BÁSQUET

Gustavo Poggi: “El Chango”

Actual vicepresidente de la Asociación Juninense de Básquetbol.

Nací en el barrio de las naranjas amargas.  Viví toda la vida acá. Fui a la escuela número uno y el secundario lo hice en la escuela Normal. Iban el Macho Balestrasse, Graciela Papa, Faustina Cuyé, la hija de Sahaspé.

La diversión nuestra en el barrio era tirar naranjas para que la pisen los automóviles y después que nos cansábamos comenzábamos a ver quién arrojaba más lejos las naranjas. El mejor era Mario Pisoni que la tiraba como a ochenta metros de distancia, de punta a punta de la plaza, tenía una técnica enorme. El resto andaba en los sesenta metros.

Era la época de los teléfonos públicos redondos. Una vez estaba de vacaciones con José Castellazzi en Villa Gesell y llamé a mi vieja para decirle que había llegado bien. Lo hice a la casa de una vecina, que la fue a buscar y mientras vino y todo gasté medias vacaciones en cospeles. Había cincuenta metros de cola para usar el teléfono.

Jugué al fútbol en la cancha vieja de Defensa Argentina. A los ocho años entré de nueve.  Salvador Chiaravino después me puso de ocho, luego de cuatro, fui al arco y chau fútbol, no era para mí. Habrán sido tres meses. Pero lo cómico de esto es que nunca alcancé a jugar oficialmente. Porque cuando don Rodolfo Palomo –presidente histórico del club 9 de Julio- se enteró que me habían fichado en la Liga para jugar con Defensa, el día del partido se apareció en la cancha y me sacó literalmente del vestuario. No se quién le alcahueteó.

Ya a los 9 estaba practicando básquetbol. Había mini, menores, juveniles, segunda y primera. Nunca salí campeón. Estaban de entrenadores el vasco Hissuribehere, Raúl Balacco, Romano y el que fue un revolucionario para la época y nos enseñó las mañas del básquetbol que fue Rubén Darío Cárdenas. Polo tenía unos conceptos extraordinarios.

A los 16 se produjo un recambio en 9 de Julio que fue cuando los hermanos Pagella se fueron a Buenos Aires. No llegué a jugar con ellos en ese entonces, sí lo hice con Edú pero cuando volvió a Junín.

Entonces quedamos los pibes que veníamos de menores. El Pelado Rico, Santiago Carnelli, Romero, Pérez, Pisoni y Martín Sofía. César Pastorino venía más relegado porque era más chico pero también estuvo con nosotros en primera. Nunca salimos campeones en mayores.

La única vez que lo vi a 9 de Julio campeón fue en 1974, pero yo tenía 13 años y medio. Lo vi de hincha. Era la época de los clásicos con Argentino. Se había dividido la ciudad en dos partes por el básquetbol. Argentino garra y corazón, a la carga barracas como sigue jugando y el “9” tenía la calidad, el buen básquet. No entraba un alfiler en la cancha. Pero todo se fue perdiendo cuando los jugadores de nivel se fueron a Buenos Aires. Los Pagella, Aréjula, Gianelli, Chuny Merlo.  

A los 21 años pasé a Sarmiento y estuve hasta los 33. Luego un año en club Junín y me volví a 9 de Julio para retirarme. Con Sarmiento jugué un cuadrangular en Pergamino que era para ascender a la Liga Nacional “B”. Estaban Gimnasia de Pergamino, Olimpo de Bahía Blanca y Esperanza de Santa Fe. Salimos terceros, pero estuvimos a tres goles de ascender.

Yo no estoy tan de acuerdo en que los chicos dejaron el deporte. Vas a los clubes y están llenos de jugadores. Lo que sí veo es que los dirigentes le tendrían que dar a los jugadores una mayor competencia fuera de la ciudad. Hoy hay Ligas en todas las categorías y eso es lo que fortalece, lo que hace que el chico progrese. Veo una culpabilidad en la dirigencia que no invierte en los chicos. Y el estado debería tener mayor responsabilidad en esto también.

Como dirigente arranqué en la época que estaban González y Urquiza en 9 de Julio. Me fui entusiasmando. Luego vino Eduardo Palomo, empujador, obsesivo, igual que el padre. Y ahí trabajé con él para reacomodar el club, trajimos más chicos, acomodamos las instalaciones y ya no paré más.

En la Asociación Juninense estuve añares como delegado. Lo que pasa es que siempre estuve al lado de señores dirigentes que algo me dejaron. Oscar Monclá, Mario Pugliese, Macario, Benito, gente que adoró siempre el básquet. Por ejemplo Mario Pugliese tenía todos los días tres o cuatro personas comiendo en la casa y hablando de básquetbol, sean de 9 de Julio, San Martín o Ciclista.  Juan Roberto Macario es un libro abierto. Cuando yo empecé con problemas en la vista, don Monclá me llevó a hacerme ver a lo de Weskamp. En ese tiempo tenías que tener una moneda para ir ahí.

Hoy Miguel Chami está en Federación. Pidió colaboración. Hay un grupo de trabajo y yo colaboro en este caso desde la vicepresidencia. Haremos un poco más o menos, pero hay uno o dos objetivos que tenemos que sacar adelante dentro de las cosas planificadas y vamos en ese objetivo. Yo colaboro para el progreso del básquetbol de Junín.

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