Hoy el metegol profesional es más sofisticado que antaño: se juega en una cancha de madera, de 1,10 de largo por 80 centímetros de ancho.
Hoy el metegol profesional es más sofisticado que antaño: se juega en una cancha de madera, de 1,10 de largo por 80 centímetros de ancho.
FÚTBOL DE MESA

Metegol: un juego que resiste la irrupción del gaming, con torneos en todo el país

Se trata de una actividad creada en Inglaterra en 1922 por Sealer Thorton, quien lo imaginó viendo un partido de fútbol con una caja de fósforos en la mano. Aunque en Latinoamérica lo introdujo el español Alexandre Campos Ramírez, conocido popularmente como Alejandro Finisterre, a mediados de la década del 40, cuando se exilió en Ecuador escapando de la dictadura franquista.

Para los que hoy peinamos canas, era una actividad que nos reunía en las jornadas grises de invierno, en las tardecitas cálidas después del fútbol o en las horas robadas a la siesta, cuando los integrantes de una nutrida barra -al menos por un par de horas destinadas al descanso de los mayores- no debíamos hacer demasiado bochinche pateando una pelota.

Nos juntábamos en lo de “La Nelly”, el almacén del barrio donde “Tito” nos vendía las fichas, allá en el barrio Villa Mayor López, o en algunos de los clubes que había en las cercanías, porque en los años 60 y 70 siempre había un club cerca. Pero también en la vereda de los kioscos, en los aleros de algún comercio, en el interior de una cantina o en cualquier lugar de encuentro a mano, donde el majestuoso “Estadio” convocaba multitudes de chicos y adolescentes. 

Con la consigna de “el ganador sigue” y “el que pierde paga la ficha”, se adquiría paulatinamente una mayor habilidad y algunas destrezas, de esas que manejaban con singular maestría Luisito Abal, Lupi Venturini y Rubencito Gauna, siempre un escalón más arriba que un reducido grupito, pero varios peldaños por encima de la mayoría.

Se jugaba en parejas, dos chicos de cada lado. Uno atrás, con arquero y los defensores, y otro adelante, con los cinco del medio y los tres delanteros, posiciones que en determinado momento podían cambiar, según las características del adversario.

La firmeza de los del fondo, para pegarle seco y violento al arco contrario, con un fuerte golpe de muñeca, y las sutilezas de los del medio para combinar con los delanteros, la velocidad para hacer paredes entre los wings y el “nueve”, el toque suave del centrodelantero después de amagar varias veces o el remate cruzado del puntero tras una pausa eran virtudes que manejaban los mejores y que admirábamos los demás.

De aquellas épocas inolvidables a este presente, distintas costumbres se modificaron y muchas actividades quedaron solo en el recuerdo, pero el metegol aún resiste con hidalguía el paso del tiempo y todavía se lo puede ver en peloteros de cumpleaños y sedes de clubes de barrio, pero también existe un espacio para quienes compiten de manera profesional.

Un poco de todo

Concentración, técnica y habilidad, pero también entrenamiento, son algunas de las coordenadas claves para el desarrollo de un partido de metegol, uno de los juegos que supo estar entre los más populares del país y que en la actualidad concita competiciones en todo el país, incluso a pesar de que sus impulsores consideran que esa práctica se "redujo" en los últimos años por factores económicos, técnicos, culturales y la irrupción del gaming.

"Estamos mal en cuanto al desarrollo del deporte y eso se debe a diversos factores: económicos, que dificultan la producción y la adquisición de canchas de metegol; de oferta, ya que no se ven metegoles en bares o clubes como antes, lo que afecta su difusión entre los más chicos; y culturales, ya que muchas personas no ven a este juego como un deporte", afirmó Rafael Colaso, presidente de la Asociación Argentina de Fútbol de Mesa (AAFM), que organiza competencias a nivel nacional desde 1997.

Colaso se inició en el deporte hace más de 40 años, aprendiendo en los clubes de barrio y los bares de la localidad bonaerense de Zárate, de los jugadores más experimentados.

Y desde 1997, se encarga de brindar charlas y organizar torneos para que este deporte se expanda en el país. "Al ser un deporte alternativo, todo cuesta el doble, no solo el viaje a los torneos internacionales, sino también en darle difusión a esta gran actividad", destacó el dirigente.

La AAFM integra desde 2018 la Confederación Argentina de Deportes (CAD), la Comisión de Deportes Alternativos de Argentina (Codasport) y el Consejo Argentino de Deportes Alternativos (Cadalt).

Según informaron desde la asociación, en el país hay "más de 1.000 competidores" que disputan diferentes torneos que se realizan en provincias como Salta, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Rio Negro, Mendoza y San Juan.

Orígenes y evolución

El metegol es un juego creado en Inglaterra en 1922 por Sealer Thorton, quien lo imaginó viendo un partido de fútbol con una caja de fósforos en la mano, aunque en Latinoamérica lo introdujo el español Alexandre Campos Ramírez, conocido popularmente como Alejandro Finisterre, militante anarquista, inventor, editor y poeta, a mediados de la década del 40, cuando se exilió en Ecuador escapando de la dictadura franquista.

