Marcelo Storani habló con Democracia.
Marcelo Storani habló con Democracia.
CONTADOR Y DOCENTE

Marcelo Javier Storani: “Siempre fui un agradecido de las relaciones”

Nacido en Gálvez, se mudó con sus padres a Junín a sus cinco años de edad y tuvo su propia familia en nuestra ciudad, lugar que también eligió para desarrollarse profesionalmente. Actualmente, tiene su propio estudio contable y lleva más de 15 años como docente en la Unnoba.

La resiliencia es la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos. Y Marcelo Storani, a medida que fue creciendo, fue superando los obstáculos coyunturales de la vida laboral más allá de las complejidades económicas y políticas.  

Primero para sus padres y actualmente para él, oriundos de Gálvez, puede afirmarse que Junín significó una tierra de oportunidades para la familia Storani que, a base de compromiso y esfuerzo, lograron desarrollarse y ganarse un lugar de reconocimiento en la sociedad.

En diálogo con Democracia, Marcelo Storani recordó su arribo e infancia en nuestra ciudad; abordó los años de estudio en Rosario; resaltó su vínculo con la Unnoba; y realizó un balance de su trayectoria como profesional.

Inicios 

“Tenía cinco años cuando a mi papá le dan la distribución de Sancor y vinimos a Junín. Ellos ni siquiera sabían dónde quedaba. Cuando llegamos nos instalamos en Rivadavia y Libertad, y alquilamos una esquina que era grande y nos permitía tener todo lo referido al trabajo de mi padre”, contextualizó sobre el comienzo local.

Y continuó: “Mi mamá trabajaba a la par de mi viejo. Cuando él viajaba a buscar quesos y fiambres a Rosario, mi mamá se quedaba en el negocio atendiendo a los repartidores”.  

Sobre su formación escolar señaló: “Tengo un hermano menor, Adrián, y nuestros padres necesitaban que estuviéramos ocupados ya que trabajaban todo el día y una opción era el colegio Padre Respuela porque era doble turno. De hecho, nos pasaba a buscar el colectivo”. 

“Cuando terminé la primaria, seguí en el antiguo colegio Comercial, de Lebensohn y Narbondo, porque en el Respuela no había secundario”, agregó. 

A los 18 años, llegó el momento en que Storani tuvo que decir qué continuar estudiando y compartió: “Eran otras épocas: los padres vivían para trabajar y no se hablaba de otra cosa que no fuera trabajo. Yo estaba muy metido en esa cultura laboral: de chico estaba colaborando en tareas administrativas o control de la empresa”.

“Todavía existía el servicio militar obligatorio y me tocaba hacer la colimba, durante un año, en los cuarteles de Junín. Por tal motivo, estuve ausente en mi casa y, por eso, me animo a plantearle a mi papá la idea de irme a estudiar, ya que, se había podido arreglar sin mí”, narró y remató: “Me dijo que sí, que vaya a Rosario que era donde él iba a cargar mercadería. Arranqué en el 86 en la Universidad Nacional de Rosario”.

Respecto a lo que implicó su paso por la universidad indicó que “tenía ese compromiso de hacer la carrera rápido porque significaba un esfuerzo y no era común el hecho de irse a estudiar”. 

Asimismo, en torno a lo que significó ese proceso, analizó: “Lo disfruté a medias. Lo tomaba con mucha responsabilidad. No recuerdo que me lo hayan impuesto. Sin embargo, estaba dentro de mí y no me permitía salir un fin de semana”. 

Tras regresar de Rosario, nuevamente en Junín, Storani tenía el gran desafío de insertarse laboralmente, independientemente del negocio familiar al que siguió ligado desde otro lugar. 

“Mi papá quería que me quede en el negocio, pero, cuando me recibí y volví, tenía claro que no tenía que trabajar con mi papá. Lo iba a acompañar y estar a su lado, pero las decisiones dentro del negocio las iba a tomar él siempre. A partir de ahí hicimos una SRL de familia con mis padres y mi hermano”, recordó. 

Y siguió: “Empiezo a moverme dejando currículums y me avisan que había una búsqueda para el Banco de Junín que era local y regional con 22 sucursales. Me toman junto a tres contadoras, en el 91”. 

En tal sentido, continuó su relato: “Había mucha gente trabajando, pero sin formación de grado. Me proponen ir a la parte de Contaduría y, a los 6 meses, me proponen la Gerencia de Recursos Humanos”.

Sin embargo, no comenzaría un camino de rosas para Storani, sino, todo lo contrario: un arduo proceso laboral de superación permanentemente.

Resiliencia

En función a esa primera experiencia formal de trabajo, rememoró: “En la década del 90 se dio vuelta el sistema financiero: cambió la forma de evaluar las carpetas de clientes en el banco y me tocó armar la parte de riesgo crediticio y ver quiénes eran los gerentes en cada una de las sucursales”. 

