¿Cuál Rosáenz? Nuevos aportes a la biografía de Atahualpa Yupanqui
MÚSICA

¿Cuál Rosáenz? Nuevos aportes a la biografía de Atahualpa Yupanqui

Este artículo se propone esclarecer la figura del primer profesor de Atahualpa Yupanqui. Muchas biografías difieren en este punto y se limitan a mencionar al “cura del pueblo”, a “Rosaenz”, a “Ricardo Rosaenz”, a “Elifio Rosáenz”, o bien señalan que esas primeras clases de violín fueron tomadas por Yupanqui no en Agustín Roca, donde residía, sino en su estadía en Tafí del Valle.

Ante esta multiplicidad de versiones trataremos de indagar en dicha cuestión, descartando aquellos elementos no probados. Sucede muy a menudo en las labores de investigación, que las biografías se replican unas a otras sin acudir a ningún elemento documental, lo cual hace que un error, ocurrencia o dato aventurado se multiplique por cientos.

Iniciaremos nuestra investigación con la descripción que el mismo Yupanqui da de su primer profesor en el capítulo II de El canto del viento:

“....En esos tiempos llegó a Roca un cura catalán: el padre Rosáenz, sacerdote, jugador de truco, y violinista. Mis padres resolvieron confiarme a la tercera de las virtudes de Rosáenz. Y mi cuarto comenzó a poblarse de métodos de Eslavas y Fontovas…”.

No podemos desconocer que esta obra de Yupanqui carece en ciertos puntos de precisión y debe entenderse como una obra poética donde en muchos casos da rienda suelta a su imaginación. Como veremos más adelante, reinterpreta sus experiencias desde la lejanía del tiempo. Aún así, tenemos en estas líneas el apellido de su primer maestro: Rosáenz. Ahora bien, una pregunta se presenta inmediatamente: ¿cuál Rosáenz?

Yupanqui nos dice claramente “llegó a Roca”, por lo cual consideraremos como erróneo el dato de algunas biografías que sostienen que tomó clases con un Rosáenz en Tafí del Valle. Su viaje a esta ciudad es, como veremos, posterior al hecho que nos ocupa.

En los registros de la época encontramos en Junín al maestro compositor, violinista, pianista y organista español Elifio Rosáenz. Su padre Cipriano Rosáenz, natural de Corera, también fue compositor y organista de la capilla de San Andrés (Elciego) a partir de mayo de 1880 y hasta 1887. En ese lapso nació Elifio, precisamente en el año 1885.

Rosáenz dirigió en Junín la sede del Conservatorio de Música y Declamación Ibero-Americano de Buenos Aires. Además de componer tocaba con solvencia el violín, el piano y el órgano. A su faceta de músico debemos sumarle la de comerciante. Tuvo su negocio de música en Junín, y posteriormente en Rojas, donde ofrecía instrumentos, partituras y todo tipo de accesorios relacionados. 

                              Fig 1: Sello de la Casa de Música Rosáenz  Fig 2: Etiqueta de Casa Rosáenz

 

                         Fig 3: Ambos mundos (Paso doble). Elifio Rosáenz. Edic Ortelli Hnos

 

Poseemos algunas referencias de sus labores antes de llegar a Argentina. Desde joven,al igual que su padre, se desempeñó como organista en distintas catedrales. Así lo destaca el siguiente artículo de prensa de 1908, por entonces Elifio tenía 23 años:

                                   Fig 4: El Eco de Santiago: diario independiente, año XIII Número 3755 - 1908  Mayo 08

 

El problema fundamental era poder demostrar que el cura profesor de violín  en Agustín Roca  y Elifio Rosaenz, compositor y comerciante de Junín, fueron la misma persona, ya que ninguna biografía de Elifio Rosáenz lo vincula a los hábitos religiosos. Pudimos sospechar una alusión de Elifio a su antigua profesión a través de su tango titulado  “El confesionario” o en el hecho de haber trabajado siempre en ambientes eclesiásticos. Pero éstas eran sólo suposiciones, pues no había ninguna documentación probatoria hasta el momento.

