DOCENTE, PSICÓLOGA Y POLÍTICA

María Magdalena Ricchini: “Volvería a repetir todo lo que hice”

Docente en Junín, Chacabuco, Roca y Morse. Fue concejal en tres períodos, funcionaria municipal y precandidata a intendente. Realizó una maestría en España y vivió en Israel como parte de una beca de estudio. Actualmente, es asesora pedagógica escolar, ejerce como psicóloga en su consultorio y sigue de cerca la política local. “Estoy trabajando en un proyecto”, adelantó.

Se trata de una persona con una ferviente ligazón a Junín. Además de su experiencia en la gestión municipal y sus conocimientos académicos como docente, María Magdalena Ricchini es una persona de considerable notoriedad local.

De tal manera, en diálogo con Democracia, Ricchini abordó su trayectoria ligada a Junín y sus distintas facetas como docente, psicóloga y política.

Infancia 

“Mi historia es la historia de la gente de mi edad. Nací en el barrio El Picaflor: Hipólito Yrigoyen y Bernardo de Irigoyen, una intersección radical. Crecí en hordas que andaban en bici, jugaban al ring raje, al policía y el ladrón hasta el festejo de un carnaval que llevaba caretas de sandias, preparando el momento para jugar con agua”, introdujo.

“Siempre me dijeron ´Magda´ hasta que pasó a ser mi nombre y uno lo lleva con el orgullo que puede llevarlo. El nombre nos precede de alguna manera. Una abuela mía se llamaba Magdalena”, contextualizó, para iniciar, sobre su apodo.

Rememorando los viejos tiempos contextualizó: “Un Junín con menos tránsito, más seguro, la puerta sin llave. Cada uno era llamado por el silbido de sus padres, a los cuales reconocía, y volvíamos a casa”.

Y siguió: “Los días de lluvia salíamos con una capa encerada y botas a jugar carreras de barcos de papel. El cine era casi diario: tenía el San Carlos cerca y había sobre distintos tópicos. Todo eso era parte del entretenimiento”.

La institución en la que dio sus primeros pasos fue la Escuela N°1. “Íbamos caminando y levantando compañeros en el camino. Llegábamos muertos de risa e íbamos paveando.

Hoy los chicos están muy incomunicados porque están muy comunicados con la pantalla y hace que deambulen mucho menos. Mis siete años de primaria los hice ahí y luego mi decisión fue ir a la escuela Normal”, señaló.

Además del bagaje escolar, Ricchini también tuvo interés por las lenguas extranjeras, por lo que, decidió formarse en francés e inglés como capacitaciones en simultáneo a lo escolar.

“Nunca hubo imposición en casa. Siempre fuimos muy libres con la obligación de leer: eso sí. Teníamos un diccionario Sopena en la punta de la mesa y mi papá siempre decía que agarráramos el mata burro y buscamos la palabra que conocíamos”, indicó sobre su crianza.

En tal sentido, al hablar sobre su figura paterna contó que “provenía de inmigrantes italianos: algunos estaban en Saforcada y otros en Mercedes”.

“Mamá venía de una familia de ferroviarios de la fraternidad. Ella era profesora de piano y había armado una academia de piano. Vendió el piano y pagó parte de la casa”, comentó.

Docencia

No solo el amor por el estudio es algo que caracteriza a Ricchini, sino también la pasión por la pedagogía. Al respecto, expresó: “Amaba todas las materias y me gustaban todos los espacios curriculares. Lo que más quise en la vida era matemática o física”.

“Me fui a La Plata en el 71 a seguir Ingeniería en Construcciones, y mi viejo infartó. Me volví y seguí con Filosofía en el Instituto de Profesorado de Junín. Fue un tiempo muy lindo”, recordó. 

Sobre el surgimiento de su vínculo con la docencia indicó: “En el camino de hacer el profesorado descubrí esto de dar clase. El profesorado fue una decisión salvadora”.

“Después de que me recibí hice dos millones de cursos, fui bastante itinerante como todos los docentes para poder sobrevivir, fui un profesor taxi de alguna forma”, consideró. 

Y compartió: “Trabajé en Chacabuco mucho tiempo también. Tenía una bicicleta en la casa de una amiga porque la escuela quedaba pasando el cementerio. Fui asistente educacional, hoy es la asistente orientacional”.

Además de la vecina localidad de Chacabuco, Ricchini también trabajó en Morse y Agustín Roca. “Es muy lindo trabajar en los pueblos porque están orgullosos de sus escuelas”, enfatizó.

“Me gusta hablar de educando, que es un tipo en acción: que recibe, analiza y devuelve. No me gusta que se les diga ´chicos´ porque se les quita esa responsabilidad e inacción.

Soy una privilegiada de poder seguir en acción”, detalló en términos pedagógicos.

Psicología

Otra de las facetas que presenta es su relación con la psicología: profesión que actualmente ejerce y que honra. 

