La Fundación presta ayuda a niños y mamás.
La Fundación presta ayuda a niños y mamás.
CON LA FUNDACIÓN FLORES DE KISKEYA

La vecina de Germania que decidió prestar ayuda humanitaria en Haití

Se trata de Daiana Ocampo, quien trabajó para mejorar las condiciones de vida de las comunidades más vulnerables. “Nunca imaginé que iba a ser así”, comentó a Democracia sobre su dura experiencia.

En medio de la devastación y la pobreza que afligen a Haití, la Fundación Flores de Kiskeya trabaja para brindar ayuda humanitaria, en la que participa Daiana Ocampo, oriunda de la localidad de Germania (partido de General Pinto).

Desde su llegada al país caribeño en abril, donde estuvo cerca de un mes, Ocampo trabajó para mejorar las condiciones de vida de las comunidades más vulnerables, ofreciendo no solo asistencia médica y alimentos, sino también educación y apoyo emocional.

Así, Daiana dejó atrás su vida cómoda en Argentina y se unió a la ONG internacional con la firme convicción de que cada pequeña acción cuenta. Su trabajo ha sido crucial en muchas áreas afectadas por la pobreza extrema y las enfermedades. 

Desde la distribución de alimentos y agua potable hasta la implementación de programas educativos para niños y adultos, la Fundación logró generar un impacto positivo y duradero en la vida de miles de haitianos. A pesar de los desafíos y peligros constantes, su compromiso y pasión por ayudar a los demás no han disminuido.

“Me vine en abril con la Fundación Flores de Kiskeya, que la conocí por un voluntariado, a través de una amiga que compartí un voluntariado en el Impenetrable de un mes, en el 2021. Después de pasar todas las entrevistas, pude llegar”, explicó Ocampo a Democracia, en comunicación desde Haití, antes de emprender la vuelta hacia Argentina.

“La realidad es que tuvimos suerte porque Haití al estar en guerra no se podía entrar, entonces no estábamos autorizados ni entrar ni salir obviamente y la realidad es que pudimos entrar, creo que fueron algo de cuatro o cinco veces”, indicó. Además de prestar tareas en suelo haitiano, “íbamos a los barrios que estaban a la orilla de la frontera, donde hay haitianos que están de manera ilegal en República Dominicana, en la parte de Pedernales que es donde yo me quedaba, o que están después del muro, que separa República Dominicana y Haití”, expresó.

El programa materno infantil de la Fundación Flores de Kiskeya “trata con las mamás y con los niños, y a las mamás les da como si fuese un trabajo obviamente en donde hacen colitas, llaveros y monederos. Y les pagan un salario en donde ellas se lo administran porque les pagan el colegio a los niños y le pagan su casa, ya que en Haití los colegios son todos privados, excepto dos”, informó. 

“Los niños pueden estar desnutridos, pero si van al colegio tienen que pagar y si no viven como los de La Saline, que están ahí a la orilla del mar”, manifestó Ocampo.

“La realidad es que venís a ayudar: terminás siendo una enfermera, y yo no tengo nada que ver con la enfermería, pero aprendés. Te ayudan a desenvolverte también y la realidad es que al ver a los niños así, lo único que querés saber es aprender o tratar de solucionarlo”, aseguró. 

 

Una dura experiencia

“Yo particularmente me quedé solamente tres semanas, porque no podemos entrar a Haití y necesitamos un servicio de antecedentes penales que nos dan a nosotros en Argentina para trabajar acá. También hay un certificado que te lo hacen hacer en España para trabajar con niños, además de pasaporte obviamente. Todo está sumamente organizado, firmás contratos en donde también está el contrato de tu vida, porque si te pasa algo es responsabilidad tuya”, señaló.

“Es demasiado fuerte la realidad para mi gusto. Nunca imaginé que iba a ser así, tan fuerte, hay demasiada cantidad de hambre y la realidad es que el Estado está sumamente ausente. Es una locura llegar a la frontera y ver que están todos agarrados del muro y vos entrás y salís y ellos siguen ahí”, subrayó. Además, “está lleno de militares con armas, con machetes y es súper triste la realidad”, concluyó.

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