La Argentina, ante una nueva oportunidad
PUNTOS DE VISTA

La Argentina, ante una nueva oportunidad

Henry Kissinger es sin lugar a dudas uno de los académicos más lúcidos de la actualidad, más allá de su edad, próximo a los cien años de vida, cada vez que publica nos ofrece una singular visión del mundo. En su último libro, “Leadership: Six Studies in World Strategy”, publicado por Penguin Books, traza con precisión un estudio sobre el liderazgo estratégico, donde hace foco en las cualidades necesarias del liderazgo.

Parto de esta referencia a la obra de Kissinger porque es ahí donde define dos modelos clásicos de liderazgo: “estadistas y profetas”, y señala el autor que “ambos deben aspirar a reunir todas las cualidades propias de un líder, pero mientras que el primero es, ante todo, un buen gestor que aplica su esfuerzo a la preservación del modelo de sociedad que lidera, moderando la visión de futuro con un ejercicio de cautela; el segundo es, por el contrario, un visionario orientado al futuro que no se conforma con gestionar el statu quo, sino que aspira a transformarlo”.

Esta definición me lleva a reflexionar sobre lo que se viene para nuestro país, que se encuentra nuevamente en una encrucijada determinante, y que se resolverá, o no, en octubre o noviembre, de acuerdo al humor del electorado.

Este acontecimiento, votar, que tendría que ser tomado como un momento de reflexión, de balance, pero también de definición sobre cuál es el destino que deseamos forjar como nación; nos encuentra con graves problemas políticos, institucionales, económicos y sociales, como si la crisis de inicio del siglo XXI no nos hubiera dejado ninguna enseñanza, o lo que es peor, que nosotros mismos, como sociedad, no hayamos aprendido nada al respecto.

Puedo señalar que los problemas políticos, económicos e institucionales son consecuencia de malas administraciones, pero también es justo decir que como sociedad civil tenemos un déficit en cuanto a nuestra cultura política y en nuestro compromiso ciudadano.

Hemos podido sostener cuarenta años de democracia, pero no hemos logrado consolidar el sistema político.

Hoy estamos ante serios inconvenientes de diversos ordenes, destaco solo dos: por un lado, la inflación que castiga constantemente a los sectores más vulnerables de la población, como consecuencia de la impericia del gobierno nacional, y, por otro lado, la inseguridad que es un flagelo social potenciado por la penetración del narcotráfico, por el fracaso de las políticas de seguridad y por la contracción de la economía.

Esta dolorosa actualidad, ha generado un clima de hartazgo y saturación, que ha dado lugar a la aparición de alternativas políticas anti sistémicas, que con un discurso verborrágico y muchas veces desbordado, inflama el malestar y se nutre de la indignación de miles de ciudadanos que tienen sus necesidades básicas insatisfechas, y a los que la política tradicional no les ha dado respuestas, ni soluciones a sus problemas.

Esos discursos y esos personajes tampoco son novedosos, surgen irremediablemente cuando nos encontramos ante una crisis de representación y/o cuando los ciudadanos creen que las soluciones están fuera del sistema político y no dentro.

A lo largo de la historia de nuestro país y mundial, hemos visto como surgen líderes carismáticos, proféticos como los llama Kissinger. En algunos casos esos líderes consiguen convertirse en estadistas y guiar a sus pueblos a mejores condiciones de vida, Gandhi, Mandela, por mencionar algunos. Pero en otros casos, no logran cumplir con los objetivos propuestos y producen una desvalorización de la democracia como forma de gobierno, dando lugar a experiencias autárquicas o autoritarias.

Como lo señalo anteriormente, esta elección es una elección que marca una época. Una época signada por la indignación política y caracterizada por la confrontación entre posturas políticas antagónicas.

Entiendo que el camino hacia el desarrollo y la prosperidad no se va a lograr con más crispación y enfrentamiento. Desde mi punto de vista la división social debe ser superada en la búsqueda de condiciones de convivencia y orden que permitan arribar a consensos básicos sobre aquellos temas críticos que en el mediano plazo se convierta en políticas de Estado.

A pesar de todo, la Argentina es un gran país, con enormes potencialidades y ventajas comparativas en un mundo cada vez más interdependiente económicamente. Pero esas potencialidades solo podrán concretarse y llegar a la gente, con propuestas realistas y concretas, no con quimeras y cantos de sirenas. Como tampoco se darán de un día para el otro, tardarán en reflejarse en la vida cotidiana de las personas, es por ello, que los gobiernos, en cualquiera de sus tres niveles (nacional, provincial o municipal), deberán empeñarse en no dejar pasar nuevas oportunidades de desarrollo, ya que lo que está en juego es el bienestar de la población.<


Juan Pablo Itoiz: Licenciado en Ciencia Política. 

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