RECONOCIDO GUITARRISTA DE LA ESCENA NACIONAL

Juanjo Domínguez: “El tango me hace vibrar”

Lleva más de 50 años tocando profesionalmente. Compartió escenario con muchos de los más grandes del tango, y de otros géneros. Grabó más de 170 discos, entre sus materiales solistas y como acompañante. Se presentó en numerosos países.

Cuenta la leyenda que alguna vez Paco de Lucía dijo: “Juanjo puede hacer sin ningún problema lo que nosotros hacemos, pero nosotros no podemos hacer lo que él hace”.
Quien tal vez fuera el mejor guitarrista flamenco de todos los tiempos se refería de esta manera a la ductilidad y la capacidad de Juanjo Domínguez, el músico juninense criado en Lanús que hizo una enorme carrera en la escena tanguera, llegando a tocar la guitarra con muchos de los más grandes del género e imprimiendo un sello personal a la música ciudadana.

“Mi vida transcurrió con una guitarra en la mano”.

Primeros acordes
Nacido en Junín, la familia de Juanjo Domínguez se fue a vivir a Lanús cuando él tenía tan solo tres años. No obstante, él se proclama “bien juninense” porque, con el tiempo, “la cosa se tornó más espiritual” lo que hizo que tuviera “un arraigo especial” con nuestra ciudad. “En todos los países en los que anduve siempre dije que soy de Junín”, afirma.
En su casa de Lanús la música estaba bastante presente. Su madre había tocado el bandoneón en su momento, y su padre no era músico “pero jugueteaba con una guitarra”. Fue así como se arrimó al “único instrumento que había” en su casa.
“A los cinco o seis años yo ya tenía esa vocación”, asegura. Fue un profesor del barrio el que le enseñó los primeros rudimentos. Pero al poco tiempo ingresó en la Academia Oliva de Lanús: “Yo tenía seis años y no me tomaron como alumno porque no sabía leer, sino que me aceptaron como apoyo”. A los nueve ya sí estaba “en serio” en la carrera y a los doce se recibió de profesor. Después siguió su formación en el Conservatorio Julián Aguirre de Lomas de Zamora, donde había sido becado.

“Yo me emociono cada vez que voy a un festival de tango”.

Guitarrista
A los catorce años empezó a hacer música popular y a tocar con cantantes de la época. Al primero que acompañó fue a Alberto Podestá. “Cuando él me vio se quedó helado –recuerda Juanjo–, pero era muy profesional y muy respetuoso, y me dijo ‘¿vos sabés mi repertorio?’, yo le dije que sí, ensayamos algunos temas y vio que lo acompañaba en serio. Y después él mismo me sirvió de conexión. Habló con Alberto Morán, Rodolfo Lesica, Alberto Echagüe, Armando Laborde, Carlos Acuña y me recomendó”.
No había cumplido los 18 y ya había acompañado a importantes cantores de entonces. Inclusive algunos melódicos, como Bienvenido Cárdenas.
Más adelante, ingresó en el circuito porteño: tocar en lugares como Caño 14 o El Viejo Almacén hizo que se afianzara como músico. “Lo más fuerte que hice en mis inicios fue Michelángelo, donde acompañé a María Marta Serra Lima”, asegura.
Eso hizo que apareciera Roberto “el Polaco” Goyeneche, o Jorge Casal, y lo iban llamando: “En ese entonces yo era ‘un pibe’ y no me podía mezclar con los grandes, nunca pude tocar con Edmundo Rivero o Roberto Grela, por ejemplo”.
Después de formar parte del elenco estable de Caño 14, tocó con el trío “Los Antonios”, que acompañaba a Rosamel Araya, formó el ‘Música Trío’ y lo llamaron de la CBS para hacer su primera grabación. Era el año 1981.

Consolidación
Domínguez tenía unos 25 años cuando empezó a tocar en el exterior. La primera gira fue de tres meses por Japón. Así arrancó una historia en la que fue once veces a ese país.
Llevó su arte por gran parte del mundo. Algunos de los lugares donde se presentó son: Italia, Inglaterra, Suiza, Suecia, Alemania, España, Turquía, Japón, Taiwán, China y toda América.
Además de los ya mencionados, a lo largo de su carrera Juanjo acompañó a muchos otros artistas, de los más variados géneros, desde María Graña hasta Horacio Guarany, desde Armando Manzanero hasta el Chango Nieto, desde Paco de Lucía hasta Andrés Calamaro.
También grabó más de 170 discos, entre sus solistas y los que ofició de acompañante. La mayoría de ellos fue de tangos, paro también los hay de folclore, jazz, melódicos y de música para películas.
“La importancia de todo esto es que uno algo hizo en la vida. Yo me entregué mucho a la gente, a esta profesión y a esta historia que se llama vivir”, asevera.

“La importancia de todo esto es que uno algo hizo en la vida. Yo me entregué mucho a la gente, a esta profesión y a esta historia que se llama vivir”.

Balance
Virtuoso como pocos, Juanjo Domínguez asegura que, para él, el tango es una filosofía de vida. “En tres minutos te puede contar una historia, hay ahí un poder de síntesis impresionante –señala–; y melódicamente, el tango a mí me hace vibrar. Yo me emociono cada vez que voy a un festival de tango, porque fui parte de una historia y conocí a muchos de sus grandes personajes”.
Por todo esto, al momento de hacer un balance, piensa en su inseparable compañera: “Mi vida transcurrió con una guitarra en la mano. Yo empecé a tocarla porque amo el instrumento, no para vivir de esto. Y empecé a trabajar casualmente de esto, y comencé a viajar sin querer, porque se dio. Y ahora tengo hasta la pretensión de vivir de esto. Es ‘mi sonora compañera’, como dice la canción. La guitarra me dio mucho más de lo que yo le pedí, así que cualquiera se podrá imaginar la deuda que tengo con ella. Y encima es lo más fiel que he tenido en mi vida, nunca me falló y nunca lo hará”.

COMENTARIOS