El fallecimiento de Ricardo Bottega ocurrió el viernes 15 de marzo.
El fallecimiento de Ricardo Bottega ocurrió el viernes 15 de marzo.
AVANCES EN LA CAUSA

Tragedia de Blaquier: confirman que el bombista murió asfixiado por inhalar gas ácido sulfhídrico

El fiscal de la causa Martín Laius explicó los causales de los decesos a Democracia. Las otras cinco muertes fueron producto del desvanecimiento por respirar menor cantidad de gas y luego se ahogaron con agua servida.

Avanza la investigación judicial para determinar responsabilidades en la tragedia de Blaquier, donde seis personas fallecieron el viernes 15 de marzo tras ingresar a una estación elevadora cloacal a ejecutar tareas de reparación y mantenimiento.

Democracia habló con Martín Laius, fiscal quien lleva adelante la causa y confirmó que el bombista Ricardo Bottega falleció por inhalar gas ácido sulfhídrico. Además, reveló que las otras cinco víctimas (Carlos Renger, Alejandro Centeno, Mateo Pellegrino, Juan Ramón Sánchez y su hijo Nicolás), al ingresar al pozo se desvanecieron tras respirar el mismo gas que Bottega, aunque en menor medida, cuestión que los descompensó y posteriormente se ahogaron con aguas servidas del mismo pozo. 

Actualmente, la Justicia está tratando de conectar cuáles fueron las tareas puntuales que debía realizar la persona contratada por el municipio. 

 

El peligro de asfixia  

En ese sentido, Democracia habló con personal de otros municipios que suelen hacer tareas similares a las que Ameghino encomendó a Bottega. Todos coincidieron que ese tipo de trabajos se hace en grupo, donde uno baja al pozo con arnés (T5) y un medidor de atmósfera, vital para realizar estas tareas confinadas, ya que mide las partículas por millón de oxígeno. 

Los otros integrantes del grupo deben estar fuera del lugar, alertas a cualquier situación que requiera de subir a la superficie a la persona que está bajo tierra. Ante la aparición de determinados gases existe la posibilidad de neutralizarlos, aunque lo recomendable es salir del lugar. La manera de hacerlo es con cloro y si es en polvo, el procedimiento es más efectivo y rápido.

 

Policía Ecológica

Fuentes confiables de la Policía Ecológica explicaron a este medio que, en condiciones habituales, es decir, cuando el sector de bombas tiene cerrado el acceso y sobre todo cuando además está cerrada la ventilación los gases se concentra mucho más. 

Todo lo que es aguas servidas, aguas de cloaca y desechos generan varios gases, sobre todo gas butano, que es altamente explosivo; además, genera ácido sulfhídrico, entre otros. El gas butano puedo concentrarse y ganarle al oxígeno un 60 de espacio porque “es mucho más denso que el oxígeno, por ende, tiende a desplazarlo hacia arriba”.

Sobre la posibilidad que alguien haya arrojado algún líquido que produjo los gases letales, aún no hay pruebas que lo demuestren, aunque esa posibilidad no puede descartarse. “La única manera de saber sería hacer un análisis del agua y determinar los compuestos”, detallaron.

 

Voces expertas

Ricardo Rivolta, ex jefe del cuerpo activo de Bomberos de Rojas, explicó que “es muy difícil evaluar la situación sobre cómo actuaron en ese momento, lo que sí está claro es que no lo hicieron con las medidas de seguridad correspondientes. Bomberos de Rojas se capacita constantemente y tiene todo el equipamiento para ese tipo de descensos a atmósferas no respirables o viciadas”, explicó.

Por su parte, Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández, explicó que en todos los pozos ciegos donde hay concentración de líquidos cloacales se produce desprendimiento de gas, butano, propano, pero también puede haber otros gases que son mucho más rápidamente mortales como son el sulfhídrico o el ácido clorhídrico, que pudieran haber también sumado o haber potenciado los efectos de esta intoxicación y haber producido la muerte de las seis personas”, advirtió.