Este juego no tardó en ser popular en el continente americano y su mayor auge en el país fue en la década de los '60 y '70, debido a la comercialización masiva de canchas de metegol y como punto de atracción de diferentes clubes, bares y kioscos de barrio.

La partida de metegol profesional se juega en una cancha de madera, de 1 metro con 10 centímetros de largo por 80 centímetros de ancho, con muñecos de polietileno de 10 centímetros de alto, con ocho barras en total y un sistema táctico que componen, por equipo, un arquero, tres defensores, cuatro mediocampistas y tres delanteros.

Los campeonatos mundiales de metegol son organizados por la Federación Internacional de Fútbol Mesa (ITSF), entidad que se encarga de los torneos y el control del reglamento a nivel mundial desde 2002.

Previo al inicio de un torneo, la cancha es lustrada con un aceite especial, con el fin de mantenerla en perfectas condiciones. Las barras son aceitadas y las manijas forradas con un cinta tipo "grip" (agarre) para su uso.

A su vez, los veedores controlan la horizontalidad de la cancha con un nivelador, para que haya paridad entre los jugadores y ninguno se beneficie con alguna inclinación. Previo al partido, los jugadores deben saludarse protocolarmente y participar del sorteo para la elección del lado.

Molinete no

Una de las reglas principales que más se destaca es la prohibición del molinete, una jugada que consiste en la rotación constante y rápida en 360° de una de las barras con el fin de despedir la pelota con más fuerza. En el barrio, quien hacía molinete era sancionado con un penal, porque utilizar ese sistema era sinónimo de torpeza.

"El molinete es peligroso porque la velocidad y la fuerza con la que viene la pelota puede lastimar a los jugadores", afirmó Colaso, quien también consideró a esta jugada como "inútil para jugar porque no es efectiva para hacer goles".

Dentro del deporte, uno de los principales referentes es Marcos Lombardo, un jugador de 53 años que integra la selección argentina de fútbol de mesa, como jugador y entrenador, quien consideró que para jugar metegol son importantes "lo psicológico, técnico, lo táctico, lo estratégico y lo físico".

Lombardo, quien entrena a jóvenes talentos de la disciplina en una sociedad de fomento de la localidad bonaerense de San Francisco Solano, recordó que su afición al juego comenzó en la niñez, jugando con chicos de su edad en las calles y los clubes de barrio, y afirmó que el atractivo se adquiere "a medida que uno va jugando".

"Cuando vos te iniciás en el metegol, uno de los principales atractivos es tratar de ganarle a aquel que es el mejor y para lograr ese objetivo es necesario jugar y entrenarse con continuidad", reconoció Lombardo, quien participó en tres campeonatos mundiales de metegol.

Amateur y profesional

El entrenador señaló que la diferencia entre un jugador de metegol aficionado y profesional es "muy grande" y añadió que "un profesional tiene una mejor técnica, dispone un mejor criterio de selección en el tiro y además una mayor concentración, lo que permite estar atento ante cada jugada que se realice en la partida".

Para Alexis Gentile, jugador de la selección de metegol de 35 años, esta disciplina es "parte importante de su vida". Gentile, quien inició desde muy joven en esta disciplina, juega principalmente con su mano izquierda, debido a que perdió parte de la motricidad de su brazo derecho, producto de un hecho de inseguridad.

"Después de ese hecho tuve que aprender todo de nuevo, porque había perdido parte de la movilidad, la visión y el habla", reconoció Gentile, quien afirmó que sus kinesiólogos fueron "los que me motivaron a regresar al deporte que amo".

La etapa más dura de la pandemia también abrió la posibilidad para que jóvenes como Facundo Ybáñez y Lucas Bonastre se acercaran a la disciplina. "Si bien yo era un aficionado, el entrenamiento me cambió por completo en la forma de jugar. No solo mejoré técnicamente, sino también en algunas cuestiones relacionadas a la postura, lo que me permite tener una mejor visión en el campo y manejar con mayor facilidad las barras", destacó Bonastre, quien se entrena semanalmente con Lombardo.

Por su parte, Ybáñez se acercó al juego debido a su afición por el fútbol, lo que lo motivó a interiorizarse y adquirir un metegol para practicar. "Tuve que reeducarme en materia técnica. Al principio todos los tiros eran un revoleo, pero con el paso de los entrenamientos y los partidos jugados uno ve el proceso de mejora en el juego", reconoció Ybáñez, quien aprende técnicas a partir de videos de Internet.

La próxima competición internacional de esta disciplina se jugará en 2024 en la ciudad italiana de Catania, donde esperan poder llevar a "la mayor cantidad de jugadores de la selección posible".

"Durante este año vamos a entrenar lo máximo posible y tratar de conseguir financiamiento para poder viajar a competir, porque a nivel regional Argentina es una de las potencias", explicó Colaso, quien con empeño y dedicación mantiene viva la llama de este juego, que en un tiempo fue pasión de multitudes.

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