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OPINIÓN

El concordato impide transitar el camino de verdad, reparación y justicia

Hicimos la presentación formal en el Congreso de la Nación de un proyecto para modificar el "Concordato Papal", que rige desde 1966 entre la Argentina y el Vaticano, y tendremos reuniones con legisladores de todas las bancadas.
En este camino de búsqueda de verdad, reparación y justicia vamos viendo que el Concordato es utilizado por funcionarios de la iglesia para retener documentos y pruebas. 
Es importante para nosotros los denunciantes de abusos eclesiásticos, porque generalmente la iglesia se ampara en este Concordato para no permitirnos acceder a nuestros propios expedientes, no nos dejan tener acceso a nuestros propios procesos eclesiásticos, no brindando información alguna. 
Además como la iglesia tiene su propia Ley Canónica ellos hacen uso o desuso de su propia ley. Hasta se juzgan entre ellos, con abogados que son parte de la iglesia, nadie los controla, se "controlan entre ellos mismos".
Pedimos que se elimine el Secreto Pontificio, argumento que usan algunos sectores de la iglesia para no entregar información solicitada por la Justicia y algunos sacerdotes se amparan en el Secreto Pontificio para abusar sexualmente de niñes y adolescentes vulnerables.
En este camino de denuncia vamos viendo que está todo armado para descalificar a las víctimas y encubrir a las monjas y sacerdotes que abusaron sexualmente de nosotres.
Sabemos que no será algo sencillo, pero tenemos la fuerza para seguir en esta lucha para que las monjas y sacerdotes que abusaron sexualmente dejen de estar en contacto con niñes y adolescentes vulnerables.
Como es el caso del sacerdote Héctor Ricardo Giménez que luego de 4 denuncias penales, vive alojado en un Hogar de Ancianos (Asilo Marìn Ciudad de La Plata), habiéndolo hallado culpable el Vaticano y la "justa pena", que le impusieron es por 10 años a una vida de oración y penitencia, pudiendo salir del hogar y estando en contacto con niñes y adolescentes vulnerables.


(*) La autora fue abusada por el entonces sacerdote de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús de City Bell, Héctor Ricardo Giménez y llevó en persona una carta al papa Francisco, para ponerlo al tanto del abuso sufrido en los '80. Es integrante de la ONG Iglesia sin abusos.

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