LINCOLN

El trabajo del merendero Doki no tuvo pausa durante la pandemia

Destacada labor solidaria de Yesica Ceballos, quien se encarga de que cada familia beneficiada tenga su vianda día por medio.

Pese a que no está permitido que los chicos del barrio asistan al lugar para compartir un plato de comida, Yesica Ceballos se encarga de que cada familia reciba su vianda día por medio. Una historia de solidaridad y empatía por el otro.
Un 2 de febrero, hace tres años, Yesica Ceballos junto con su marido Gastón y sus hijos asumieron el compromiso de abrir un merendero para recibir a los chicos del barrio que necesitaran un plato de comida. De la mano del corazón solidario de los vecinos de Lincoln, lograron montar una estructura de trabajo en la que reciben donaciones de alimentos y ropa para ofrecer a las familias en situación más vulnerable. Arrancaron con 45 chicos, siguieron con 56 y la pandemia agravó el cuadro social: hoy son 150 las personas que reciben comida y contención por parte de quienes integran el merendero Doki, ubicado en calle Almafuerte 741.


“El día que decidimos empezar con el merendero fue porque veíamos a muchos niños que andaban en la calle, se nos ocurrió no solo ayudarlos con la alimentación, sino también con la contención en el salón. Teníamos muchas actividades, hacían educación física”, cuenta Yesica Ceballos en diálogo con Democracia. Y agrega que “lamentablemente ahora no están yendo por la pandemia y en el salón estamos en obra de construcción, pero le estamos entregando las viandas a cada familia”. 
“El número de chicos fue variando, arrancamos con 45, después tuvimos 56 y hoy, si abro las puertas del merendero, van a venir  150 chicos. Se incrementó muchísimo el número con la pandemia”, cuenta Yesica y añade: “Nosotros hacemos guiso porque es lo único que podemos hacer para tantas familias y recibimos donaciones de la gente. Realmente hay muchas personas solidarias. Una empresa nos dona galletitas, la verdulera nos entrega toda verdura para la olla y después gente en general que nos va dando una mano con distintas cosas”. 


En cuanto a la dinámica del merendero, Yesica dijo que “con el tema de la pandemia nos permiten que haya solo tres personas en la cocina, así que está mi marido, una vecina que colabora mucho con nosotros y yo; arrancamos a las 8 de la mañana, ahí empezamos a pelar las verduras para poner en la olla, tipo 9 ya lo ponemos y, mientras eso se cocina, vamos preparando el salón con toda la ropa sobre las mesas, de manera que cuando las mamás vienen a retirar la vianda miran lo que les sirve y se llevan para ellas y sus hijos. Terminamos alrededor de las dos de la tarde”. Al merendero se acercan familias del barrio San José, Favaloro, Cirigliano y plaza España. 
“Cuando arrancó la pandemia, hacíamos viandas de domingo a domingo, sin día de descanso, pero ahora estamos haciéndolo día por medio porque se complica mucho; cuando falta algo lo compramos nosotros o pedimos en donación y la gente responde muy bien, es muy solidaria”, comenta Yesica y añade: “Nos manejamos solo con redes sociales o WhatsApp, no nos manejamos por llamados porque nos ha pasado que había gente llamaba a vecinos vendiendo rifas en nombre de nuestra institución y eso era una estafa, nosotros  nos manejamos solo por redes. Cada vez que se hace algo lo hacemos saber a través del Facebook de Merendero Doki”. 


Consultada por Democracia respecto de la motivación inicial para emprender esta labor solidaria, Yesica detalló: “Para arrancar yo recordé y recorrí mi infancia: nosotros pasamos mucha miseria, trabajábamos con la basura, y ver a los chicos en la calle me motivó a empezar con el merendero y acá sigo con el apoyo de todos ellos. Nosotros estamos felices, tengo tres hijos: Brandon, Brisa y Priscilla y ellos están muy contentos porque cuando venían los chicos jugaban todos juntos. Ellos esperaban ese día para jugar, era una alegría para mí verlos jugar juntos y compartir, todos integrados”.


Yesica y su familia viven de changas. “Por ahí a mi marido le sale un flete o trabajo de albañil y con eso vamos sobreviviendo, está todo muy complicado hoy, hay muy poco trabajo”, cuenta y amplía sobre el merendero: “Tuvimos el apoyo de la gestora Rossi, que hizo la personería jurídica gratis; nos acercamos a hablar con el intendente Serenal, nos atendió superbien y nos dijo que estaba dispuesto a ayudarnos, así que estamos esperando. Hoy estamos precisando calzado para que los chicos vayan a la escuela, ropa de abrigo, frazadas, las madres necesitan eso. En cuanto a la comida, nos acercan muchos fideos, necesitamos carne o pollo, esto último es más barato. Cuando no tengo carne o pollo, les hago el guiso con verduras”.
“Las familias son muy agradecidas, enseguida me conecto con ellos. Charlo mucho, ellos me cuentan sus situaciones, confían mucho en mí, se generan vínculos muy lindos. Había un abuelo que venía a buscar la vianda y hoy ya no lo tenemos, eso duele. Los vecinos están muy dispuestos a ayudarnos con lo que sea”, cerró.

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