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TEMPORADA VERANIEGA

Primeras vacaciones con amigos: ¿un riesgo o una oportunidad?

El veraneo entre pares, lejos de la mirada familiar, implica enfrentarse a una serie de situaciones que exigen tomar precauciones, máxime si el adolescente en cuestión no ha sabido hasta entonces de autolimitación y autocuidado

Las primeras vacaciones de los adolescentes con amigos, tan ansiadas por los chicos y tan temidas por los adultos, pueden ser una gran oportunidad para mejorar la relación entre padres e hijos así como un globo de ensayo de lo que será la vida adulta, aseguran los especialistas.
Para Felisa Lambersky, médica pediatra y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, las vacaciones con amigos de los adolescentes se enmarcan dentro de los cambios sociales propios de esta etapa de mutaciones.
El adolescente "prioriza lo grupal porque necesita pasar del circuito familiar al extrafamiliar. Busca individuarse y desarrollar su subjetividad, ir ensayando un modelo de su futuro", explicó la psicoanalista.
"Siempre y cuando el adolescente disponga de buenos recursos para defenderse de los excesos, si tiene conciencia, si está hablado en la familia, las vacaciones con amigos pueden favorecer la madurez", agregó.
La experiencia de consultorio de los especialistas entrevistados revela que los adolescentes salen de vacaciones con amigos por primera vez entre los 16 y los 17 años, por períodos que van entre 10 y 15 días, a destinos nacionales, cercanos a la residencia familiar y con infraestructura nocturna.
El veraneo entre pares y lejos de la mirada familiar implica enfrentarse a una serie de situaciones que pueden resultar riesgosas si el chico no ha sabido hasta entonces de autolimitación y autocuidado.
Los mayores fantasmas para los padres son el consumo de drogas, el exceso de alcohol, la velocidad, una sexualidad desordenada que los exponga a embarazos y enfermedades de transmisión sexual, una mala administración del dinero y la acción de delincuentes que se aprovechen de la vulnerabilidad e inexperiencia de los menores.
Estos riesgos se pueden ver potenciados por "una sociedad que no es protectora" con este grupo etáreo "y por efecto del fenómeno de masas, bajo el cual actúan en ocasiones los adolescentes".
A esa edad los chicos "son personas que consumen bastante pero la sociedad los sigue dejando en un lugar de vulnerabilidad”, explica Rosa Pappolla, secretaria del Comité Nacional de Adolescencia de la Sociedad Argentina de Pediatría.
"Por caso, la venta de alcohol está prohibida pero nadie lo cumple y, al momento del exceso, aunque los vean mal les siguen vendiendo y si se descompone no llaman a los padres ni a la ambulancia, sino que los sacan a patadas”, ejemplificó.
Por otro lado, "el fenómeno de masas puede arrastrar al chico a una conducta no prevista alentada por un líder negativo”, explicó Lambersky.
El mejor antídoto contra todos estos riesgos, coinciden los especialistas, es el "diálogo fluido y franco" entre padres e hijos, que alerte, evacue dudas y fomente la confianza mutua. Igual de importante es el aprendizaje del autocuidado, la internalización de límites y del sentido de la responsabilidad.
Pappolla hace hincapié además en la importancia del rol que suelen cumplir algunos adolescentes como preventores entre sus pares y de algunos padres, como multiplicadores del mensaje entre los amigos de sus hijos.
"Es importante inculcar el rol de preventor de un joven hacia otro joven, que mire al otro y aprenda no sólo a no hacerlo consigo mismo sino a ayudar a otros a que no corran riesgos, ya que en la noche adolescente no hay adultos y el primer cuidador a veces es otro joven", sostuvo Pappolla.

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