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A PUNTO DE ESTRENAR "EL PATRÓN"

Joaquín Furriel: “La sumisión se ve en el cuerpo”

El actor atravesó una imponente transformación física para componer a Hermógenes, un hachero santiagueño injustamente acusado de un crimen, en “El patrón”, que llega este jueves a las salas locales

Joaquín Furriel es la cara visible e improbable de “El Patrón, radiografía de un crimen” filme de Sebastián Schindel que se estrena el próximo jueves donde el actor, buscando escapar al estereotipo del galán, compone a un hachero santiagueño analfabeto y sometido a duras condiciones de explotación que enfrenta una condena por asesinato y parece resignado a su destino.
Furriel, dueño de imponentes ojos celestes, atravesó una transformación importante  para encarnar al personaje, protagonista excluyente de un filme basado en un caso real acontecido a mediados de la década del 80 y que vivió en carne propia el reconocido abogado criminalista Elías Neuman, que lo narró en un libro que lleva el mismo título que la película.
Se trata de un thriller hiperrealista donde aparecen la explotación, las mafias de la venta y distribución de carne, el sistema judicial, el analfabetismo y las migraciones internas encarnadas en el destino y la situación de un hombre sometido a sus vínculos.
“Lo que más me sostuvo a la hora de contar esta historia es que siempre estuve sensible a la situación del país; yo viajé de mochilero por todos lados y vi muchas cosas, muchas situaciones similares a las que debe soportar Hermógenes, el personaje de la película, y me detuve ante ellas, reflexioné sobre eso, creo que eso fue lo que me permitió contar esta historia, sentir que estaba preparado sensiblemente para habitar la problemática”, cuenta Furriel.
“Porque -agrega-, en un punto a mí me tocó la cara privilegiada de la sociedad, yo soy un pibe urbano de clase media con educación formal y que puede elegir una vocación artística y vivir de ella, mientras que Hermógenes es un hachero santiagueño analfabeto que llega a Buenos Aires queriendo vivir mejor y termina sometido por la corrupción del mundo de las carnicerías y un sistema que lo segrega”.
Al igual que en reconocidas performances teatrales como las que tuvo en “Final de partida” con Alfredo Alcón; “Lluvia constante”, con Rodrigo de la Serna y “La vida es sueño”, con Patricio Contreras, Furriel vuelve a dejar en esta película un fuerte sello actoral, que lo aleja de los papeles “menos riesgosos” que asume en la televisión.
“Yo creo que la televisión tiene el poder de la popularidad, que evidentemente no lo tiene el teatro y solo en pocas ocasiones el cine; la televisión es el espacio donde menos riesgos artísticos se corren y por eso los actores tenemos un campo mucho más limitado como para que uno pueda ver una gran interpretación en un tira diaria; pero yo soy egresado del Conservatorio Nacional de Arte Dramático; estudié formas de hablar regionales, tuve muchas materias físicas de composición, de maquillaje, entonces la caracterización de un personaje no me es ajena sino que tengo los elementos para encararla”, explica.

Ser Hermógenes
Para hacer de Hermógenes, Furriel tuvo que transformarse en carnicero, al punto que conoce a la perfección los modos de cortar y preparar la carne a partir de la media res, también tuvo que entrenar vocalmente la manera de hablar, usar una prótesis bucal , soportar capas de maquillaje.
“Todo esto es mi materia de trabajo -reflexiona Furriel-, no tendría que sorprender, quizás sorprende porque no hay muchas posibilidades de que un actor componga un personaje sino que para no arriesgar en general se llama al que da el tipo, aunque después hay casos de composiciones que quedan para siempre como la de Guillermo Francella en ‘El secreto de sus ojos’”.
“Entonces ahí uno dice: ‘Uh, compuso’ y uno pareciera asombrarse de que compuso, pero en realidad componer es parte del trabajo del actor”, opina Furriel.
“Para mí todo lo que tuve que hacer en relación con esta película fue bienvenido: tuve que hacer cuatro semanas de entrenamiento cárnico, entrenar la manera de hablar que es como hablan los santiagueños que pronuncian las eses como el quechua pero al ser del sur de Santiago esdrujulizan las palabras, entonces la musicalidad es diferente, pero para llegar a esa musicalidad tuve que ver muchos testimonios de hacheros santiagueños y ahí además de la manera de hablar se te revela todo un paisaje; había que abordar también el analfabetismo, cómo es vivir sin esa herramienta que uno da por descontada que es leer y escribir”, revela.
“La sumisión se ve en el cuerpo, no en el mundo de las ideas ni en el mundo de lo verbal; a un sometido lo ves venir a dos cuadras, cuando alguien está sometido por un patrón o por un sistema que no lo incluye eso se hace carne y lo ves en el cuerpo, no es cuestión de discursos”.

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