También describió: “Luego vino un problema de fondeo con los plazos fijos, que todavía eran a una semana, y créditos a partir de doce meses. El banco iba a pedir auxilio, se llamaba redescuento, y el Banco Central dice que ya tenía un comprador para el Banco de Junín aprovechando la necesidad”.

De tal forma, detalló que “la familia Trusso se quedó con la casa de Cambio Baires, el Banco de Tandil y el Banco de Junín”. No solo eso, ya que, en el año 97, junto al nacimiento de su primera hija, se produjo el cierre del Banco Crédito Provincial (BCP), ente que lo nucleaba. Pero Storani debía seguir.

“Participé del Comercio e Industria y surge la posibilidad de participar en Distrigar con César Trifiló, donde recorrimos ocho sucursales de General Pico a Zárate. Ganaba cinco veces menos de lo que ganaba en el banco y, para la poca suerte, iniciaba la década del 2000 con una economía compleja donde nadie compraba nada”, indicó. 

Y añadió: “En Junín estaba Abel Miguel de intendente, que me había invitado a sumarme a su equipo como secretario de Economía, pero no me seducía la parte política. Luego me comenta que en el Banco Nación estaban armando gerencias Pymes en las sucursales”. 

“El amorcito bancario, después de diez años, me tiraba y le dije que sí. Quedo para atender las empresas de toda una región, pero no solo que no hice lo que tenía que hacer, sino que apareció el corralón: terminé atendiendo a los jubilados y al que venía a retirar el dinero”, contextualizó acerca de aquellos años. 

Enmarcado en el gobierno de Fernando de la Rúa, y bajo una modalidad de contrato que se iba renovando cada seis meses, desde el Gobierno decidieron dar punto final al programa para Pymes en el que estaba y, tal situación, impulsó a Storani a enfocarse en su desarrollo en el estudio contable.

“Era 1° de mayo de 2001 y ya tenía a mis dos hijos (Paz y Augusto). Mi esposa me dijo que me ayudaba para que arranquemos con el estudio. Estuve tres o cuatro años con el estudio y aparece la Unnoba”, expresó. 

Así fue la manera en que comenzó su vínculo con la universidad. Al respecto, contó: “Me ofrecen arrancar con una ayudantía en una cátedra en Contabilidad. Nunca me planteé ser docente, me interesó y comencé. Llevaba a la par la docencia con el estudio”.

Docencia

Tras la ayudantía, Storani fue docente adjunto y, finalmente, en el 2015 se presentó la oportunidad de ser secretario académico en Económicas y Jurídicas: hecho que lo enorgullece. “Me gustó y me parecía valorado el trabajo en el aula”, reconoció. 

Respecto a lo que representa tal proceso como docente señaló: “Después de 15 años dando clases, los exalumnos son los que hoy te dan una mano: vas a AFIP, ARBA y te los encontrás”, celebró.

“La función de ser docente es apasionante y transmitirle eso a los chicos es una enseñanza de vida”, resaltó sobre el rol y evaluó: “Encontré de todo, pero vi una juventud que demanda conocimiento, consejos y que es respetuosa. Obviamente que, año a año, la formación de base que traen de la escuela media se ha ido deteriorando sensiblemente”. 

Acerca del hecho de dar docencia manifestó: “Me encanta dar clases porque me veo reflejado en los alumnos que están en la primera fila. Te encontrás con chicos que vienen de pueblos cercanos a Junín que hacen un esfuerzo enorme y le ponen mucha garra”. 

Además, abordó el lugar que ocupa universidad y la definió como “un lugar confortable donde tenés la biblioteca, un lugar para comer, la posibilidad de hacer deporte, que el docente no falte nunca y beca de conectividad o transporte”. 

“Junín, a partir de la década del 2000 con la aparición de la universidad, ha tenido un salto cualitativo sin precedentes”, destacó como uno de los hitos más importantes a nivel local y regional. 

También vale resaltar que hizo mención a la red de gas natural, el ferrocarril y el área de salud como aspectos nodales que caracterizan (o han caracterizado) a nuestra ciudad.

Cierre

Pese a los imponderables de la vida, Storani no se detuvo. Al ser consultado en torno a su proceso de resiliencia, contestó: “Uno con honestidad intelectual, profesional y académica, todo lo puede sortear. Hay monumentos más fáciles y difíciles, pero siempre fui un agradecido de la gente y las relaciones. Siempre me sentí reconocido”. 

“Me traslado a ese Marcelo que tenía ocho años y lo veo sentado en un Furgón 350 con una plantilla de control de stock registrando lo que había en un camión, las facturas de lo que había llegado o contar el dinero si coincidía con la rendición de caja”, graficó. 

Por eso, consideró que “más allá de lo que estudies o hagas, está la proactividad que te marca”.

Finalmente, concluyó: “Siempre se te abren puertas cuando tenés ese espíritu. Ser comprometido con los que tenés al lado. Todos los días la vida te va demostrando que todos nos necesitamos”.

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