RECONOCIDO ENTRENADOR DE NUESTRO MEDIO

Darío Racero: “El básquet me fortaleció como ser humano”

Fue director técnico en Los Indios, Ciclista, Junín y de selecciones locales. Sus 60 años en el deporte –en distintas funciones– lo convirtieron en un referente de la actividad. Además, durante 28 años fue empleado ferroviario.

El vínculo de Darío Racero con el básquet arrancó en el Club River, adonde solía ir a ver entrenamientos y partidos, en la época en que su padre era dirigente. Sin embargo, la práctica del deporte la inició en Los Indios, luego de presenciar una final a la que había ido acompañando a un primo suyo, en la que el Canario perdió con San Martín.
Esa derrota dolorosa lo acercó, de alguna manera, a la entidad de El Picaflor, el barrio en el que Racero se crió. Y ese fue el comienzo de un camino que ya lleva sesenta años, y en el que se convirtió en un referente indiscutido del básquet, en particular, y del deporte, en general.

“El básquet me definió un carácter, me fortaleció”.

Primeros pasos
Fue un histórico dirigente de Los Indios, Mario Pugliese, quien lo convenció de formar parte del equipo. Y así lo hizo. Aunque Racero afirma que fue un tiempo después, a sus 16 años, cuando entendió que el básquet era el deporte que lo apasionaba.
Fue parte de una camada muy interesante, que “chocó” contra el gran Argentino de Tito y Quique Biurrun.
Jugó hasta los 24 años. Antes de eso, ya Pugliese le había ofrecido ser el entrenador de minibásquet del club. “No sé por qué dije que sí”, afirma hoy. Pero aceptó y enseguida se enganchó.
“Empecé con recursos bastante pobres porque costaba conseguir material bibliográfico –recuerda–, aunque creo que fueron los jugadores los que siempre me enseñaron mucho, yo siempre digo que son mis docentes”.
En 1970 asistió a una clínica que se realizó en Junín. “Fue la primera vez que yo me senté a escuchar de básquet y que me empezó a abrir la cabeza –comenta–, no obstante, me parecía que yo tenía que construir una planificación y trabajo propios, y eso iba a surgir a partir de que yo me capacitara”. En 1976 pudo hacer otra clínica y, desde ahí, hasta 2002, todos los años hizo algún tipo de curso, capacitación o seminario. Hoy tiene la licencia A de entrenador, de Liga Nacional.

Trayectoria
En Los Indios estuvo desde 1970 a 1996. Fue entrenador de mini, pero luego tomó las categorías superiores, con las que obtuvo numerosos campeonatos y logró una gran identificación con la camiseta del Canario.
Dejó su lugar cuando consideró que había cumplido un ciclo. Luego de un paso breve de seis meses por Ciclista, recibió una propuesta del Club Junín, a principios de 1999: “Ahí en mí se hace un clic, porque no era un club de básquet, sino que, entre otras actividades, también había básquet. Lo cual fue un desafío”.
Allí comenzó desde los cimientos y logró potenciar a los jugadores de la institución. Según dice, fue una etapa que disfrutó y en la que se pudo manejar “con absoluta libertad”. Y agrega: “Me encontré con un grupo de chicos que hoy son profesionales y me dieron muchas satisfacciones. Tuve la posibilidad, en los últimos años, de vivir un protagonismo de los torneos locales que en los primeros años había estado muy alejado”.
En 2015, con 45 años de actividad, decidió dejar de entrenar. Y durante cinco años se dedicó a coordinar el básquet del Club Junín.
Después de más de veinte años se terminó el vínculo “en muy buenos términos, más allá de las diferencias”.
Apenas se conoció la noticia, en una semana tres clubes le hicieron diferentes ofrecimientos. Y optó por Los Indios, donde fue presentado oficialmente esta semana: “Me gustó el entusiasmo que vi en la dirigencia y, además, que dentro de esta comisión directiva me volví a encontrar con muchos afectos. Eso me movilizó”.

“En Los Indios me volví a encontrar con muchos afectos”.

Ferroviario
Más allá de lo deportivo, durante 28 años Racero fue empleado en el ferrocarril. Allí se desempeñó en la Oficina de Personal, que luego pasó a ser Recursos Humanos.
“Cuando yo empecé en 1965, era una oportunidad laboral buenísima –evoca–, era un trabajo que me conformaba desde todo punto de vista y, además, la carga horaria que tenía me permitía hacer otras cosas que me encantaban, como el básquet. Estuve 28 años y me fui con sensaciones encontradas, por haber dejado ese lugar. Luego, mis amigos y relaciones del básquet fueron las que me permitieron reinsertarme en el mercado laboral: el básquet me salvó.

“El básquet enseña lo que brindan los entrenadores de todas las etapas formativas, hay tener gente que haga docencia y pueda transmitir valores”.

El básquet
Racero vive y respira básquet. Sesenta años transitando las canchas lo convirtieron en un referente en el deporte y en la formación.
Precisamente, sobre esto último señala que “el básquet enseña lo que brindan los entrenadores de todas las etapas formativas, para lo que hay tener gente que haga docencia y pueda transmitir valores”. Algo que, en su consideración “debe ir en consonancia con las líneas que bajan los directivos, por eso su rol es tan importante”.
Y más allá de lo que dio, asegura que el deporte también le aportó mucho al él: “Yo era un chico que todavía era muy sensible, no tenía una personalidad muy definida, y el básquet me definió un carácter, me dio armas para resolver problemas, me fortaleció como ser humano, me dio un reconocimiento en la sociedad, en un momento con ciertas complicaciones desde lo laboral me dio la posibilidad de festejarle los quince años a mi hija, y me dio amigos. Y todo esto, gracias al acompañamiento y el apoyo de mi familia”.

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