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RECURSO FORRAJERO

Raigrás para carne y leche

Con la técnica de rejuvenecimiento y promoción es posible obtener entre 300 y 400 raciones por hectárea.

El raigrás anual es un recurso forrajero que en la producción de carne o leche de la región pampeana tiene gran importancia pues ofrece una elevada producción en una época crítica del año. Por su hábito invernal produce un forraje de calidad cuando las praderas perennes disminuyen su tasa de crecimiento, a consecuencia de las bajas temperaturas.
Si bien es de uso intensivo en las siembras de semilla como verdeos invernales para utilización directa, distintas poblaciones naturales están presentes en la vegetación existente y sus semillas normalmente son parte del stand característico de cada potrero, estando actualmente naturalizado en la región.
Por falta de condiciones favorables para la germinación y por efecto de la competencia por agua, luz y nutrientes de otras especies, no desarrolla en todo su potencial, si bien la semilla puede estar presente hasta siete años sin germinar; cuando ésta tiene las condiciones apropiadas, germina y produce un abundante biomasa, muchas veces tarde, cuando las heladas hacen que disminuya la competencia.
La promoción o rejuvenecimiento del raigrás es una técnica aplicada en ensayos por reconocidos profesionales de la actividad privada, técnicos de la EEA Cuenca del Salado, la EEA Pergamino del INTA y docentes de Facultades de Agronomía (FAUBA, UNCPBA), validada por la investigación aplicada. Consiste en generar “las condiciones que colaboran con el desarrollo del raigrás, mediante la eliminación de la competencia de otras especies y favoreciendo la disponibilidad de nutrientes solubles, que aumenta gracias a la fertilización”, y aprovechando la estación otoñal para que se establezca rápidamente y produzca muy bien en invierno.
En la práctica, según explican los referentes del INTA Cuenca del Salado, “la eliminación de las especies en competencia se realiza normalmente mediante el uso de un herbicida total como el glifosato en sus diferentes formulaciones (que deben considerarse a la luz de preservar las leguminosas) o mezclas con otros herbicidas y con la fertilización, normalmente a base a Fósforo y Nitrógeno. Sin embargo los técnicos señalan también que “la aplicación de glifosato puede reemplazarse por un intenso pastoreo, luego de 2/3 años de aplicación del/los herbicidas, efectuando desmalezado mecánico o mediante la sustitución por un herbicida del tipo de los hormonales (2,4-D, Dicamba) o desecantes, para poder continuarla en base al manejo del pastoreo”.
La fertilización nitrogenada es otro elemento para obtener altas producciones de materia seca. Si bien la eliminación de la competencia determinará que los nitratos que se produzcan por la mineralización de la materia orgánica sean mejor aprovechados, la aptitud de respuesta al nitrógeno de esta especie, determina que sin un aporte significativo de fertilizante, la producción sea normalmente inferior y tardía, ya que la mineralización a nitratos en invierno no es muy significativa y recién comienza a activarse en la primavera. Los resultados de ensayos zonales indican una muy buena respuesta aún a altas dosis de nitrógeno que pueden ser una alternativa económicamente más conveniente que suplir al rodeo con otro tipo de alimento.
Según comentan los referentes del INTA “muchas veces la observación, percepción y el conocimiento que el productor y el técnico tengan del potrero vislumbrarán la presencia real y el potencial de respuesta en forraje a la aplicación de la práctica”. No obstante, “sin ese conocimiento es posible realizar una siembra de semilla el primer año, para después favorecer la formación y la resiembra”. En esos casos “la densidad a utilizar depende de la calidad de la semilla (P, PG y EG) y el sistema de siembra”. En tal sentido un factor clave es la elección del cultivar, ya que existen diferencias grandes entre ellos, por tal motivo la elección deberá contemplar el potrero y el nivel tecnológico que se utilice.

Por el campo

La adopción que este tipo de práctica está teniendo entre los productores se basa principalmente en que “su aplicación se adapta a los suelos de menor aptitud agrícola” y dado que “es posible obtener entre 300 y 400 raciones por hectárea”.
Los planteos ganaderos tradicionales destinan en muchos casos, superficies variables para los verdeos. Es así, que pueden usarse tierras de moderada a buena aptitud.
Según ensayos realizados por el INTA en las áreas tradicionalmente agrícolas, “en los potreros de menor aptitud como bajos dulces, relieves planos, con suelos de clases de capacidad de uso IV y VI (concepto de Tierras), admiten este tipo de manejo que aumenta sustancialmente la oferta de forraje entre mayo y noviembre y permite obtener ganancias de peso promedio entre 500 a 650 gramos/día con cargas de 0,8 a 1 EV/ha y una producción de carne de 200 a 220 kilogramos de carne /ha.”.
Existen experiencias realizadas en la Chacra Experimental Integrada Chascomús (MAA-INTA) con promociones de más de diez años y producciones de carne que han superado los 800 kg/ha, con suplementación estratégica.
En cuanto a la eficiencia de la técnica, se observa que “es estratégica en relación a la época y calidad del recurso ofrecido”. “Considerando una eficiencia normal de pastoreo y las tasas habituales de conversión, el diferencial de forraje obtenido entre el campo natural y los mejores tratamientos sugieren un importante diferencial de potencial de producción de carne o leche”.
Al momento de hacer una promoción, los técnicos presentan algunas consideraciones que facilitarán las decisiones. Al respecto señalan que “la decisión de invertir en la siembra de raigrás es condicionada al conocimiento del potrero”, por lo que “si no hay seguridad de que la especie se encuentre naturalmente, es conveniente sembrarlo”, aún con métodos poco convencionales como la incorporación en cobertura o a voleo, con ajuste de densidad.

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