Es de Carlos Salas, hizo 42 kilómetros diarios para terminar la secundaria y egresó siendo abanderada
ESFUERZO

Es de Carlos Salas, hizo 42 kilómetros diarios para terminar la secundaria y egresó siendo abanderada

Se trata de Ludmila Leguizamón quien recorrió un largo camino en bicicleta, a dedo y hasta a pie para finalizar sus estudios y obtener así su título de bachiller.

Ludmila Leguizamón tiene 18 años de edad y es oriunda de Carlos Salas, un pequeño pueblo de no más de 200 habitantes, ubicado dentro del Partido de Lincoln. A lo largo de todo este año, la joven recorrió 42 kilómetros diarios a pie, en bicicleta, moto o a dedo con un único objetivo, terminar sus estudios secundarios en la Escuela N°21 “República del Perú” y así obtener su título de bachiller.

“Hace más de 10 días que no tengo actividades porque no adeudo materias y entonces para mí las clases terminaron. Tengo tiempo para juntarme en la plaza a tomar mates con amigos. Es lo que me gusta. Además, no tenemos mucho más para hacer acá”, contó Ludmila en una entrevista con Clarín.

Carlos Salas nació como estación de ferrocarril en el año 1908. A su alrededor existen cuatro manzanas por lado que completan el mapa del pueblo. Hay un jardín de infantes, una primaria y hasta hace poco más de un año un secundario que sólo dictaba el ciclo básico (hasta tercer año).

Para completar el nivel, los alumnos estaban obligados a partir hacia Las Toscas (otra ex estación ferroviaria del partido de Lincoln) o hacia Timote, en el municipio de Carlos Tejedor. Ambas poblaciones están a unos 20 kilómetros y, a las dos, se llega por caminos de tierra.

El pasado 18 de diciembre, Ludmila tuvo su premio a ese esfuerzo compartido con su familia, pero que cargó sola sobre su espalda cada mañana que emprendía el viaje entre su casa de Carlos Salas y la escuela media de Timote. Le entregaron su tan ansiado título de bachiller, lució la bandera de ceremonias y recibió el certificado de “Mejor Promedio”; el galardón de “Mejor Compañera” y la “Medalla al Mérito”.

Su familia

Rosana Alberca (42) quedó viuda hace 10 años y trabajó duro para juntar el dinero que le permitió afrontar la crianza de sus tres hijos Morena (12), Ludmila (18) y David (23) en un contexto social que no los acompañaba demasiado. 

“A los 15 años, entre tíos, abuelos y amigos le regalamos una moto. Es una costumbre de algunos pueblos del interior, pero en el caso de Ludmila la iba a necesitar”, recordó la madre de la estudiante, y reconoció que Ludmila viajó mucho tiempo de manera “clandestina” para ir al colegio.

Cuando el clima impedía el viaje en moto, Ludmila la dejaba en la casa de un familiar o conocido y hacía dedo. O se juntaban con otros vecinos y compañeros para contratar un remís. “Hacíamos empanadas y tartas, las vendíamos en el pueblo y con eso pagamos el viaje”, contó.

Su sueño y futuro

Ludmila sueña con ver un partido en la Bombonera. Conoce el templo boquense, pero en una visita al museo. “No me gustan las ciudades grandes, me abruman. Me dan temor. Prefiero la paz de Carlos Salas”, afirma la joven estudiante.

La joven de 18 años ya se inscribió en un instituto para estudiar el profesorado de Educación Inicial (maestra jardinera). Y además, según contó, quiere ejercer allí mismo en su localidad que la vió crecer y, con esfuerzo, portar la bandera nacional, hace casi 15 años.

COMENTARIOS