Una exposición ideológica dentro de un contexto de la coyuntura Argentina
ANÁLISIS

Una exposición ideológica dentro de un contexto de la coyuntura Argentina

Cristina Kirchner utilizó la plataforma de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana para enhebrar un discurso que transitó por dos caminos a la vez. Podría decirse que uno de ellos consistió en una exposición ideológica sobre lo que piensa respecto del orden mundial pero simultáneamente incluía conceptos que podrían ser interpretables como referencia a la coyuntura Argentina en medio de una situación interna del gobierno que se manifestaba claramente cuando el público que la avivaba también coreaba el estribillo “ De la mano de la jefa vamos a volver”, como si ese sector no formará parte del actual Poder Ejecutivo.

Este último aspecto era el que más expectativas generaba en medio de la fractura expuesta que exhibe sin pudor el Frente de Todos. La vicepresidenta evitó defraudar en el sentido de no obviar referencias al tema, pero tampoco cargó las tintas ni hizo un monólogo para exponer en forma directa en ese foro internacional la disputa casera que mantiene con el Presidente.

Pero tampoco se privó de lanzar algún tiro por elevación que retumbó en los pasillos de la Casa Rosada. “Hablamos de poder cuando alguien toma una decisión y esa decisión se puede aplicar y es respetada por el conjunto de la sociedad. Eso es el poder. Que te pongan una banda y te den el bastón, un poquito es. Pero créanme, lo digo por experiencia”, disparó.

Esa referencia pareció ser una renovada forma de reclamo al Gobierno, al que exige decisiones fuertes en materia de la lucha contra la inflación aumentando la carga impositiva como por ejemplo la suba de retenciones al campo.

El discurso de Cristina abordó otra de sus obsesiones: la del Estado “presente”. La vice se preguntó qué hubiera ocurrido si en medio de la emergencia que implantó la pandemia del coronavirus el Estado hubiese defeccionado. “Creo que alguien siga afirmando que el Estado no es importante en la vida de las personas, definitoria diría yo, es un necio o un cínico; hay de los dos”, disparó. Aparentemente esa afirmación estaba dirigida a sectores de la oposición a los que considera neoliberales dispuestos a reducir el sector público a su mínima expresión.

Obvió, en cambio, mencionar a la necesaria eficiencia de un sector público fuerte, que es uno de los pilares del denominado Estado de bienestar que dio por desaparecido aún cuando se construye o rige en muchas naciones de Europa como en los países escandinavos. Un fenómeno, por otra parte, del que se sigue estudiando por su positiva evolución y progreso, en particular en el campo de las políticas respecto a la previsión social y a lo sanitario. Claro que aplicando un concepto que repitió pocos días atrás él recientemente elegido presidente de Chile, Gabriel, Boric, cuando dijo que el déficit no es de izquierda.

Como eran inevitables hizo críticas al funcionamiento de la Justicia y consideró anticuada la doctrina de la división de poderes. Y se refirió a la falta de regulación sobre las grandes empresas que protagonizan monopolios u oligopolios que ni siquiera están contemplados en las constituciones a pesar de su gravitación en el mundo de hoy. En ese sentido cabe señalar que tanto en Europa como en Estados Unidos avanza una corriente que ha determinado fallos judiciales impidiendo fusiones o compras de una empresa por otra y hasta se ha ordenado la división de una compañía. De todos modos, la vicepresidenta reconoció que el capitalismo es el sistema más eficiente para producir.

Al hacer mención a la guerra desatada por Rusia en Ucrania, sostuvo que en algún momento las grandes potencias generaron invasiones de otros territorios. Pero puso a salvo a China. Acaso haya sido un desliz: el gigante asiático no sólo invadió al Tibet, sino que lo conquistó y lo adhirió a su país. Tampoco reparó en que desde Pekín se incentiva la construcción de islas artificiales con el objetivo de ampliar su soberanía marítima lo que ya ha provocado incidentes diplomáticos.

Fue una exposición en la que se trató de dejar sentado principios ideológicos de los que no se podía soslayar su actividad política y los enfrentamientos que de ella se derivan en el ejercicio del poder que detenta.

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