El primer paso, entonces, fue buscar en registros parroquiales de Argentina el nombre de pila de algún cura apellidado Rosaenz. Nuestra búsqueda se vió recompensada por la Guía eclesiástica argentina  de 1915, Página 250 (Fig 5):

                                                                                                      Fig 5

 

Allí pudimos encontrar a un Rosáenz teniente cura en Bahía Blanca. Su nombre: Elifio. Un buen indicio sin dudas.Era sumamente probable que ésta mención correspondiera a un cargo que Elifio Rosáenz ejerció en un lapso de tiempo inmediatamente anterior a ser designado en Agustín Roca. Por primera vez la profesión, el apellido y el nombre se vincularon. El “cura violinista” del que habla Yupanqui ahora tenía un posible nombre: Elifio.

Pero esto no resultaba suficiente. Restaba demostrar que el cura Elifio Rosaenz había dejado los hábitos y se había instalado en Junín como maestro, compositor y comerciante. Un elemento que lo demostrara haría que los dos personajes y sus correspondientes biografías se fusionaran en una y todas las piezas sueltas encastraran. Ese elemento de prueba nos ha sido dado a través del histórico periódico anarquista “La protesta”:

                          Fig 6: Diario La Protesta, n°2618, año XIX, Buenos Aires, viernes 6 de agosto de 1915. Página 2.

 

Esta mención brinda el dato sustancial. Certifica que el Elifio Rosáenz de Junín fue, hasta su renuncia, el cura violinista que aleccionó a Atahualpa Yupanqui en Agustín Roca.

Gran parte de la dificultad en la organización de ésta información reside en que todo se sucedió con relativa rapidez. La primera mención encontrada en la guía eclesiástica según la cual Elifio ejercía en Bahía Blanca es de 1915. Pero debemos tener en cuenta que dicho año es el de la edición de la guía. Mientras que la información contenida en la misma incluye hasta septiembre de 1914, como se aclara en el siguiente fragmento (Fig 7):

                                                                                  Fig 7

 

Entre fines 1914 y  principios de 1915 Elifio Rosáenz es trasladado a Roca donde imparte clases a Atahualpa Yupanqui, según su testimonio, por el plazo de un año. Siendo Agustín Roca partido de Junín, el cura se hace cargo de ambas localidades de forma simultánea. Estas distan solamente 15 kilómetros por lo que es natural que así sucediese. La misma guía eclesiástica citada nos corrobora este hecho en su página 267 (Fig 8). Mientras Rosáenz estaba en Bahía Blanca (1914), Junín y Agustín Roca poseían, sin distinción, el mismo cura vicario y los mismos tenientes curas.

                                                                                               Fig 8

 

Es en 1915, por lo tanto, que Yupanqui recibe las lecciones de Elifio Rosáenz: cura de Roca y de Junín. Esta simultaneidad de cargos explica por qué en el anuncio de su dimisión, expuesto más arriba, se lo menciona como cura de Junín en el mismo año que era cura y profesor de violín en Agustín Roca . En ese entonces Elifio, nacido en 1885,  tenía 30 años. Lo cual coincide con los testimonios orales de Yupanqui al describirlo en algunas entrevistas como “jóven cura”.

Un año después de haber abandonado los hábitos sacerdotales, nace su primer hijo: Elifio Eduardo Trece Rosáenz (Junín, 13 de octubre de 1916- Mendoza, 9 de noviembre de 2001). Elifio Eduardo estudió con su padre, se egresó con Medalla de Oro del Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico Carlos López Buchardo y tuvo un papel fundamental en los inicios de la Universidad de Cuyo. Compuso obras sinfónicas, música de cámara, para piano, y corales. Sus obras fueron ejecutadas tanto en Argentina como en el plano internacional. La calidad de sus producciones hacen que podamos afirmar sin ningún riesgo que Elifio Eduardo Trece Rosáenz, hijo del profesor de Atahualpa, es el compositor más importante nacido en Junín. Esperamos, especialmente en su tierra natal, que algún día el reconocimiento de éste músico esté al nivel de sus méritos. Tómese ésta mención como un primer intento de ello.

El 8 de noviembre de 1919 nace el segundo hijo de Elifio Rosáenz: Eloy Cipriano Rosáenz. Al igual que su hermano, estudió con su padre. Se inclinó por la música popular ejecutando el bandoneón y co-dirigiendo la orquesta típica “Los Ases” con Edgar Chechi . Falleció en San Luis el 18 de septiembre de 1971.

