RECONOCIDO GUIONISTA Y DIRECTOR DE CINE

Salvador Roselli: “Este trabajo me permite conocer mundos”

Dirigió y escribió numerosas películas, como “El perro” de Carlos Sorín, “Las acacias” de Pablo Giergelli, y “El muerto y el ser feliz” de Javier Rebollo. Es docente, y también trabajó para televisión y en publicidad.

Salvador Roselli tenía quince años cuando Norman Briski –que era amigo de su padre– le dijo: “Vos tenés que estudiar cine, pero no en Argentina”. Todavía no se imaginaba formar parte de ese mundo. Para él, ese ambiente “era para gente grande o experimentada”.
Es cierto que el cine siempre, de una u otra manera, estuvo cerca suyo. Eran habituales sus asistencias a las matinés y solían ser sus salidas de fin de semana.
“En mi casa estaba presente –recuerda–, cuando mis viejos viajaban a Buenos Aires, iban a ver al menos una película por día sí o sí. A mí siempre me gustó leer. Me atraían las historietas, que tienen algo en común, con eso de contar fragmentado. Y el cine me atrapaba por muchas cosas”.
Pero estaba en un plano idealizado. Por eso, cuando terminó el secundario se fue a Buenos Aires pero estudió otras cosas: biología, abogacía, arquitectura, comunicación social.

“En una película, el responsable, el narrador, es el director”.

Sus inicios
La idea de incursionar en el cine rondaba por su cabeza pero no se materializaba. “Se ve que necesitaba una cierta maduración”, dice hoy. A través de Briski tuvo una reunión con el director y guionista Santiago Carlos Oves, que le contó cuáles eran los lugares en los que podía estudiar y agregó: “Si Manuel Antín abre la universidad que quiere hacer, anotate que va a estar buena”.
Pasados dos años Antín inauguró la Universidad del Cine y Roselli se inscribió. Allí siguió la carrera de Dirección e hizo algunas materias de Guion, que es en lo que más trabajó.
Todavía estaba estudiando cuando ganó un concurso de guion que le permitió codirigir la película episódica “Mala época”.

“El guionista es el pretexto para que exista esa película”.

Su trabajo
Ese fue el inicio de un largo camino que lo llevó a trabajar en cine, televisión y publicidad. Y con mucho sacrificio pudo hacerse un lugar en este oficio, principalmente como guionista.
“El perro”, “Sofacama”, “Liverpool”, “Las acacias”, “El muerto y ser feliz”, “Boca de pozo” son algunas de las películas que escribió.
“Tengo guiones que yo escribí y otros me los encargan”, cuenta Roselli sobre su trabajo.
Y posteriormente amplía: “Por ejemplo, yo hice ‘El perro’, que dirigió Carlos Sorín, y su idea original era la de hacer una película sobre una persona a la que le pagan un favor con un perro, que lo lleva a tener una vida que nunca había vivido. Entonces no había una historia, era como un pretexto. Otra película que escribí, a la que le fue muy bien, que se llamó ‘Las acacias’, y lo que el director quería hacer era una película de amor en un camión, ese fue el origen”.

Guionista
Según dice, lo interesante de su trabajo del guionista es poder tener cierto equilibrio: “Uno tiene que lograr que la historia sea lo suficientemente mía como para que a mí me importe, pero que el que me la encargó no se dé mucha cuenta de eso, entonces hay que saber cómo piensa el director y ver cómo es su mirada. Es un desafío”.
Respecto de su participación posterior, generalmente no concurre el set de filmación y dice que, en general, el resultado termina siendo muy parecido a lo que se imaginaba que iba a quedar. “No he tenido experiencias malas o de desilusión”, asegura.
Lo cierto es que, desde su mirada, las películas son, más que nada, de los directores: “El guionista es el autor de la historia, el pretexto para que exista esa película, pero el responsable, el narrador, es el director. Hay películas que le deben mucho más al guion que otras, en algunas se suele decir que el guion ‘es de hierro’, porque debe ser muy respetado y ahí tal vez te sentís más parte que las que son más libres”.
En relación a los temas sobre los que escribe, señala que suele haber en su trabajo una mezcla de género y realidad: “La mayoría de ellos pasa por la aventura de estar vivo, aunque sean de género o más realistas, generalmente tienen en común que son pequeñas aventuras que uno puede transitar durante la vida”.

“Este trabajo me permite conocer mundos, porque si te dedicás al cine normalmente sos curioso. Y sigue el relato porque el cine es un arte narrativo”.

Actualidad
Roselli también se desempeña como docente y sus talleres de guion los dicta, no solo en nuestro país, sino también en otros como Cuba, Brasil y Colombia.
Actualmente está trabajando, además, en varios proyectos simultáneos: “Terminé de escribir una película para Perú, que transcurre en ese país y en el Tíbet, estoy corrigiendo otra que sucede en Puerto Pirámides y una tercera que se desarrolla en Córdoba en la década del 30. Y también estoy haciendo una serie sobre raperos, para el canal Encuentro”.
Esta mezcla tan rara de Tíbet, Perú, Córdoba en la década del 30 y raperos en una villa le da una gran dinámica a su trabajo.
“Es cierto que no te aburrís, pero a veces es estresante”, dice Roselli entre risas, para luego añadir: “Está bueno estar en estas cosas, este trabajo me permite conocer mundos, porque si te dedicás al cine normalmente sos curioso. Y el proceso sigue con el relato porque el cine es para contar, es un arte narrativo”.

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