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Cada vez con menos público, las bibliotecas populares luchan por sobrevivir.
BIBLIOTECAS POPULARES

La tarea diaria de reinventarse para subsistir

Agobiadas económicamente y con escasos socios activos, algunas bibliotecas en nuestra ciudad brindan cursos y agregan actividades, no solo para solventar gastos sino para recuperar lazos con la comunidad.

Hace muchos años, tal vez más de veinte, entrar a una biblioteca era un acto casi solemne. Especialmente si lo hacías con compañeros de la escuela, ante el encargo de algún trabajo especial pedido por el docente.
El silencio era la norma a cumplir, aunque cada tanto la bibliotecaria tuviera que recordarlo si el murmullo excedía los límites. Tal vez una o dos veces. Ni que decir de aquellos capaces de retar solo con la mirada al bullicioso, que en la mayoría de los casos bajaba la voz en cuestión de segundos.
Hoy, podría decirse que la actualidad de las bibliotecas es otra. Muy distinta.
Salvando las que brindan acceso a materiales más específicos como la de la Unnoba, Edificio de Tribunales, por nombrar algunas, que permiten otro tipo de consultas -y que no son populares-, las bibliotecas de barrio, esas que hasta hace varios años recibían un sinnúmero de chicos, hoy tratan de subsistir gracias a las cuotas de sus socios más fieles y algún subsidio. 
Paradogicamente extrañan el murmullo, porque hoy de una forma u otra, las invade el silencio.  Pero no solo el silencio en su ambiente. También el silencio en el barrio, en la comunidad que apenas la ve y en todo aquel que pasa y solo es capaz de ver un espacio obsoleto, fuera de su época.
Que los jóvenes no leen, que los chicos ya no se reúnen en la biblioteca sino en casa, que internet cambió todo, son algunas de las razones que se escuchan y que les exigen a las bibliotecas reinventarse y salir a darle batalla al olvido.

Problemas económicos
Luciano Toledo, vicepresidente de la Biblioteca Florentino Ameghino que está pronta a cumplir 100 años de vida, asegura que la situación actual de las bibliotecas en general es muy preocupante.
“Como estamos por cumplir 100 años hay mucha gente que se ha acercado, muchos ligados a la política. La diputada Arata nos ha dado una mano muy grande y desinterasadamente, pero lo cierto es que a veces uno se siente muy solo”.
Tratando de resolver su Personería Jurídica, Luciano asegura que “en la biblioteca no contamos con el subsidio de Conabip  y eso traba muchas cosas. Sumado a que la Federación de Bibliotecas Populares que paga los sueldos del bibliotecario hace seis meses que no deposita los sueldos”.
La biblioteca hoy se sostiene con cursos, talleres, proyecciones y con la cuota societaria que si bien  es mínima, Luciano asegura que es una gran ayuda.
“De doscientos treinta socios pagarán unos sesenta o setenta. Eso solventa las cuentas”.
Desde la Biblioteca Manuel Belgrano, la tesorera Virginia Pedretti da cuenta de una situación bastante similar.
“Tenemos 166 socios activos con una cuota de $15 y con ese dinero se le paga a la bibliotecaria por su trabajo”, asegura mientras que con el subsidio de Conabip, que ellos si tienen, se efectúa la compra de libros y pago de gastos.
La situación de la Biblioteca Paz y Trabajo, según relata su bibliotecaria, Cecilia Casa, parece un poco más alentadora.
Cuentan con dos subsidios provenientes de la ex Dirección de Bibliotecas para el pago de sueldo de bibliotecario y compra de libros. “Si bien siempre se atrasa, a veces llega todo junto”, asegura Cecilia sobre el dinero que reciben.
Además, la biblioteca cuenta con el apoyo de Conabip que envía un subsidio anual para gastos de la biblioteca que, por ejemplo este año invirtieron en arreglar el techo del inmueble. Además, reciben otro subsidio que otorga la misma entidad para la feria del libro, con pasajes, estadía, comida y compra de libros. 
“Aquí hay alrededor de doscientos veinte socios pero activos son 160”, explica y aclara que la cuota es de $40 mensuales.