El mismo año en que nacía el primer hijo de Elifio, Atahualpa proseguía sus estudios musicales en Junín a los 8 años de edad. Su nuevo maestro fue el guitarrista Bautista Almirón (Carmen de Areco, 29 de junio de 1879-Rosario, 11 de octubre de 1932). Almirón, discípulo directo del célebre Domingo Prat, residió en Junín desde 1912 hasta 1919. En 1914 nacía en Junín la cuarta de los cinco hijos de Bautista, a quien el mundo recuerda como la célebre Lalyta Almirón  (Junín, Prov de Bs As, 29 de septiembre de 1914 – Rosario, 13 de mayo de 1997).

Poseemos documentación que menciona como fecha de nacimiento de Laylita el año 1912 y no 1914 como aparece en la mayoría de las biografías. Si Lalyta nació en 1914 tenía dos años cuando Yupanqui tomó clases con Almirón en 1916. De ser así podemos suponer que las descripciones de Yupanqui en el capítulo II de El canto del viento, están influenciados por las experiencias posteriores: “En casa del maestro, una de sus hijas, Lalyta, avanzaba cada vez más segura, con buenos dedos y claro entender, en el universo guitarrístico.” Domingo Prat en su diccionario nos da como fecha de su nacimiento 1914, diciéndonos que comenzó sus estudios a los seis o siete  años de edad. Lo cual implicaría que Yupanqui nunca la escuchase.

Si admitimos como fecha de su nacimiento el año 1912, Lalyta tendría entonces 4 años, lo cual torna más verosímil la descripción de Yupanqui. Los motivos de éste equívoco generalizado en la biografía de Lalyta Almirón serían objeto de un artículo aparte, por lo cual no nos extenderemos al respecto. Presentamos fuente de lo dicho (Figura 9):

   Fig 9: Libro de bautismos de la parroquia de San Ignacio de Loyola. Folio 515. Año 1918.

 

Por otro lado, también es dudosa parte de las memorias de Yupanqui sobre Elifio Rosáenz:

“.....Como yo no tenía destreza para sostener el violín en la barbilla, recurrí a la pared en la que apoyé la perilla, y entonces el tema se me hacía más fácil de tocar. Fue la primera y última vez. Fue un concierto folklórico de debut y despedida. Porque mi profesor, olvidando el latín me dijo algunas cosas en su cerrado catalán, y me dio un bofetón. Corrí a mi casa, y sólo allí pude llorar. Y no quise volver a las clases de violín. Mi pobre madre me acusaba de ser rencoroso. Pero yo no odiaba al padre Rosáenz porque me hubiera pegado a mi, sino porque había herido a la vidalita. Esto no se lo perdonaría jamás. Y nunca volví a estudiar violín.” (Cap II, El canto del viento)

Suponemos, por sus publicaciones, que Elifio Rosáenz no tenía ningún prejuicio con los géneros populares. Entre sus composiciones tenemos el pasodoble “Ambos mundos” antes citado, y los tangos “El confesionario” y “El conscripto”. Sus hijos, especialmente Eloy Cipriano, cultivaron extensivamente los géneros populares.

Por lo cual, es más probable que Elifio reprendiera a Yupanqui no por la vidalita, de la cual él ya se postulaba como defensor, sino en todo caso por apoyar el instrumento en la pared.

Por otra parte, “el cerrado catalán” con el cual Yupanqui dice haber sido reprendido posiblemente fuera Euskera. Ya que, como mencionamos, Elifio nació en Elciego (Provincia de Álava, País Vasco) en 1885, durante el lapso que su padre era organista en ésta localidad:

“Descendientes de Rosáenz nacidos en su lejano Elciego, sembraron de música tierras argentinas, donde aún se les recuerda como grandes maestros del tango.” (La banda y sus directores. Jesús Fernández Ibáñez)

En 1917 es el consabido viaje de Atahualpa a Tafí del Valle, hecho que interrumpe sus clases con Bautista Almirón.  Al volver a Agustín Roca en 1918  no consigue, a pesar de sus deseos, tener continuidad en sus estudios de guitarra, ya que Bautista Almirón se trasladó a Rosario en 1919, localidad en la cual desarrolla una gran labor concertística y pedagógica junto a su hija, la prodigiosa Lalyta Almirón.

Esperamos con lo expuesto haber contribuido a esclarecer el punto inicial de la biografía de Atahualpa Yupanqui, atinente a su primer maestro. A partir de las fuentes expuestas se han despejado las múltiples versiones existentes y esperamos sea de utilidad a otros investigadores en su labor.

 

  Cristian Guarinos. Junín, Bs As.                                                 Patrick Clonrozier. Montparnasse, París   

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