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OPINIÓN

Reaparece el fantasma de la sojización en la práctica agrìcola

La falta de agua en la mayor parte del área agrícola del país y los valores económicos ponen en el tapete otra vez un incremento de la práctica agrícola que ya es una realidad argentina: la sojización.
El 64 por ciento de los cultivos principales nacionales son de soja y ahora en el horizonte se perfila una caída en la intención de cultivo de maíz, que es el que se rota con la oleaginosa. A unas semanas de empezar la campaña 2013-2014 de maíz en la zona núcleo productiva, las precipitaciones se hacen desear y la falta de humedad impide a muchos productores programar su ciclo maicero.
Por lo tanto, los analistas de las Bolsas de Cereales de Buenos Aires y de Comercio de Rosario plantean que la intención de siembra del maíz se reduciría entre un 10 a 20 por ciento, que se iría a la implantación de soja.
El último jueves de agosto el Panorama Agrícola Semanal (PAS) dio por terminada la recolección de maíz con destino a grano comercial de la campaña pasada, 2012-2013 y dijo que con una producción de 24.8 millones de toneladas, un 15,4 por ciento más que lo obtenido el ciclo pasado que fue de 21.5 millones de toneladas. Sin embargo el área retrodecería de nuevo si los pronósticos se cumplen.
Los resultados fueron medidos por los especialistas a pesar de que todavía puedan verse algunos cuadros de maíz en pie sobre el extremo norte de Córdoba, Centro-Este de Entre Ríos y en el Sudeste de Buenos Aires, pero no se trata de un área significativa del total implantado que fue de 3,678 millones de hectáreas en el país.
Esa es la superficie que descendería y daría paso a la soja con los daños que causa a los suelos por falta de cobertura y rotación anual.
Los números, en tanto, no ayudan al maíz, según los cálculos de la publicación Márgenes Agropecuarios, las proyecciones para la soja de primera en campo propio tienen el resultado neto proyectado más alto.
En maíz, en cambio, los rindes de indiferencia para cubrir costos totales son elevados, del orden de 80 quintales por hectárea, en cambio “para soja el de 28 quintales por hectárea es alto, pero más accesible”.
De este modo, en campo arrendado, para un valor de arriendo de 1.500 kilos por hectárea de soja para la de primera y de 1.400 kilos por hectárea para maíz, “las proyecciones son de quebranto para el maíz”, se dijo. Otro dato que se conoció es que la venta anticipada de insumos para la siembra de maíz también bajó.
La Guía Estratégica del Agro (GEA) de la Bolsa rosarina (BCR) dijo que finalmente, todas las expectativas están puestas en el cultivo de soja, ya que actualmente la rentabilidad del sector se está definiendo allí. “De todas maneras, los márgenes siguen siendo ajustados, principalmente en campos arrendados”, analizó.
Esta semana que pasó, “la falta de lluvias aunada a temperaturas por encima de lo normal en el Medio Oeste norteamericano impulsaron los precios de la oleaginosa en la semana, con subas del 4% para la posición más cercana en el Mercado de Chicago que ajustó a 523,24 dólares la tonelada”, explicó la especialista Emilce Terré. Mientras que el contrato para la próxima cosecha que vence en noviembre escaló un 2% a 498,81 dólares la tonelada.
Un problema que no preocupa sólo a los técnicos de la BCR, sino también a otros es que a medida que aumentan los rendimientos en soja, caen los índices de contenido proteico y eso es un inconveniente en la producción de harina sojera.
La soja argentina procesada es utilizada para la alimentación aviar y porcina y los últimos índices marcaron un contenido proteico de 37,1 por ciento, 1,6% por debajo del promedio de 38,7 por ciento de los últimos 16 años.
 

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