MÉDICO OFTALMÓLOGO

Diego Gerardo Calabro: “Siempre me gustó poder ayudar y resolver”

Nacido en el sur de la provincia y formado en Buenos Aires, se casó con su pareja juninense y formó su propia familia en nuestra ciudad. Llegó a hacer 24 cirugías de cataratas por mes en Los Toldos. Tras varias décadas de trabajo, se convirtió en una referencia del mundo de la medicina local. “Junín me gustó siempre y la elegimos para formar una familia”, contó.

La Real Academia Española define al término “medicina” como el “conjunto de conocimientos y técnicas aplicados a la predicción, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades humanas y, en su caso, a la rehabilitación de las secuelas que puedan producir”.

Tal definición, llevada al mundo de la oftalmología, es la que cabe a la perfección para Diego Gerardo Calabro, quien se constituyó como una palabra autorizada en la materia.

Además, integra la lista de numerosas personas que llegaron a nuestra ciudad para desarrollarse y formar su propia familia. A esta altura se puede afirmar que es un juninense por adopción. 

En diálogo con Democracia, Calabro recordó su infancia, resaltó la figura tanto de su tío como de su suegro en la profesión, realizó un balance de su trayectoria como profesional y resaltó el lugar ocupado por su familia.

Infancia 

Los comienzos de Calabro estuvieron en el sur de la provincia de Buenos Aires, ya que no es nacido en nuestra ciudad. Pero se puede afirmar que es un juninense adoptivo debido a que se encuentra hace años acá.

Hijo de una madre ama de casa y un padre viajante y vendedor de materiales de odontología, las premisas del respeto y trabajo arduo caracterizaron a la familia Calabro.

“Soy nacido en Puerto Belgrano, en Punta Alta, a 640 kilómetros, al lado de Bahía Blanca, de Monte Hermoso”, introdujo y explicó que es “una ciudad de 50 mil habitantes que depende en gran parte del puerto y la Base Naval Puerto Belgrano”. 

Acerca de su vínculo con nuestra ciudad, compartió: “Empecé a venir a Junín cuando me puse de novio en el año 2002 en Buenos Aires. Mi mujer es de acá. Luego, nos instalamos en el 2013”.

“Nos queríamos ir de Capital porque mi mujer estaba embarazada y no nos gustaba la idea de tener familia allá. Nos gusta estar más tranquilos y no con la demora en las distancias y demás cosas. Junín nos daba la tranquilidad de la crianza, acompañar a los chicos y criarlos de otra manera”, aseguró. 

Por otra parte, la posibilidad de continuar con su desarrollo profesional y trabajar articuladamente con una persona de confianza contribuyeron a la toma de decisión. Al respecto, comentó: “Mi suegro tiene la clínica de ojos, y a nivel laboral nos cerraba el tema para poder seguir creciendo”.

Medicina

Respecto a los motivos que lo llevaron a elegir esta profesión, contó: “Tenía la imagen de mi tío, que era médico ginecobstetra, Antonio D’amico. Lo tuve como mi ídolo, como la persona que quería ser. Veíamos los partidos de Boca en el hospital y lo acompañaba constantemente. Desde el jardín decía que quería ser médico y siempre me reflejaba su imagen”. 

En tal sentido, continuó: “Quería hacer lo que hacía él, pero me dijo que le gustaría que hiciera otra cosa por tema tiempos. Me ligué a la parte de cirugía junto a la posibilidad que me mostró mi suegro en oftalmología, donde podía realizar la parte quirúrgica y clínica”.

De hecho, una característica a resaltar es la atención que brinda a quienes acuden al consultorio. “Además de lo de nivel ocular, me gusta conocer y saber un poco más, no me cierro en por qué viene el paciente”.

Sin dudas, tal desenvolvimiento está en íntima relación con su personalidad. “La parte social, la interacción con las personas siempre me gustó, como así también la parte de poder ayudar y resolver”.

Y contextualizó: “Me formé en el Hospital Oftalmológico Pedro Lagleyze, pasé una etapa hermosa de mi vida e hice muchas amistades de distintas provincias con las que sigo en contacto hoy”. 

Desde que llegó a nuestra ciudad hasta el momento de interrupción de actividades que provocó la pandemia, Calabro formó parte del hospital de Viamonte, en una modalidad Ad-Honorem para asistir y acompañar pacientes que lo requiriesen.

“Los Toldos fue el lugar donde pude hacer mi parte social y me permitió tener un nombre. Implementamos las cirugías dentro de ese lugar. Llegar a 24 cirugías de cataratas por mes dentro de lo que es la localidad era algo increíble”, expresó.

También la gratitud es algo que tiene presente. “Siempre soy muy agradecido de todas las personas que tengo cerca. Soy un afortunado en tener gente que me ha brindado todo: cuando te enseñan sin ponerte límites en la enseñanza y generar buenos vínculos”, consideró. 

