El jefe de Gabinete, Martín Isaurralde, se cargó en la mochila el proyecto de encumbrar a Máximo K. en el PJ bonaerense y ayer vio coronar con éxito ese plan.
El jefe de Gabinete, Martín Isaurralde, se cargó en la mochila el proyecto de encumbrar a Máximo K. en el PJ bonaerense y ayer vio coronar con éxito ese plan.
PANORAMA PROVINCIAL

El escenario menos deseado por los intendentes se terminó montando en el Congreso

Sigilosos, como para no alborotar el avispero, intendentes del peronismo y de Juntos venían trabajando en un proyecto al que se abrazan con obsesión. Se trata de un cambio a la ley que en 2016 impulsaron la entonces gobernadora María Eugenia Vidal y Sergio Massa para ponerle límites a las reelecciones de los alcaldes.

En un ambiente de concordia disimulada, estaban trabajando con paciencia y manos de orfebre para convencer a legisladores propios y ajenos de correr por cuatro años más la aplicación de la ley. Concretamente, para que la prohibición para volver a presentarse comience a regir en 2027 en lugar de 2023.

Pero el clima de fuerte enfrentamiento en el Congreso pudo haber metido la cola. La disputa entre el Frente de Todos y Juntos que terminó con un histórico rechazo al Presupuesto presentado por el presidente Alberto Fernández, ahora surge como un elemento perturbador para el avance de una ley que requiere mucho consenso y, en lo posible, pasar desapercibida por los costos políticos que implica flexibilizar una norma que en su momento se presentó como un avance para la renovación de la política.

El peronismo, excepto los legisladores que responden a Massa, tiene a su tropa alineada. Pero requiere del aporte de la oposición para reformar la ley que permitiría a los intendentes volver a presentarse en 2023. Hay quienes en Juntos ahora están poniendo en duda que esa iniciativa pueda tratarse el martes 28, en la última sesión del año. “Es un proyecto controvertido porque nos obliga a corregir lo que se votó en nuestra gestión y de votarse, tendría que ser con el menor ruido posible”, admiten legisladores del PRO.

El espeso clima político que se vive a nivel nacional puede que no alcance para que se reproduzca en la Legislatura el rechazo al proyecto de Presupuesto de Axel Kicillof. En cambio, quizás conduzca a entorpecer el vía libre a una iniciativa que puede despertar la ira de encumbrados dirigentes del PRO a nivel nacional.

En forma paralela, ese nivel de confrontación envalentonó a legisladores que no querían saber nada con la reforma. “En este clima, que se avance con esta ley es imposible”, afirman esas voces críticas dentro de los bloques legislativos de Juntos. Otros ahora exigen al peronismo una prueba de amor imposible para los deseos del oficialismo: que a cambio, el Frente de Todos acceda a aprobar el uso de la boleta única de papel en los comicios de 2023 y terminar así con la cuestionable boleta sábana.

Por estas horas algunos legisladores comienzan a arriesgar con la posibilidad de que el proyecto se postergue para el año que viene para sacarlo del fuego cruzado y de la inocultable exposición pública.

Pero el peronismo insiste con una obsesión alimentada por señales inequívocas que le estuvo enviando la propia oposición antes del affaire presupuestario nacional. El radicalismo en su mayoría está de acuerdo en avanzar con la reforma a la ley. La excusa es que, tal como está redactada su reglamentación, deja la puerta abierta para que sea eludida. Y expone la veintena de casos de alcaldes que pidieron licencia antes de cumplir la mitad del mandato para poder volver a competir en dos años como si la propia ley no existiera con el argumento de que no completaron su segundo período.

Costos políticos
Kicillof, mientras tanto, deja hacer. No está dispuesto a mover un dedo ni a pagar el costo político de exponerse en un tema que genera ruidos y que, en definitiva, tampoco está al tope de sus propias necesidades políticas. “Lo que hizo la Legislatura en 2016, que lo arregle la Legislatura”, se le escucha decir.

Al Gobernador le interesa tener Presupuesto y opera en ese sentido. Si la ley que flexibiliza el límite a las reelecciones se aprueba, no será porque tuvo un empuje del propio mandatario. La usina que alimenta el motor de esa norma está en otro despacho oficial: el del jefe de Gabinete, Martín Insaurralde.

El intendente de Lomas en uso de licencia se cargó en la mochila el proyecto de encumbrar a Máximo Kirchner en el PJ bonaerense y ayer vio coronar con éxito ese plan. Ahora busca ser el hacedor de una reforma que le aliviaría el futuro político a intendentes propios y ajenos.

Curioso lo que ocurre en el Ejecutivo bonaerense. Kicillof acaba de encabezar en La Plata un acto junto a gremios de la CTA donde volvió a sobrevolar su plan de reelección en 2023. El mismo sueño que con menor exposición acuna su jefe de Gabinete.

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