El canal que llega a las compuertas, en Mar Chiquita.
El canal que llega a las compuertas, en Mar Chiquita.
EL DRAMA DE LA SEQUÍA

Se secó el vertedero en Mar Chiquita y ya no entra agua a la Laguna de Gómez

En efecto, el canal que conecta el espejo de agua de Agustina, con el puente Morote y la desembocadura a la altura de la Ruta 7, en Saforcada, ya no tiene correntada, lo que pone en jaque el caudal de las lagunas abajo.

Esta semana ocurrió un fenómeno preocupante en el partido de Junín, más precisamente en el río Salado, a raíz de la sequía histórica que golpea al país desde hace más de un año, tanto a la producción agropecuaria, como a los ecosistemas naturales.

Según pudo constatar Democracia, en los últimos días, y por la bajante, se secó el vertedero de la Mar Chiquita, donde están las compuertas, y dejó de entrar agua a la Laguna de Gómez, cuya cota sigue en descenso.

En efecto, el canal que conecta el espejo de agua de Agustina, con el puente Morote y la desembocadura en la altura de la Ruta 7, en Saforcada, ya no tiene correntada, lo que pone en jaque el caudal de las lagunas río abajo. 

En Junín, con la temporada de verano en marcha, continúan descendiendo fuertemente los niveles de las lagunas, una situación que se viene agravando desde la primavera, estación en la que se registró el noviembre más cálido de la historia. 

La Picasa

La Laguna La Picasa fue años atrás el eje de conflicto entre productores y provincias por la gran cantidad de campos que inundó, y la falta de acuerdo para darle una salida ordenada a la gran masa líquida que desciende hacia Junín y la Región.

Hoy este espejo de agua muestra un panorama diferente. Aunque sobre el sector norte sigue teniendo una reducida masa líquida, su cota ha bajado considerablemente y sobre la margen del sur hasta deja ver los pocos postes de alambrados que subsistieron a la erosión y pequeños mojones de malezas.

Así, a la altura de la localidad de Aarón Castellanos, que fue la más afectada por las inundaciones allá por el 2000, la cota bajó hasta 6 metros, considerada una marca histórica en los últimos 20 años.

Las obras inconclusas

Mientras algunos productores se ilusionan en recuperar las tierras que el agua les había arrebatado; otros advierten que de cumplirse los pronósticos y volver a repetirse el fenómeno de “El Niño”, la laguna volverá a anegar las tierras y más aún. Y fundamentan ello en el hecho de que no se hicieron las obras que se debían concretar para asegurar un drenaje adecuado de los excesos hídricos en épocas de lluvias.

Sumado a ello, apuntan a que tampoco se aprovechó para limpiar los canales que en territorio cordobés, entre los 5 reservorios que se hicieron para ir conteniendo agua -pero hoy están vacíos- por la sequía, se llenaron de malezas, y no se le hizo el mantenimiento adecuado.

“Esto es cíclico, cada cuatro años se dan períodos de lluvias intensas. Pero si en el medio no se hacen las obras que hay que hacer, todo se vuelve a inundar”, dijo tajante José Zoppi, productor de Laboulaye que conoce palmo a palmo la cuenca de la Picasa.

Este vecino se encarga de aclarar que en realidad la Laguna La Picasa fue históricamente un espejo que ocupaba unas 500 hectáreas, que se mantenía por lluvias y algunas vertientes. Pero fueron las recurrentes inundaciones y la falta de soluciones para darle salida ordenada, lo que hizo que terminara inundando 100.000 hectáreas. “En realidad el problema es la inundación de La Picasa”, reitera el productor. Y con él coinciden otros vecinos consultados.

En la cuenca de esta laguna están involucradas las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. A pesar de los intentos por acordar obras en conjunto, poco se pudo avanzar.

Varias ciudades de la última provincia mencionada interpusieron un recurso de amparo, que puso límite al paso de agua -a la cota- hacia su territorio. Y el poco caudal que deja circular, ante una eventual inundación, lejos está de ser una solución.

Zoppi advierte que las obras que se proponen no son soluciones, ni siquiera se acercan a ser paliativos. Y sentencia sin dudarlo: “Va a volver a pasar”.

“Estamos ante un evento de ciclo húmedo según los científicos. No sé si será este año o el que viene. Así como arrancó aquel de diciembre de 1997. En ese momento fue en Laboulaye y en tres meses cayeron 1100 milímetros. Ese ciclo duró hasta 2003, y tuvo su pico en 2001. Hoy no estamos ante un nuevo ciclo húmedo que se anuncia y no hay una obra hecha, no hay una alternativa de asfalto (en caso que vuelva a cortarse la ruta 7). El ferrocarril que volvió a correr, se va a volver a inundar, y por el momento los gobiernos no hacen nada. Santa Fe solo se encarga de inspeccionar los reservorios de agua que hay en Córdoba que son chiquitos y que cuando se llenen van a desbordar”, advierte el productor.

En medio, y aunque en la actualidad haya grandes extensiones de campo dentro de la región de La Picasa sin agua, los productores poco pueden hacer para recuperar las tierras. Es que la gran inundación de años anteriores borró casas, alambrados. La ganadería podría ser una alternativa, pero ante la imprevisibilidad existente, y el riesgo latente de lluvias copiosas, poco es lo que se puede pensar en hacer.

“No hay ninguna obra hasta el día de hoy que vaya a atenuar un nuevo embate de agua y un nuevo Niño como dicen que se va a venir”, reiteran los productores de la zona.

Y ante el anuncio de la inauguración de la denominada “alternativa norte” que evacuaría los excesos hídricos, son excépticos y aseguran no impedirá que la ruta 7 y el ferrocarril vuelvan a quedar bajo agua.

“Si no hay una obra que nivele hasta cierto punto la cota de la inundación, todo va a ser impredecible, y nosotros que estamos acá al oeste, Laboulaye y demás pueblos quedaremos nuevamente aislados de Buenos Aires, con los perjuicios comerciales que eso implica”, sentenció Zoppi.

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