TRIBUNA DEL LECTOR

Debemos aprender a convivir con las inundaciones y enfrentarlas

Debido a sus importantes recursos hídricos y a la cantidad de personas que viven en zonas inundables. Argentina es uno de los países más vulnerables a las inundaciones.
El 60 % de la población argentina y más del 80 % de la producción del país están en la planicie del Paraná y los que no están ahí, están en otras ciudades que también sufren de inundaciones urbanas y rurales. Desde hace mucho es uno de los países más afectados por exceso de agua y tenemos que aprender a convivir con eso y desarrollar la capacidad de enfrentarlo con éxito. Esto es cada vez más Importante por el cambio climático, hay un clima que está cambiando, que es más incierto, con fenómenos mucho más intensos, y esto tiene muchas más consecuencias para el país.
Lo más elemental, lo más básico es que la gente entienda el riesgo que está corriendo. Saber si la casa donde vive está en una planicie de inundación y si lo está, saber qué hacer ante una inundación.
A nivel gobierno, hay que estudiar cuál es el riesgo de la población desde lo municipal, provincial y nacional, y conocer las medidas que hay que realizar. Tanto medidas estructurales, que permitan evacuar los excedentes de agua, como medidas no estructurales que tienen que ver con el uso del suelo, con el tipo de edificios que se pueden construir o no.
Cuando se produjo la inundación de La Plata, escuché un noticiero que además de hablar del tiempo y la temperatura daba mucha información sobre las lluvias más recientes: zonas, cantidad y duración de las precipitaciones. Por la cantidad de medios por los cuales se comunica y la espectacularidad como fueron las inundaciones en La Plata, hay una conciencia cada vez mayor. Anteriormente a las únicas personas que les preocupaban las inundaciones era a los inundados, que eran muchos y a las otras personas si no les tocaba a ellos no les interesaba. Eso ha cambiado.
Los trabajos de drenaje son muy costosos, la inversión hay que hacerla en el corto plazo y como los beneficios son a largo plazo, por ahí no son convenientes para los intendentes porque son obras que no van a poder inaugurar durante su gobierno. Están afectadas por inundaciones muchos millones de hectáreas de la Provincia de Buenos Aires. Y ese es un problema que cada vez será peor. Todos los pronósticos de cambio climático indican que la pampa húmeda será más húmeda aún. Habrá más agua de la que había antes, son zonas muy planas y la capacidad de evacuación ‘’por los cauces naturales es limitada.
Las soluciones que se tienen que dar no tienen que ver sólo con hacer conductos y dragar. Eso no se resuelve a largo plazo. Hay que aprender a convivir con el problema. Se necesita entender mejor la relación entre el agua y el suelo. Manejar el agua es manejar el suelo. Aquí hay técnicas muy modernas que permiten monitorear en el tiempo real las manchas de inundaciones, las profundidades de las inundaciones, que permiten informar a la gente las probabilidades de su permanencia.
Sería bueno tener un sistema nacional, provincial o municipal de alerta, de pronóstico y de seguros, que haya compensaciones en caso de pérdidas de sembrados para los afectados. Se puede profundizar mucho y mejorar el conocimiento del ordenamiento hidráulico y del suelo.
Luego de una extensa recorrida por el sudeste de Buenos Aires realizada por el Departamento de Estimaciones y Proyecciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales, se han relevado unas 313.000 ha. Afectadas por excesos hídricos, de las cuales 149.000 ha sembradas con cultivos de fina ya se han dado por perdidas.
Teniendo en cuenta la superficie que se realiza con cereales de invierno, y que la región sudeste es de gran importancia a nivel nacional. Durante la primera etapa de la campaña 2014/2015, en nuestro país se lograron implantar 4.100.000 ha. de trigo y 920.000 ha. de cebada lo cual permite calcular una superficie total de 5.020.000 ha. destinadas a cereales de invierno. Un 23 % de dicha superficie se concentra en la región sudeste de Buenos Aires, la cual abarca 610.000 ha. de trigo y 530.000 ha. de cebada. En base a la superficie ocupada por cada cultivo y teniendo en cuenta las perspectivas futuras para cada caso, se analizó el impacto de las excesivas lluvias sobre la próxima siembra de cultivos de verano. De esta manera, en toda la región, se encontraron problemas de caminos y falta de piso, los que en muchos casos todavía imposibilitan realizar las labores en tiempo y forma. Al no poder cosechar el maíz y la soja en tiempo y forma, se observaron cuadros puntuales aun en pie, que no fueron trillados por estar bajo el agua. Al igual que en el trigo , era muy evidente la falta de nitrógeno en los lotes sembrados y el impacto del agua en la dinámica de la zona radicular, signo de ese amarillamiento observado en las hojas y macollos, siendo una consecuencia directa de las abundantes precipitaciones recibidas.

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