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FANGOTERAPIA

El barro como elemento curativo

Elementos tan simples como la tierra y el agua nos pueden brindar beneficios tanto para la salud como para la belleza. Las envolturas de barro tienen cualidades purificantes y remineralizantes, regulan la temperatura corporal y estimulan la circulación, entre otras virtudes. Los elementos contenidos en el fango retardan el proceso de envejecimiento de las células, facilitando su regeneración, revitalizándolas, fortaleciendo la tersura de la piel y ayudando a equilibrar su pH.

Le llamemos fango, barro, arcilla o lodo, lo primero que hay que decir de él es que aporta gran cantidad de minerales necesarios para el organismo, como el hierro, el calcio, el potasio o el azufre. Entre sus componentes se encuentran también el magnesio, que ataca los radicales libres otorgando mayor firmeza y elasticidad; el silicio, el cobre y el zinc, que son los encargados de la producción de colágeno y elastina; el cobalto, que barre las células muertas; el azufre, que mantiene la pigmentación de la piel; el selenio, antioxidante, que previene la degeneración celular y activa la circulación, y muchos más.
Todos estos elementos retardan el proceso de envejecimiento de las células, facilitando su regeneración, revitalizándolas, fortaleciendo la tersura de la piel y ayudando a equilibrar su pH. Por lo tanto es un buen renovador y cicatrizante.
El fango además de ser exfoliante y permitir posteriormente una mayor entrada de oxígeno, tiene la propiedad de absorber tanto el exceso de calor como de toxinas, así resulta ser desinflamante y descongestionante, calmante, refrescante, y purificador. Los tejidos liberados recuperan una circulación sanguínea más fluida. También es desinfectante y bactericida.

¿Para qué está indicada la fangoterapia?


Las aplicaciones locales de fango se recomiendan en los siguientes casos:
Patologías del sistema locomotor: inflamaciones de las articulaciones, secuelas de traumatismos óseos y articulares, contusiones, luxaciones, lumbagos, dolores musculares en general, prevención del reumatismo y la artritis, gota, ácido úrico.
Para el sistema digestivo: aplicado sobre el abdomen ayuda en los problemas de indigestión, reduce la temperatura visceral y ayuda en la peristalsis intestinal. Asimismo puede rebajar la inflamación de algunos órganos internos como el hígado, el útero o los ovarios.
Para el sistema nervioso: aparte de algunas neuralgias, muchas personas han mejorado también los estados de insomnio, angustia y ansiedad al utilizar la fangoterapia como tratamiento de relajación.
Para cicatrizar heridas, picaduras, quemaduras, abscesos y supuraciones, llagas, úlceras, incluso algunos tumores benignos.
Como complemento en los programas de pérdida de peso, ya que atrae los líquidos a la superficie, mejora el funcionamiento de los órganos de eliminación y mitiga la celulitis.
Pero no hace falta sufrir de ninguna dolencia para darse unas envolturas o baños de fango, ya que es revitalizante y vigorizante de por sí.

Contraindicaciones de la fangoterapia

La aplicación de barro requiere cierta integridad de las funciones cardiovascular y renal, de lo contrario debe hacerse de forma parcial, con el fin de someter al cuerpo a un impacto más limitado.
Cuando la aplicación del barro en la superficie corporal es mayor del 50%, se pueden manifestar cambios en la frecuencia cardíaca y respiratoria por la estimulación provocada. Está pues desaconsejada para los enfermos del corazón o de la circulación arterial y en casos de insuficiencias respiratorias, enfisemas o tuberculosis pulmonar.
Asimismo lo está en problemas circulatorios graves, debido al calor que desprende el lodo, aunque se puede aplicar en frío con moderación sobre las varices. En ningún caso donde haya habido tromboflebitis o cualquier tipo de hemorragia, incluidas las úlceras gástricas y duodenales e incluso durante la fase menstrual.
También deben abstenerse los epilépticos, las embarazadas y las personas afectadas de tumores malignos.
El fango como cuidado estético
Las mismas propiedades antes mencionadas son las que hacen de él un buen aliado para la belleza. Está recomendado para todo tipo de pieles, ya que no posee agentes agresivos, aunque es excelente para las mixtas y las grasas. Todos sus minerales aseguran un buen funcionamiento de la piel, eso significa que la salud y la belleza van a menudo de la mano.
Ya hemos mencionado que al limpiar los poros hace que la piel respire mejor, y que algunos de sus nutrientes ayudan a la elaboración del colágeno, principal ingrediente para la tersura del cutis. Junto a su capacidad de absorción de toxinas, es apto para varios problemas estéticos relacionados con la piel, pues hidrata y ayuda a hacer desaparecer las pequeñas imperfecciones, incluidos muchos tipos de manchas. Al estimular la circulación mejora la coloración general de la piel, además de dejarla muy suave y rejuvenecida.
Cuando actúa como tensor al secarse, ayuda a mejorar el tono de la piel, habiéndola sometido a un pequeño esfuerzo a modo de estiramiento: da buenos resultados en el acné, erupciones como el sarampión o la varicela, los eczemas o algunas formas leves de psoriasis.
La apariencia de la celulitis, las estrías y la flaccidez, también  en el busto, se puede ver muy mejorada con unos cuantos tratamientos seguidos. En estos casos las aplicaciones se complementan o realizan con masajes.

