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Travesuras

Desde siempre, para Doris Steinbach, su hijo Lucas fue su gran amor y fue por quien, en la adolescencia, cometió alguna travesura.
"Cuando estaba en la selección nacional, los chicos distraían al conserje y la hacíamos pasar rápido a la habitación. La disfrutábamos todos porque nos cuidaba. No es fácil cuando sos del interior y estás solo", narra con gesto pícaro Lucas Matthysse aquellos encuentros a escondidas con su mamá.
"(Juan Carlos) Reveco, (Marcos) Maidana, (Mariano) Carrera: Todos me ayudaban y pedían un poco más de comida. Ya nos habíamos hecho amigos de los encargados de la cocina, así que con eso que sobraba le dábamos de comer a ella", agrega.
Sin pelos en la lengua, Matthysse confiesa que hoy, a los 30 años, a veces duerme abrazado a ella: "¡ Más vale !. No tengo vergüenza en decirlo. Es mi mamá, la amo y agradezco que esté conmigo".
Doris Steinbach se para en un rincón del cuadrilátero y le sirve agua en el minuto de descanso. No le saca el ojo de encima. "Sé que le hace bien que venga, por eso lo acompaño. Primero, venía una semana. Ahora, vengo 15 días antes de la pelea, me levanto con él a la mañana y, en bicicleta o caminando, hago su rutina", afirma quien sabe bien de qué se trata eso de cambiar guantazos.

La gran noche

Aún perdura en la memoria de Doris la vez que su hijo conoció la meca del boxeo nacional.
"Cuando Lucas peleó en el Luna Park, como amateur, fue increíble. Mi hija Soledad tenía previsto parir justo ese día. Así que le hablé a la pancita y le dije que esperara. Al final, ganó Lucas y mi nieto nació el lunes, dos días después". 

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