado por hechos de corrupción, renunció ayer a su cargo y designó en su lugar a quien era su ministro de Relaciones Exteriores, Alexander Schallenberg.
Kurz explicó su dimisión se fundamenta en la búsqueda de "evitar el caos y garantizar la estabilidad" en el país centroeuropeo.
"Lo que necesitamos ahora son condiciones estables", dijo a la prensa en una conferencia celebrada en Viena.
"Entonces, para resolver el estancamiento, quiero dejar paso para evitar el caos y garantizar la estabilidad", añadió el canciller saliente, que este martes iba a afrontar una moción de censura en el Parlamento, después que fiscales declararan que lo investigaban en un caso de corrupción.
Kurz, de 35 años, no se retirará de la política, ya que pasará a ser el jefe del grupo parlamentario conservador del Partido Popular Austríaco. El paso del canciller responde a una exigencia de Los Verdes, los socios menores de la coalición de gobierno.
Pese a que Partido Popular había cerrado filas tras Kurz luego del anuncio de los fiscales, indicó el sitio DW.
La crisis gubernamental se desató porque Kurz y sus colaboradores cercanos están acusados de intentar asegurar su ascenso a la dirección de su partido y del país con la ayuda de encuestas manipuladas e informes amistosos en los medios, financiados con dinero público.
Kurz, quien se convirtió en líder del Partido Popular y luego canciller en 2017, negó haber actuado con negligencia y hasta último momento planeaba quedarse e insistía, mediante un comunicado, en que las acusaciones en su contra "son falsas y esto lo podré aclarar, estoy profundamente convencido de eso".
PRESUNTO CASO DE CORRUPCIÓN
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