Tipos de barro

Existen diferentes tipos, pero el más común es la arcilla, que a su vez se encuentra en las variedades blanca, roja, verde y gris, cada una especializada en distintos tratamientos. El barro es más antiséptico porque se extrae a cierta profundidad y es filtrado y secado a temperaturas que no permiten el desarrollo de la vida microscópica, además contiene ácido silícico, elemento refractario para ella.
La variedad blanca es la única que puede ingerirse disuelta en agua para problemas digestivos.
La arcilla debe mezclarse con agua mineral para su uso. Pero otros fangos y barros son extraídos y transportados con la propia humedad y se aplican directamente, aunque por regla general se suelen usar en el mismo lugar de donde proceden.
Se pueden clasificar según su origen y composición:
Lodo marino, muy rico en sales y algas microscópicas, resulta muy buen drenante.
Lodos de río y pantanos: están provistos de ácidos y azufre, muy indicados para activar la circulación y para problemas articulares, también muy sedantes. En este grupo entrarían los barros provenientes de aguas ferruginosas, muy utilizadas para fracturas y todo tipo de inflamaciones.
Barros termales, situados cerca de zonas volcánicas. Son muy ricos en oligoelementos y restos orgánicos, los más remineralizantes y regeneradores. A veces se mezcla la arcilla con las aguas termales para tratamientos faciales.

Cómo se aplica: la técnica

Hay muchas maneras de aplicar el barro: baños, envolturas, cataplasmas, compresas, masajes,…
Los baños pueden tomarse en una bañera o en piscinas llenas del lodo donde se puede estar sentado.
Las envolturas, más típicas de los tratamientos de spa, se realizan sobre una camilla y con el barro cubierto por plástico o mantas.
La cataplasma es la aplicación de una cantidad considerable en una zona concreta a tratar. La compresa también, pero con la diferencia que el barro se encuentra dentro de una gasa y no directamente sobre la piel.
Dependiendo del efecto deseado, se puede recibir a temperatura ambiente o ligeramente superior a la del cuerpo, entre 30 y 50 grados. Esto último para que abra los poros, dilate los vasos sanguíneos y se absorba más rápidamente, facilitando así su acción.
Tras la aplicación, la persona reposará entre 20 y 30 minutos hasta que empiece a secarse o esté seco del todo. Hay que tener en cuenta que el barro es activo cuando está húmedo, así que no es conveniente dejarlo más tiempo del necesario.
Después de retirarlo es mejor continuar con el reposo, ya que se remueve todo el metabolismo.
En los tratamientos de belleza se complementa posteriormente con un masaje hidratante y drenante.

Fango potenciado

En vez de mezclarlo con agua, el efecto del barro o arcilla se puede ver potenciado si se hace con infusiones o jugos. Aquí tenemos algunos ejemplos:
-Con decocción de manzanilla, mejora su poder antiinflamatorio y suavizante
-Con infusión de lavanda, mejora la regeneración celular y seda las terminaciones nerviosas
-Con romero, especial para dolores
-Con clavo de olor para las cistitis, aplicado sobre el bajo vientre
-Con limón, un buen emplasto para las amígdalas
-Con cola de caballo, para la retención de líquidos
-Con algas, para la celulitis
-Con agua de botones de eucalipto, para la congestión pulmonar
-Con jugo de cebolla, para sabañones y callos. Y si le añadimos zumo de zanahoria, previamente puesto en el refrigerador, tenemos un buen emplaste para las varices leves.
-Con jugo de remolacha o col, limpieza a fondo de viejas toxinas.
También se puede mezclar con un poco sal marina aumentando así sus minerales, pero en este caso la proporción no debería pasar de un 10%, ya que entonces resultaría demasiado astringente.

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