La cuestión es al menos polémica. Se puede alegar que el amor siempre sorprende en el momento men nos pensado, pero que los protagonistas del affaire sean una jueza y un condenado por ella misma a causa del crimen de un policía, derivó en un verdadero escándalo institucional en la provincia de Chubut.
Se trata de Mariel Suárez, una de los tres magistrados que condenó a Cristian Omar “Mai” Bustos a prisión perpetua por el asesinato de un policía en 2009. En la condena, la jueza votó en disidencia por una pena menor.
Lo extraño vino después, cuando trascendió que Suárez visitaba a Bustos en la cárcel y los filmaron a los besos.
“Tito” Roberts fue el agente ultimado hace ya 13 años en la localidad de Corcovado. Y la Justicia recién se expidió ahora, con el duro veredicto para el hombre que se sentó en el banquillo de los acusados.
Cuándo se relacionó con la jueza, todo es materia de un sumario administrativo interno.
“A raíz de una comunicación formal dirigida a los Ministros en feria se tomó conocimiento de un encuentro requerido por una jueza penal de la circunscripción de Comodoro Rivadavia y un recluso alojado en dicho centro penitenciario, considerado de alta peligrosidad y recientemente condenado en el marco de un juicio oral y público sustanciado en la ciudad de Esquel”, detalla el parte oficial del Poder Judicial.
“De los datos comunicados desde el Instituto Penitenciario surgen que la jueza habría incurrido en conductas inadecuadas para un magistrado. Las actuaciones se dirigen a dilucidar las circunstancias de dicha reunión entre una magistrada y un condenado, el tenor del encuentro, su extensión en el tiempo y las características del mismo, que puedan implicar violaciones a la Ley de Ética Pública y/o al Reglamento Interno General del Poder Judicial”, concluye el comunicado del Superior.
Demás está decirlo que las actuaciones iniciadas dentro de la Justicia pueden desembocar en la destitución de la magistrado.
En los videos se ve cuando ambos se besan apasionadamente y hasta se sacan selfies.
En Chubut no se viven horas de paz. Después del escándalo de la megaminería, ahora la polémica está depositada en una camarista de un tribunal criminal. No es poca cosa.
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