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TENDENCIAS

¿Para quién trabaja Camila?

Hace varios meses, durante la campaña de Greenpeace en defensa de la reserva de San Guillermo, para protegerla de la minería transnacional que en la Argentina lleva una “década ganada”, una colega me decía que no entendía que la gente se ocupara de estas cosas en lugar de preocuparse por los niños con hambre. Ante ese razonamiento pensé: “Houston, tenemos un problema”. Y este es mucho más grave que el sufrido por la Apolo XIII.
Las políticas o acciones para la protección de la naturaleza en el siglo XIX y principios del siglo XX podían relacionarse con aspectos culturales y de recreación. Pero, desde hace décadas fatalmente estamos entendiendo que la protección del medio ambiente, su preservación y las acciones para evitar que este resulte agredido, se relacionan con la “supervivencia de la raza humana”.
¿Exagero? Preguntemos a cualquier habitante de la ciudad de Nueva Orleans en EE UU o de nuestra ciudad de La Plata. Probablemente, en Nueva Orleans antes de Katrina y en La Plata previo a la lluvia trágica del 2 de abril, la mayoría de las personas no advertían la relación entre medio ambiente y sus vidas.
Tal vez, tampoco entendían las razones de la preocupación y lucha “pacífica” de quienes pensamos que el futuro sólo es posible bajo la idea de un desarrollo económico sustentable. Al respecto, el filósofo francés André Gorz dejó un legado intelectual en su libro Ecológica que permite entender cómo el medio ambiente y su protección se relaciona con el futuro de la supervivencia del género humano.

Guerra contra la naturaleza

El desarrollo industrial impulsado por los combustibles fósiles -muy baratos hasta 1973 y muy caros desde entonces- expusieron a la humanidad a una guerra contra la naturaleza. Hoy conocemos su reacción. El sistema capitalista y el colectivismo marxista comparten la responsabilidad de la consecuencia que hoy sufrimos: el cambio climático. Durante más de un siglo disputaron la apropiación de la renta sirviéndose del proceso industrial a cualquier costo. Ahora, la humanidad asiste a la socialización de la polución ambiental y al agotamiento de los recursos naturales.
La lucha por la defensa del medio ambiente es una lucha global, sin fronteras ni distinción de razas, credos o condición social. El impulso de las energías limpias -eólica, solar, geotérmica- y la protección de reservas naturales, se relacionan en forma directa con la calidad de vida presente y futura de los pueblos.
Esta es la lucha de Camila, Hernán y los 28 activistas de Greenpeace detenidos en Rusia, acusados de un “crimen”: “piratería en el mar”.
Estos héroes -no delincuentes- emprendían una protesta “pacífica” pero contundente en interés de la humanidad, no personal o de grupo. En este caso, realizaban la campaña en defensa del océano Ártico. Allí, las empresas buscan petróleo para lograr beneficios privados a un costo que es trasladado a la humanidad toda. Muchos Estados, en lugar de proteger los intereses colectivos, prefieren proteger a estas empresas. El Ártico sufre año tras año la pérdida de su masa como resultado del cambio climático y la explotación petrolera agrava esa problemática al agredir en forma directa el ecosistema allí existente.

Acusación burda


La acusación de piratería en los mares, es burda. No hay beneficio ni acción en el propio interés, y tampoco existen actos de violencia. Por ello se trata de una imputación falsa pero con un claro objetivo: disciplinar y atemorizar a quienes actúen en defensa del medio ambiente. Especialmente, hacerlo con las ONG de escala global sostenidas por el esfuerzo directo de la sociedad civil, como lo es Greenpeace.
Como burda es la acusación del gobierno ruso, naif es su creencia de que esto retaceará la lucha ambiental. Del mismo modo que la defensa del medio ambiente es global y para toda la humanidad, así se multiplican las reacciones contra las detenciones de estos activistas.
En síntesis. ¿Para quién trabajan Camila y el resto de los activistas? Trabajan para el bien común, sin fronteras. Trabajan para que el cambio climático no afecte a poblaciones como La Plata que recibieron en 3 horas la lluvia más violenta de su historia. Trabajan para que todos, y especialmente los pobres, tengan lo que hoy no tienen: acceso a la tierra, agua y alimentos no contaminados; energía barata, limpia, sin mega obras que demoran años y explican la corrupción estructural.
La lucha ambiental es una lucha a favor de los que menos tienen, ya que son los pobres quienes están más expuestos a enfermedades como consecuencias de tierras, alimentos y aguas contaminadas.

Soldados humanitarios


Las sociedades deben ser conciente de que Camila y Hernán son soldados humanitarios que ponen el cuerpo por nosotros en un frente de batalla que parece invisible. Una guerra desigual por la impiadosa reacción de la naturaleza frente a la agresión de las empresas contaminantes (petroleras, de mega-minería, agroquímicas).
El huracán Katrina en EE UU, las lluvias e inundación de La Plata, los mosquitos en pleno invierno, los 25° o 30 ° en vacaciones de julio, no son una casualidad. Son las consecuencias directas del cambio climático.
Por lo menos ayudemos a Camila y a Hernán desterrando nuestra indiferencia. Comencemos a respetar y a preocuparnos por quienes trabajan en la defensa del medio ambiente. Hagamos que la solidaridad que mostramos desde el 2 de abril para ayudar a los vecinos castigados por la inundación se mantenga activa en apoyo de quienes están luchando para evitar un futuro donde estas tragedias se repitan.


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