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ANÁLISIS

Israel: guerra de argumentos y percepciones

El gobierno israelí dio orden a sus tropas terrestres de ingresar a la Franja de Gaza. Lo hizo, amparado en el rechazo del plan egipcio de cese del fuego por parte del Hamas. Según Israel, el objetivo es dañar al máximo las “infraestructuras terroristas” del Hamas.
Un paso más en una guerra de larguísimo aliento que abarca un sinnúmero de aspectos. Entre ellos, el argumental. Es, también, una guerra argumental. Y como no se trata de un argumento, de dos o de tres, se transforma en un relato, en el cual los argumentos de un lado y del otro se suceden. Donde la barbaridad anterior justifica la barbaridad por ocurrir.
No empezó en ese instante, los argumentos se suceden desde la declaración Balfour el 2 de noviembre de 1917, pero el reciente secuestro y la muerte de tres adolescentes israelíes en territorios palestinos ocupados, dio pie para el homicidio de un adolescente palestino quemado vivo por extremistas judíos. De allí, al incendio, un paso.
Y aquí comienzan diferencias propias del presente caso. Mientras la Autoridad Nacional Palestina (ANP) colaboró con la investigación, el Hamas que gobierna la Franja de Gaza adoptó la posición contraria.
Difundió un video donde son apreciados niños palestinos que muestran tres dedos levantados de sus manos con una inscripción que dice “Tres Shalit”. Shalit es el nombre del soldado israelí capturado por el Hamas en 2006, liberado recién cinco años después.
Para el Hamas asesinar a tres adolescentes civiles desarmados es un acto de guerra. Para la ANP y para Israel, no. Argumentos.
Quince días después la otra cara de la moneda, el ojo por ojo y el diente por diente, con el homicidio del joven palestino. Pero, Israel no perdió de vista su conformación como Estado de Derecho. Arrestó a los culpables y anunció que los someterá a juicio. No les dio impunidad.
Después viene la etapa de los ataques sobre la Franja de Gaza. Nuevamente, la cuestión argumental.
Sin duda, Israel está en su derecho de repeler y de responder los ataques con cohetes provenientes de la Franja de Gaza. Pero, la defensa propia, por definición, reclama proporcionalidad metodológica.
Imposible hablar de ello, cuando los cohetes palestinos no causan víctimas fatales y muy pocos daños, debido a su intercepción por la defensa israelí.
Podría aceptarse que golpear a los combatientes del Hamas forma parte de la lógica de guerra. Pero, los argumentos se desvanecen cuando Israel ataca con Fuerza Aérea zonas pobladas por civiles en Gaza.
Sin dudas, la mimetización con la población civil debería ser motivo de vergüenza para el Hamas. Usar a niños, mujeres y ancianos como escudos no habla precisamente de una actitud propia de héroes.
Tampoco Israel puede exhibir argumentos válidos para explicar por qué su ofensiva. Es que ya suman más de 200 las víctimas fatales palestinas por los bombardeos israelíes. De esos 200 muertos, el propio gobierno israelí reconoce que los combatientes del Hamas muertos no llegan a los 80.
En todo caso, la miopía del Hamas, mezclada con su incapacidad para administrar la Franja solucionó buena parte de los problemas de Netanyahu frente a la comunidad internacional. Es que rápidamente, Netanyahu aceptó la tregua propuesta por el gobierno egipcio y decretó el cese el fuego, pero antes de las 6 horas, el Hamas lo rechazaba para continuar con la lucha.
¿Continuar con la lucha por parte de quienes no tienen ninguna chance de ganar? Por lo menos, extraño. Israel reanudó entonces, sin críticas, sus ataques aéreos.
¿Qué busca Israel? Aquello que los equilibrios del primer ministro Bejamín Netanyahu, le permiten.
Medio gabinete quiere avanzar sobre Gaza, invadirla y cazar a los miembros del Hamas, uno por uno. También lo quieren los habitantes de las ciudades del sur israelí, como Sderot, que son las que mayores riesgos corren frente a los cohetes de Hamas.
Y cada vez es mayor el número de israelíes que tornan al extremismo. En particular, tras el secuestro y homicidio de los tres adolescentes que dio origen a una “caza al árabe” por las redes sociales de Internet.
Pero, las voces de la prudencia no faltan. Desde el servicio de inteligencia y desde las Fuerzas Armadas, los profesionales saben que una operación militar sobre Gaza acumulará muertes y odio pero difícilmente acabe con Hamas. Por el contrario, es probable que aceite, en la desgracia, sus mecanismos de reclutamiento.
De allí que, de momento, Netanyahu no preste oídos a sus ministros Avigdor Lieberman y Naftalí Bennett.
Seguirá con los ataques aéreos, al menos un tiempo más. Pero, además, Hamas atraviesa un problema de crisis financiera. No tiene recursos para pagar a sus funcionarios, maestros, médicos o policías. Está quebrado.
De allí que aceptó sin hesitar la propuesta de reunificación palestina que, hace solo poco más de dos meses, le hizo llegar la ANP. Hamas demostró que sirve para mantener una retórica guerrera, no para administrar un territorio.
La caída del régimen de los Hermanos Musulmanes en Egipto privó a Hamas de su principal aliado y el financiamiento del Emirato de Qatar ya no es lo fluido que era.
En frente, el presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, también está débil. Al punto que es percibido como demasiado volcado a aceptar cuando le indican los israelíes. Pero, Abbas cuenta con el respaldo del mundo árabe, particularmente de las monarquías del Golfo y eso representa recursos.
Resulta importante porque, además, de una guerra de argumentos, el conflicto israelí-palestino es también un conflicto de percepciones. 

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