La depresión también afecta a los bebés

Con niños de hasta tres años, las señales para preocuparse empiezan cuando esos niños parecen tristes o decaídos, aún cuando sus padres o sus personas de apego los están consolando. Pueden, incluso, que se peguen desesperadamente a quien se ocupa de ellos o que dejen de comunicarse. La depresión en esos niños está casi siempre conectada con el cambio o pérdida de la persona responsable de su cuidado, o cuando quien los cuida no es capaz de responder a sus necesidades.
La depresión en los bebés se ve reflejada en su estado anímico; esto no quiere decir que el bebé llore siempre porque esté triste, sino que da la impresión de que está apático y sin ninguna iniciativa. Las consecuencias que puede tener la presencia de un cuadro depresivo en el bebé son varias. Puede producir cierto retraso en el desarrollo como el inicio de la marcha más tarde de lo normal, el retraso en el desarrollo del lenguaje, problemas de sueño, somatizaciones frecuentes, enfermedades de tipo infecto-contagioso debido a una disminución de las defensas biológicas y alteraciones en la alimentación que mantienen al bebé en un estado de decaimiento.

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