Justamente lo que puede producir es una asfixia hipoxia-hipóxica, o sea, un desplazamiento de la columna de oxígeno. “Llega menos cantidad de oxígeno al pulmón, no se puede provocar la interfaz gaseosa y esto lleva a que el pulmón en algún momento colapse”, sostuvo.

 

Tragedias anteriores y muy similares

De acuerdo a la investigación realizada por Democracia, hubo recientemente al menos cuatro recientes con características muy similares a la de Blaquier.

Al respecto, en agosto del año pasado en Oncativo, provincia de Córdoba, a 420 kilómetros de Blaquier, se sintió el mismo dolor que en el distrito de Ameghino. Allí, tres personas perdieron la vida mientras trabajaban en un viejo pozo de 20 metros.

Los operarios se desempeñaban en una empresa de la ciudad de Villa María y realizaban reparaciones de tuberías en un pozo de bombeo y tratamiento cloacal. Fuentes oficiales señalaron que la bomba estaba inactiva desde 2005. También en 2023, pero en marzo y en Las Flores, a 412 kilómetros de Blaquier, dos obreros murieron debido a la inhalación de gases tóxicos mientras trabajaban en una cámara de inspección de una obra cloacal que se encuentra en la intersección de las calles Márquez y Alvear, de la mencionada localidad.

Los investigadores detallaron que uno de los operarios que se encontraba trabajando dentro del pozo se descompensó. Su compañero ingresó para tratar de asistirlo, pero corrió la misma suerte al inhalar gas letal.

En tercer lugar, en San Juan, también hubo muertos: Domingo Salina (19) en 1993. Gonzalo Damián Díaz (11) y Pablo Manuel Vargas (12) en 2005.  Rodrigo Muñoz (26) en 2009. Luis Álvarez (27) en 2014. Y en 2016 Rodrigo Sánchez (24). Todos ellos tienen en común haber sido víctimas de tragedias prácticamente calcadas: los seis perdieron la vida mientras se construían cloacas en distintos puntos de la citada provincia.

En la tarde del 17 de febrero de 2015 se produjo la cuarta tragedia en una obra cloacal en poco más de dos décadas. Ocurrió en Progreso y General Acha, departamento Rawson. Cuatro obreros se metieron a cuatro metros de profundidad para soldar el interior del caño de la red troncal. Todos sufrieron la falta de oxígeno.

Horas después se confirmaba que Rodrigo Sánchez, de 24 años, murió a consecuencia de la falta de elementos de seguridad que le hubieran permitido respirar en la profundidad de la tierra. En 2014, en Jáchal otro obrero perdió la vida en una obra cloacal. Luis Adrián Álvarez (27) murió por el derrumbe de la zanja en la que estaba trabajando, tal como le había pasado a Salina en el 92.

El 4 de mayo de 2005, dos chicos desaparecieron misteriosamente cuando habían salido a jugar. A las horas se dieron cuenta de que algo muy malo había ocurrido: la ampliación de la red cloacal en el barrio Retiro, en Santa Lucía, se había derrumbado y los había enterrado frente a la casa de los niños. Gonzalo Damián Díaz, de 11 años, y su amiguito Pablo Manuel Vargas, de 12, quedaron sepultados. La jueza Mónica Lucero, del Tercero Correccional, había procesado a los profesionales de OSSE y de la Municipalidad de Santa Lucía que estuvieron a cargo de la obra.

En cuarto lugar, se puede mencionar que, en 2009, las vueltas de la vida hicieron que la abogada Gerarduzzi, quien era querellante por Salinas en 1992, se transformara en la fiscal de la tragedia de Rodrigo Muñoz. Ese caso conmocionó a los sanjuaninos: el obrero se metió a una boca de las cloacas y la correntada se lo llevó para siempre. Ocurrió el 19 de marzo en Roque Sáenz Peña, departamento Santa Lucía.

Es claro que los puntos en común de las cuatro tragedias: la falta de elementos de seguridad y de prevención en obras de alto riesgo humano. El único caso del que se conoce en Tribunales que tuvo una condena fue el ocurrido el 23 de septiembre de 1993. La víctima fatal fue Domingo Alfredo Salina, un joven de 19 años.

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