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CON EL SUDOR NO SE ELIMINAN GRASAS

Se cae otro mito popular: transpirar no significa adelgazar

Entrenar abrigado puede resultar peligroso y no sirve para perder kilos.

En plena época de calzarse la malla, aparecieron los “deportistas de temporada”. Esos que pretenden bajar en un par de meses el exceso de calorías que consumieron durante todo el año. Ante el apuro por bajar la panza, muchos se ejercitan abrigados con la ilusión de eliminar las grasas más rápido. Pero esa creencia es errónea: transpirar no es sinónimo de adelgazar.
La idea se arrastra desde varias generaciones. Tal vez nació por la necesidad de ver beneficios en el momento mismo del esfuerzo y así darse ánimo para continuar la práctica. Acaso a alguien se le ocurrió que con su rutina de ejercicios lograba convertir la hamburguesa con papas fritas que devoró la noche anterior en puro sudor. Y entonces la remera mojada se convirtió en la prueba inmediata de que el sacrificio vale la pena.
El boca en boca se encargó de difundir este mito, que nada tiene de cierto. “La transpiración es una forma del organismo de regular su temperatura. Con el sudor no se eliminan grasas, sino agua y sales minerales”,  explica Marilyn Schreiber, profesora de gimnasia, y aclara: “El peso que se pierde se recupera al volver a consumir líquidos”.
Además de que las grasas no se convierten en sudor, tratar de aumentar la transpiración puede resultar peligroso. Schreiber advierte que ante la pérdida excesiva de líquidos corporales aparece el riesgo de deshidratarse. Por eso recomienda beber agua antes, durante y después del entrenamiento.
“La bebida puede estar fresca, aunque no helada. Y la cantidad dependerá de la necesidad de cada persona y de la intensidad del ejercicio que se practique”, afirma Schreiber, y agrega: “Lo importante es ir tomando tragos y no esperar a sentir sed, porque muchas veces esta sensación aparece cuando el cuerpo ya está deshidratado”.    
Independientemente de la transpiración que pueda generarle a cada persona (algunas sudan más que otras), para quemar grasas, muchos personal trainer aconsejan combinar ejercicios aeróbicos (trotar, nadar o andar en bici, entre otros) con trabajo de fuerza (aparatos o algunas pesas). Se puede ir alternando entre uno y otro, o condensar lo aeróbico al principio o al final de la rutina. Lo importante, según marcan algunos profesores,  es  que el ciclo de ejercicios incluya los dos tipos de gimnasia.  
En cuanto a la ropa, Schreiber dice que “lo ideal es usar ropa fresca, con colores claros si se practica algún deporte al aire libre y un gorro para proteger del sol”. Con buzos y ropa pesada la fatiga puede llegar antes de tiempo y así disminuir el rendimiento.
Los que compraron las fajas o las calzas que se promocionaban hace unos años por televisión para aumentar la transpiración, podrán tirarlas sin ningún reparo. Lo único que lograrán al utilizarlas es perder líquido o, en el peor de los casos, quedar deshidratados.
La licenciada en nutrición Marcela Caruso coincide con Schreiber sobre los riesgos que se corren al  intentar aumentar la sudoración: “La grasa no se elimina por la transpiración. Las fajas u otros elementos que pretenden aumentarla son contraproducentes y pueden ser riesgosos para la salud”.
La especialista señala que para perder peso es necesario mantener a lo largo del año una rutina de ejercicios acompañada de una dieta sana y equilibrada.
“No existen formulas mágicas”, asegura Caruso, y plantea que con una dieta y gimnasia se pueden llegar a perder entre dos o cuatro kilos al mes, dependiendo de la situación y del metabolismo de cada persona.

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