Roberto Biurrun
BÁSQUET

Roberto Biurrun: “Uno por más que no lo sienta y no lo quiera, se codea con la muerte”

Tito habló del difícil trance que le tocó vivir al haber contraído coronavirus y contó su experiencia a modo de concientización hacia la sociedad. Por supuesto, también habló de básquet.

Uno dentro de la edad que tiene y como siempre fui responsable con mi grupo familiar, siempre  tuve las precauciones normales del caso para Covid 19. A mi nieto no lo veía, compartimos con mi mujer Liliana los quehaceres domésticos y las compras comunes para el normal desenvolvimiento de la familia. Siempre tomamos los recaudos correspondientes.

Ahora, de que manera me toma el Covid, es impredecible. Pueden ser uno, dos, tres, cuatro lugares que uno iba siempre, aún con las protecciones correspondientes, los cuidados comunes de barbijo, distanciamiento y lavado de manos.

Me tocó. Y fue en una forma muy especial. Los dos positivos, Liliana y yo. Ella sintomática con algunos problemas de estómago y nada más. La pasó en casa.

Yo me tuve que trasladar a la clínica La Pequeña Familia, hisopados, neumonía bilateral. Cuatro días estuve en el piso de Covid con un muchacho en las mismas condiciones.

Después se complicó un poco y me pasaron a terapia por cuatro días. Ahí evolucioné, volví al piso, pero estuve catorce días internado.

Gracias a Dios y a las oraciones de toda la gente que me quiere, pude salir adelante. En estas circunstancias uno se da cuenta de toda la gente que lo quiere, porque nunca toma dimensión de ello.

Nunca me faltó el aire. Comencé con una baja de saturación de oxígeno. Primero me pusieron las dos cánulas con oxígeno y luego la máscara. Aparentemente –porque en terapia y en el piso no te dicen muchas cosas- me pasaron a terapia para un mejor control, pero no me quedan dudas que se había complicado todo.

La próxima etapa –que nunca me la dijeron- era el respirador. Pero nunca llegué a usarlo, gracias a Dios.

Nunca sentí la sensación de la falta de aire, pero si puedo decir que uno está solo. Se pierde contacto con la realidad, no se pasa nunca el tiempo.
Pero en un momento dije: “cómo no voy a salir de esta, dale, ponele garra, fuerza”. Y acá estoy.

En 72 años jamás había estado internado. Lo mío fue un cuerpo virgen que apareció internado de buenas a primera. Por eso tal vez la cabeza jugó un papel importante. No estaba acostumbrado a este tipo de cosas y más en esta situación.

Es que uno por más que no lo sienta y no lo quiera, se codea con la muerte. Yo tuve un mano a mano con esto en muchos momentos. Veía a mis hijos por una ventana de Terapia, por medio de Javier Pepa que es nuestro médico clínico.

Me dieron el alta después de casi quince días y llegué a mi casa con el cuerpo como si me hubiese agarrado una bomba. No podía estar de pie. Me paraba y a los treinta segundos me tenía que sentar nuevamente. Una sensación de inestabilidad general que no puedo comentar lo que es. Sería irreal transmitirlo.

De a poco me fui recuperando, caminando, tomando sol a la mañana media hora. De acuerdo a lo que me dijeron la vitamina D es fundamental en estos casos.

Camino unos cuarenta minutos por día, voy un rato a la quinta. Hago vida normal. Me falta recuperar un poco de fuerza. Perdí siete kilos, que dentro de lo flaco que soy es bastante. Me tengo que hacer un chequeo a ver cómo están los pulmones, la sangre, para ver si quedó alguna secuela. Pero estoy muy bien.

Haciendo un sondeo de lo que pasa en el país es parecido a lo que sucede en el mundo. La gente joven hasta una edad determinada no tiene conciencia. Se abre las cosas de a poco y no hay conciencia de lo chicos. Sin ir mar lejos, lo que pasó en Mar del Plata el pasado fin de semana. La gente sin distancia, sin barbijo, sin comportamiento. En Europa pasó lo mismo.

Esto va a ser hasta que vengan las vacunas, que sean confiable y que todo el mundo logre inmunidad.

Después si empezamos a analizar que hizo el país bien o mal es relativo. Nadie en esta enfermedad es el dueño de la verdad. Es todo muy complicado.

Ahora tenemos este bache de verano que va a ser complicado. Ojalá no tengamos un rebrote.

La atención de La Pequeña Familia fue excepcional, desde Javier Pepa hasta los médicos del piso y quienes me atendieron en terapia. No tengo más que palabras de agradecimiento.
El básquet
Sigo siempre el básquet por la tele, es mi pasión. Miro la Liga por el streaming, pero hay una chatura total que se da en todo el mundo. El proceso de esta enfermedad ha parado todo.

Si uno lo traslada a la situación económica nuestra que estamos muy mal, los clubes están peor. Las entidades la pelean por todos lados para sostener una estructura que tienen y no la quieren perder. Claramente acá es el caso de Argentino y Ciclista.

Lo importante es que el sistema siga funcionando y que no se corte. Esto da paso en un momento determinado a que mejore el básquetbol.

El problema económico es crucial porque cuando ven un jugador talentoso y una proyección determinada se lo llevan enseguida.

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