“Nunca me faltó trabajo. Estudié psicología durante la gestión estatal. Me casé muy joven y tuve a Paula, mi hija mayor, a los 22 años. Se fue a La Plata a estudiar medicina. Y luego tuve a Emilia que estudió odontología. Eso hizo que yo pudiera volver a estudiar. Siempre fui muy movediza y es raro que parara”, reseñó. 

De tal forma, propio de su proactividad, su formación no terminaría solo con el profesorado. “En el secundario me gustaban todas las materias y me parecía que psicología tenía mucho de filosofía: la vida y el ser humano. No me costó para nada seguir estudiando y transitar la facultad”, dijo.

Y opinó: “Son los tiempos más felices de la vida cuando uno está estudiando. El contacto con el otro, la risa pronta, la cuestión que sigue haciendo de uno un ser divertido, encontrando la anécdota donde no la hay y enriquecerse pasionalmente”.

Respecto a lo que es su actual profesión como psicóloga aclaró que “la gente que va al consultorio no está loca. Hay una creencia general de eso y, en verdad, la gente llega arrastrando angustia. Te podría marcar una psicología pre-pandemia y otra pos-pandemia”.

Y profundizó: “Lo más grave que pasó en la pandemia fue la incertidumbre: dónde se va cuando ningún lugar se presenta como refugio. La certidumbre es psicótica, pero lo que presentó la pandemia fue tremendo”.

“Angustia de distintos tipos: económica, soledad, nerviosismo. El trabajo de uno es desenredar todo eso. El psicólogo no tiene la verdad, la verdad la trae el paciente”, manifestó. 

Visión de Junín

“Soy una fanática de los planes estratégicos y pensar un lugar con 15 años hacia adelante. Hacer un plan que se va trabajando con las distintas instituciones y lo que quiera la gente quiere”, opinó. 

Y destacó: “Junín creció maravillosamente. Es un centro importantísimo del noroeste de la Provincia en educación y salud. Como antes la gente se iba de Junín a Buenos Aires, ahora vienen a Junín a atenderse o hacer compras”. 

En materia educativa valoró: “Hay más de 4 mil inscriptos en la Unnoba y eso dio muchísimo movimiento en todo sentido: transporte, gastronomía, inmobiliario”. 

Asimismo, agregó: “Tiene un parque industrial importante y se está pensando nuevamente la parte de zona logística”. Y criticó: “Me cuesta hablar de seguridad y es más fácil hacer referencia a la inseguridad por cómo están las cosas”.

Política

Además de la docencia y psicología, podría decirse, que otra de las pasiones y fervientes convicciones de Ricchini ha sabido ser, y continúa siéndolo, el terreno político.

“Fui muy politiquera y peleadora de las causas perdidas. Empecé a ser consejera escolar suplente y luego me convocó Abel Miguel, en el 91, para tomar la Secretaría de Bienestar Social y ahí empezó un periplo totalmente diferente. Me tocaron las siete plagas de Egipto con inundaciones, dengue, y demás”, manifestó.

Sobre la figura de Abel Miguel, quien le dio la mano para subirse al mundo político y con quien trabajó 14 años, consideró: “Se lo quiera o no fue un adelantado. Una de las cuestiones fue el Centro Universitario Regional Junín (CURJ) y la empresa de gas. El CURJ fue una idea loca de un intendente loco”.

“De alguna forma, Junín gastó casi 14 millones en sostener ese Centro y hoy es la Unnoba. Fue maravilloso porque logró que las universidades autónomas se dieran un abrazo y cada uno pusiera lo mejor que tenía y los titulares de las materias vinieran a dar clase acá”.

Como parte ineludible de dicha política pública, Ricchini abordó su trayectoria y analizó: “Mi camino en la política fue groso: fui precandidata a intendente tres veces; fui concejal mandato cumplido; diputada propuesta en un tercer lugar por la Cuarta Sección electoral; asesora de educación en la Legislatura provincial”.

“Me encantó todo lo que hice y lo volvería a repetir de la misma manera. Los principios uno los tiene en el alma”, remató.

Cierre

En la actualidad se desenvuelve en el consultorio privado como psicóloga, brindando asistencia tanto presencial como virtualmente. Además, continúa vinculada al mundo escolar.

“Sigo con un cargo en la escuela secundaria Técnica Industrial. Di la continuidad a un cargo de asesor pedagógico: la responsabilidad de seguimiento de nuevas ideas, gabinete psicopedagógico y asesoramiento del equipo directivo. Lo desempeño con muchísimo amor y amo esa escuela. Estoy dando de mi todo lo que puedo hasta que me canse. Me he jubilado en las horas de catedra”, contó.

Finalmente, e ineludible para su razón de ser, abordó el escenario político local y señaló: “Estoy en observación, ando de afuera mirando. Me gusta mucho lo social y algún proyecto tengo, pero vamos a ver para dónde lo encamino. La política ha sido y es mi pasión”.

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