La baja de casos y la apertura de las restricciones trajo, sin dudas algo de calma a todos los temores suscitados hace más de un año y medio cuando una pandemia inimaginada ponía en vilo al mundo. Incluso hablar en pasado de algo que aún resuena, resulta bastante tranquilizador.
No obstante, la situación continúa latente y perduran muchos temores y angustias que afloraron o se potenciaron con la pandemia.
La psicóloga Micaela López se refirió a los miedos, las preocupaciones y la importancia de cuidar la salud mental en momentos como este, así como sobre el tiempo que nos puede tomar apaciguar las consecuencias emocionales del fenómeno.
Temores subyacentes
A pesar del tiempo transcurrido desde la declaración de pandemia, López asegura que “incluso habiendo salido de las restricciones casi en su totalidad, no podemos dejar de preguntarnos y de analizar los efectos que la pandemia ha dejado en todos los sujetos, de todas las edades”.
Claramente, la aparición del coronavirus “tuvo grandes implicaciones sociales, económicas, sanitarias y por supuesto psicológicas”, aseguró.
En este último plano, “el haber irrumpido en las rutinas ya instaladas, vino a desestabilizar, sobre todo en lo que respecta a lo vincular. Dentro del ámbito familiar, de las relaciones de amistad, dentro de lo laboral, el encuentro o desencuentro con el otro, generó replanteos, nuevos posicionamientos, y en algunos casos se hizo visible lo invisible”.
“Más aún en aquellas personas que debieron afrontar la situación más de cerca, ya sea por la enfermedad o pérdida de algún familiar como consecuencia de este virus, o las personas que se desarrollan en el ámbito laboral, por ejemplo el personal de Salud, que vivenciaron situaciones extremas”, señaló.
“En estos casos, hoy se pueden observar indicadores de stress postraumático y otros trastornos psicológicos”.
Por supuesto que en esos casos, según la profesional, “es importante analizar la capacidad de resiliencia de cada sujeto, esa capacidad de aceptar o superar situaciones traumáticas. No obstante, no todos están expuestos a sufrir consecuencias psicopatológicas a largo plazo”.
Sin embargo, “todo esto que pasó en la población en general dejó huellas que, en mayor o menor medida, aún siguen estando presentes”.
Es por esto que hoy hablamos de una “nueva normalidad”, lo que supone que hubo cambios y “como todo cambio, implica reacomodarse, repensarse, resignificar experiencias y demás”.
Según López, “en este tránsito hay quienes experimentan mayor nivel de ansiedad, fruto de la incertidumbre que aún se conserva, de lo que puede llegar a pasar, y por el temor de volver a vivir lo que se vivió. En otros casos, esta ansiedad puede estar más ligada a la nueva situación, por ejemplo trabajos que continuaron siendo duales (virtual y presencial), vínculos que se disolvieron o roles que cambiaron”.
Estas cuestiones, aseguró, “aparecen hoy en las consultas como el motivo manifiesto, ansiedad expresada en síntomas corporales, afectación significativa del funcionamiento social y cotidiano, angustia, miedo generalizado, entre otros”.
Salud mental
En cuanto a las sugerencias para el cuidado de la salud mental, “claramente el espacio de la terapia puede ser de gran ayuda para abordar las cuestiones antes mencionadas, sobre todo cuando se observan variables que se prolongan a lo largo del tiempo”, destacó la Psicóloga.
“También el construir rutinas en las que aparezca algo de las emociones, de lo que nos gusta hacer, lo que disfrutamos, ya sea una actividad artística, deportiva, recreativa. Y fundamentalmente reconstruir lazos sociales, lograr ese acercamiento emocional que debimos reinventar durante la pandemia, ante la imposibilidad del contacto físico”.
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