ESCASO MOVIMIENTO

El Picaflor: El aislamiento social cambió la fisonomía del sector

A la mañana hay más circulación pero, en general, se observa muy poco tránsito en las calles. Cambió la forma de hacer las compras. Advierten que hay cumplimiento de las restricciones impuestas. Casi todos los días se escuchan aplausos a las nueve de la noche.

La pandemia del coronavirus cambió las costumbres, la forma de relacionarse, de consumir, de trabajar. Y estos aspectos se advierten en todos los barrios. Aun con las particularidades de cada vecindario.
Pasadas dos semanas de la imposición del aislamiento social obligatorio, todavía resulta sorprendente ver tan poca circulación en El Picaflor, un sector populoso, céntrico, que en condiciones normales tiene un enorme movimiento en sus calles.

Por la mañana hay más gente, pero después de las 17 no queda nadie. Es raro ver el barrio y toda la ciudad con tan poco movimiento. Germán Silva. Farmacia Silva.

“Es rarísimo”, afirma Pablo Sarquis, propietario de la tradicional carnicería del barrio Sabor Criollo: “Nunca lo vi así, mi familia toda la vida estuvo acá y esto es inédito: a las seis de la tarde no anda absolutamente nadie en la calle. En Yrigoyen suele circular muchísima gente y ahora hay muy poco tránsito”.
En el mismo sentido, Germán Silva, de la farmacia que lleva su apellido, observa que “por la mañana hay más gente, pero después de las 17 no queda nadie”. Y agrega: “Es raro ver el barrio y toda la ciudad con tan poco movimiento, pero así se está viviendo en todo el mundo y no somos la excepción”.

Respeto a las normas
Lo que se advierte es que los lugareños se comportan de acuerdo las disposiciones vigentes.
“Estamos atendiendo de a una persona dentro de la farmacia y otra por afuera, tratando de que la gente guarde los dos metros de distancia –comenta Silva–, nosotros les explicamos que tienen que estar a dos metros de distancia unos de otros y la verdad que lo entienden bien”.
Allí los empleados utilizan alcohol en gel o una solución hidroalcohólica entre una atención y la otra, además de contar con máscaras para protegerse.
Como tiene poco espacio, Teresita Rughetti atiende su despensa de la calle Comandante Escribano 11 detrás de una reja, para no reunir personas en el interior: “Es un momento muy difícil, pero tenemos que agradecer a los clientes que aceptaron que los atendamos de esta manera. Hasta ahora, nadie lo tomó a mal. Muchos de ellos, para no amontonarse o para no tener contacto con otra gente, nos hacen los pedidos por teléfono y se lo preparamos hasta con el costo total, y luego solamente tienen que venir a retirar, para hacer más rápido todo. Para no exponernos tanto”.
La dueña de este comercio con casi veinte años en El Picaflor lamenta que en estas circunstancias “se perdió el contacto directo, algo que es muy importante en un bolichito de barrio, como este, y es lo que más se extraña. Pero si nos cuidamos todos, vamos a poder salir adelante”.

Cambios
Uno de los cambios notorios que se dio en estos días tiene que ver con la forma de comprar.
“El cliente viene más espaciado y compra más mercadería –explica Sarquis–, antes no pasaba eso, por ahí un día se llevaba medio kilo de carne picada, al otro unos churrascos, después asado, y así. Ahora se está organizando de otra manera, estamos cocinando mucho más, y el hecho de estar en familia hace que se comparta ese espacio. Y veo que se está consumiendo algo más de carne”.
Teresita también advierte otros comportamientos. “Por un lado, compran más cosas como para hacer la menor cantidad de salidas posibles, y además, se llevan lo esencial, se está vendiendo muchísima harina, levadura, para elaborar las comidas, y se dejó de pedir snacks y ese tipo de cosas”.
Por otra parte, los comerciantes ven que hay quejas por el horario de cierre a las 17, porque “por ahí, al que sale del trabajo ya le cerró todo”. Es por ello que Sarquís recomienda “que se utilicen los horarios de las dos o las tres de la tarde, que son los más tranquilos, porque normalmente a la mañana hay más movimiento y colas”.

Sobre las restricciones de movimientos, los lugareños observan que hay controles ya que “este es un barrio donde circula la policía y hay problemas, mayormente”.
Y sobre esto, Rughetti concluye: “Eso en este barrio se respeta muchísimo. En el único momento en que salimos a la vereda de cada casa es a las nueve de la noche para aplaudir. Se escuchan bastante los aplausos por acá. No falta el que pone el himno nacional, lo cantamos, y se ve mucho entusiasmo en los chicos en el aplauso a los profesionales que nos están cuidando”.

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