LA GOBERNADORA ATIENDE DOS FRENTES

Entre la contención social y los acuerdos

Cuando retorne de su efímero periplo por los Estados Unidos donde fue a brindar una charla invitada por el gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba, María Eugenia Vidal deberá resolver dos cuestiones centrales para su gestión. Ambas tienen que ver con garantizarse gobernabilidad.
La primera de ellas refiere a la necesidad de contar con Presupuesto para el año que viene. La Gobernadora movió los hilos con el objetivo de reeditar el acuerdo con Sergio Massa. Pese a algunos tropiezos, existen avances tendientes a ratificar el entendimiento que lleva de vida poco menos de un año.
La otra cuestión es la salarial. El Gobierno provincial no sólo apunta a cerrar la paritaria con un sector de los trabajadores públicos, en este caso, los estatales. El objetivo de fondo es despejar de conflictos la antesala de un diciembre que surge plagado de interrogantes.
En la Provincia analizan una serie de medidas de contención social en procura de evitar posibles desbordes. Existen desde hace meses trabajos conjuntos entre las áreas sociales nacional y bonaerense y contactos fluidos con diferentes organizaciones territoriales.
En ámbitos oficiales se comenta que Vidal amasa anuncios en ese sentido para las próximas semanas. Alguno de ellos, con impacto salarial, se dice en algunos despachos oficiales. ¿Habrá un bono de fin de año para los empleados públicos? En el gobierno de Mauricio Macri se están puliendo detalles de cómo derramará ese paliativo sobre los empleados nacionales. En la Provincia insisten en que no hay fondos para atender ese pago a 650 mil trabajadores del Estado. Pero la discusión no está cerrada.
 La administración Vidal se encaminaría, en cambio, a evitar un conflicto que podría estallar en la administración pública hacia fin de año. Ya hay funcionarios que presionan, incluso en tándem con los gremios, para que se garantice la continuidad laboral de unos 15 mil empleados contratados y temporarios. Ese tema se ha transformado en central en la discusión paritaria que arrancó de manera informal entre los gremios y el Ejecutivo. “Es clave para mantener la paz social”, dicen en los sindicatos.

Misión imposible

El oficialismo, mientras tanto, debe bucear en el peronismo aliado para sancionar el endeudamiento de casi 60 mil millones que figuran en el Presupuesto.
Está muy cerca de conseguir los dos tercios en el Senado donde algunos oficialistas deslizaron un plan de emergencia: hacer reasumir al intendente de José C. Paz, Mario Ishii, un peronista que muestra sintonía fina con Cambiemos. Al acuerdo macrista radical le faltan dos votos en la Cámara alta. Con esa jugada quedarían a punto de conseguir el objetivo.
Más complejo es el panorama en Diputados. Hasta ahora, las tres vertientes del peronismo-kirchnerismo se mantienen unidas en una estrategia común frente al Presupuesto. Critican la magnitud del endeudamiento y la falta de un fondo para atender obras en municipios.
En las últimas horas un diputado del oficialismo hizo un intento de acercamiento con un alto exponente de La Cámpora y se encontró con una respuesta explosiva: “Tienen que hablar con Máximo”.
Cambiemos se convenció de que el ultrakirchnerismo no aprobará el proyecto. “A nivel nacional pasó lo mismo y Cristina se la pasó toda la semana despotricando contra el endeudamiento”, razonaba un legislador.
Todas las miradas vuelven a posarse en los intendentes dialoguistas del grupo Esmeralda. Mañana se reunirán en Hurlingham para afinar una posición frente al Presupuesto. En el peronismo parece primar la idea de articular un trabajo legislativo conjunto para pelear por espacios de poder en Diputados. Pero ese acuerdo difícilmente se traslade a la votación de los proyectos que requiere Vidal.
En Cambiemos miran esos movimientos pero no descuidan su propio ombligo.
Si el diputado Manuel Mosca será el próximo presidente de la Cámara de Diputados, se deberá a la intransigencia de la propia Vidal. La mandataria rechazó sugerencias internas y las del propio Massa, que buscaba seguir en la presidencia de Diputados. En sectores del Pro querían otro nombre; Vidal decidió sostener al único legislador “puro” que tiene en su bloque.
En el revoleo de negociaciones tampoco está ajeno el radicalismo, afecto a dirimir y potenciar internas. Se dice que habría una movida tendiente a desplazar al presidente del bloque de Cambiemos, Jorge Silvestre.
Silvestre debió sufrir un duro cachetazo en las últimas semanas cuando perdió una votación entre sus propios correligionarios. Fue en la discusión por el consejero general de Educación, un cargo que habitualmente proponen los diputados.
El que se metió en esa rosca fue el vicegobernador Daniel Salvador que llevó el nombre del ex storanista Diego Martínez. Silvestre buscó resistir la “intromisión” y la cuestión se terminó dirimiendo entre los radicales. El presidente sólo recibió el respaldo del alfonsinismo y Salvador se salió con la suya.
Ahora se habla de que el resto de los sectores internos en la bancada querría ir por más. La presa sería el propio Silvestre.

El tiro por la culata
El propio Massa puede que sea víctima de algunas de sus movidas político-mediáticas. En los corrillos del Frente Renovador se comenta que, convencido de que no tendrá la presidencia de Diputados, tiró al ruedo el nombre de Rubén Eslaiman para ocupar la vicepresidencia.
Eslaiman es un dirigente que responde a Graciela Camaño y no reuniría adhesiones mayoritarias en la bancada massista. Para sorpresa de Massa, los negociadores de Cambiemos no habrían puesto objeciones a esa nominación.
Ahora el tigrense entró en una encerrona. Su verdadero candidato para la vice es Ramiro Gutiérrez, el diputado de Dolores y uno de sus asesores centrales en temas de Seguridad y Justicia. Acaso Massa haya buscado un veto ajeno, que nunca llegó, para no tener que mediar en su tropa.

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