Realidad diaria
Todos coinciden en que la visita de la gente ha mermado considerablemente.
Matías Caligiuri, bibliotecario de la biblioteca Florentino Ameghino resume que “hay días en que se mueve un poco y días en que no viene nadie pero lamentablemente se cuentan con los dedos de la mano”.
Vanesa Gavazzi, de la biblioteca Manuel Belgrano, coincide y asegura que la mayoría de quienes se acercan a buscar libros son personas mayores, que si leen mucho, pero ya no como lo hacían antes. 
“Es muy poca la gente que viene. Y hace varios años que los chicos ya no vienen a hacer  investigaciones con sus compañeros. Si bien tenemos servicio de wifi y pueden venir a trabajar con sus computadores, eso no suele darse”, se lamenta.
Para Matías, la situación es triste. “Para uno que por ahí se crió en ambientes llenos de libros es un poco doloroso que no sea más concurrida”.
Aún así, destaca la presencia de los socios de siempre, “que vienen siempre a buscar sus libros” y de las visitas esporádicas de los chicos de la escuela.
“Con ellos se da la cuestión de que no te piden libros sino la contraseña de internet, porque manejan todo de ahí”.
La situación que se da en la Biblioteca Paz y Trabajo arroja un poco de optimismo a esta cuestión, que se contrapone a las dos anteriores.
Si bien nada es como antes, Cecilia Casa destaca que la biblioteca recibe muchas visitas diarias.
“Acá tengo un movimiento importante. Tenemos un amplio público. Más mujeres pero también varones de todas las edades, especialmente adolescentes y público joven, hasta señoras mayores. Hay quienes vienen a leer el diario y algunos por un trabajo de investigación pero usando la netbook, ya que tenemos wifi”.

Cursos y actividades para la comunidad
De lunes a viernes, la biblioteca Ameghino cuenta con cursos de fotografía de diferentes niveles a cargo de José Revert y Gustavo Goyeneche. Además dictan talleres de teatro y un taller de literatura a cargo de la escritora local Soledad Vignolo.
“Nuestra idea es fomentar que haya gente en la biblioteca, que sea concurrida más allá de los cursos que tenemos”, aclara Matías Caligiuri.
Además, según el vicepresidente Toledo, “aquí va a funcionar la sede Junin de la SADE, gracias a la gestión de Soledad Vignolo. Ya que ellos no tienen un espacio físico donde juntarse y lo harán acá”.
En la Biblioteca Paz y Trabajo se dicta cada lunes un curso de italiano dependiente del departamento de Cultura de la Municipalidad
“Trajimos una escritora y una ilustradora el año pasado y se invitó a la escuela”, explica Cecilia

Trabajo de comisión y gestión
Sin dudas para que una biblioteca funcione en estos tiempos es necesario un buen trabajo de  comisión que le permita acceder a los subsidios que le correspondan para solventar sus gastos pero sin olvidarse de la necesidad de reforzar el vínculo entre cada biblioteca con la comunidad cercana que la rodea.
Escuelas, jardines de infantes, clubes, parroquias, vecinos -muchos socios vitalicios- que la conforman y la sostienen silenciosamente desde sus comienzos.
Según Cecilia de Paz y Trabajo, “hoy cuesta formar la comisión de una biblioteca porque nadie quiere comprometerse.  Acá por lo menos hay una comisión, la biblioteca se abre y se respeta el horario. También es importante tener los libros que piden”, aclara.
Virginia Pedretti de Manuel Belgrano asegura que la mayoría de los libros refieren a lectura general. “Incluso ya no se compran tantos libros escolares por como se van modificando año a año, algo que genera un gasto muy grande para una biblioteca”.

Sí, leen
La constante afirmación de que los chicos no leen, para Cecilia, de la Biblioteca Paz y Trabajo, no es cierta.
“A los jóvenes solo hay que traerles el material que ellos están leyendo. Yo no pretendo darles un Mio Cid, porque no lo van a leer. Les gustan las historias de vampiros, los best sellers, hay que traerlos. Lo importante es el hábito de la lectura, después tranquilamente van a saltar a otras lecturas porque eso les va a quedar chico”, asegura.
Además, la bibliotecaria considera que la gente lee mucho y que la biblioteca debe estar abierta.
“Hay que darle tiempo a la biblioteca y estar. Si la gente sabe que estás, se acerca. Se hace difícil con los costos para mantenerla, pero nuestra experiencia acá es que cuando volvemos de vacaciones o de un feriado, la gente viene de golpe, desesperada a buscar su libro”.

100 años de la Biblioteca Florentino Ameghino
A la espera de sus 100 años, el 8 de agosto, la biblioteca obtuvo una beca del municipio con la Escuela de Arte Xul Solar, a través de Rosana Guardia, para refaccionar completamente el frente del inmueble.
“Se va a hacer un trabajo en conjunto con ellos de mosaiquismo en el frente, referido a los 100 años con una placa que hace también la escuela de arte y se va a descubrir el 8, el día del cumpleaños. Para septiembre u octubre tenemos pensados otros festejos”, explicó el vicepresidente, Toledo.

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