“Cuando terminé la etapa formativa, tuve la suerte y el acompañamiento de mi suegro Héctor Matterazo, que me dio la confianza para hacerme cargo de la parte quirúrgica de la clínica en el Instituto de Ojos Junín”.

Al momento de narrar cómo es un día en la vida de Diego Calabro, señaló que “cambia mucho dependiendo del día”, y generalizó: “Normalmente hago consultorio, a veces de corrido y otras corto al mediodía y retomo a la tarde. Los miércoles siempre opero a la mañana; trabajo los sábados hasta el mediodía y hago estudios y prácticas sencillas”.

Recomendaciones

Como profesional de la salud, al momento de abordar lo que es el mundo de la oftalmología, brindó una serie de cuestiones generales para el cuidado personal.

“Los controles en diferentes etapas de la vida: en la presión de los ojos, que se pueden presentar enfermedades que no tienen síntomas. Con los años se presentan cataratas; a partir de los 65 años el deterioro visual, que se van acostumbrando y no lo notan”, detalló.

También resaltó la importancia del cuidado “en los más chicos, la parte de control, que es obligatorio en los recién nacidos y el preescolar antes de primer grado”.

Asimismo, como una cuestión troncal y genérica, hizo foco en el presente de todas las personas atravesadas por las pantallas, ya sea de celular, televisión o la computadora. Por ello, recomendó: “Limitar el uso de pantallas o hacer unos parates, no estar de corrido frente a ellas. Se utiliza una regla de 20 x 20 x 20, es decir, usar 20 minutos el dispositivo, parar 20 segundos y descansar 20 segundos para evitar ojos rojos y cansancio”. 

Para cerrar, al hacer mención a cuáles son las necesidades a atender día a día en el consultorio, informó que son “controles donde se aborda cómo ve el paciente y si necesita anteojos, la presión y el fondo de ojos. Los aparatos lo hacen a este último sin poner gotas, por ejemplo”. 

“Todos fueron cambios importantes que se dieron pospandemia. Lo principal que hicimos fue la parte de tecnología: que sean estudios que no sean de contacto y lo hacen casi todos los aparatos”, cerró.

Visión de Junín

De nacer en el sur de la provincia de Buenos Aires, a formarse académicamente en Buenos Aires para, finalmente, formar su familia en Junín, Calabro decidió echar raíces en nuestra ciudad. Luego de haber vivido en localidades disímiles por sus características, se puede afirmar que sabe diferenciar entre las mismas. Y, a su vez, también sabe elegir qué le gusta.

“Siempre dije lo mismo: Junín va a seguir creciendo y tiene potencial para hacerlo. Es potencia en la zona en todas las ramas. Es una ciudad tranquila, en el sentido de la tranquilidad del día a día, te permite tener tiempo. Me gusta”, opinó. 

Sin dudas, lo social es algo que destacó a lo largo de su relato y que él valora mucho. “Acá logré tener un grupo de amigos y me gustó siempre, desde que la conocí”, resaltó.

“A nivel familiar, termino de trabajar y siempre busco la forma de acompañarlos en el deporte a los chicos, y yo también trato de hacer algo. Juego en algunos equipos de forma amateur tres veces por semana”, agregó.

Familia 

Otra arista que abordó fue el lugar ocupado por su gran pilar personal: la familia. Fue allí cuando se acordó de todos los que estuvieron y están acompañándolo desde hace años.

“Me ayudó toda mi familia: desde mis viejos hasta mi abuela que vivía en mi casa. Siempre tuvimos el respaldo y el compromiso de estudiar y terminar lo más rápido posible.

Siempre fui consciente de que me iba a estudiar, no a perder el tiempo. Soy bastante estructurado y tuve la suerte de conocer a mi señora en el segundo año de la carrera. Hicimos toda la carrera y parte de la especialidad”, contó. 

Al hacer mención a quien es hoy su esposa, compartió cómo fue el comienzo de tal vínculo. “Nos conocimos como compañeros de cursada y en el cumple de un amigo empezamos la relación. Fue comenzando el segundo año y a partir de ahí inició un recorrido largo”, recordó. 

De tal forma, se constituyó la familia Calabro: su mayor título a nivel personal. “Mi familia ocupa todo. El tiempo siempre lo tengo para ellos. Con mi mujer siempre tratamos de estar presentes en la diaria de nuestros hijos”, resaltó y añadió: “No me pierdo una práctica de fútbol de mis hijos y, si no puedo ir a un acto por trabajo, va mi mujer”.

Si bien pasa varias horas del día abocado a su desarrollo profesional y trabajando, Calabro no descuida la parte social y, fundamentalmente, el plano familiar, donde busca día a día disfrutar del crecimiento de sus hijos a través de una paternidad presente tanto física como afectivamente.

Junto a una profesión que le apasiona, Junín se volvió una plataforma como ciudad para poder hacer realidad esto y, a su vez, desde el plano laboral, Calabro potenció el terreno de médico oftalmólogo. Una historia que lleva varios años y que, aún, le quedan muchos por escribir.

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