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El índice de pobreza a nivel nacional que dio a conocer el lunes el Indec llegó a un 35,4% de la población en el primer semestre de 2019.
MÁS NECESIDADES EN LOS SECTORES VULNERABLES

Refuerzan la asistencia en la ciudad y entregan más bolsones de alimentos

El municipio hacía 1400 repartos y hoy se hacen unos 1600. La agrupación Don Ito registró tres nuevos merenderos. En Cáritas San Cayetano se asistió en septiembre al doble de familias, y en el de Sagrado Corazón ven que lo que dan “no alcanza”. Son 1042 personas las beneficiarias del plan Más Vida. En la Secretaría de Desarrollo Social creen necesario atender la pobreza estructural.

El índice de pobreza a nivel nacional –que dio a conocer el lunes el Indec– llegó a un 35,4 por ciento de la población en el primer semestre de 2019, lo que significa –al menos– el nivel más alto desde el año 2016, si se toma como punto de partida la fecha de regularización del organismo de estadísticas. Esto supone, además, una suba de 3,4 puntos respecto del final de 2018, y una tendencia que no para de crecer desde el segundo semestre de 2017, cuando un 25,7% de pobreza marcó la medición más baja en esta nueva etapa del Indec.
Este escenario tiene su réplica en Junín. Si bien no hay datos estadísticos de lo que sucede con la pobreza en nuestro distrito y los números nacionales no pueden ser traspolados directamente a la ciudad, los análisis de la Secretaría de Bienestar Social y de las organizaciones solidarias y asistenciales que trabajan en los barrios permiten esbozar un cuadro que da cuenta de una situación compleja.
Más bolsones entregados, nuevos merenderos abiertos, más gente que va pedir ayuda son algunos de los datos que muestran un panorama social delicado.

Más asistencia
La subsecretaria de Desarrollo Social del municipio, Silvia Nani, explica a Democracia que en dicha dependencia hay “poco incremento” en la entrega de bolsones de comida. En efecto, hasta hace unos meses se daban unas 1400 bolsas con mercadería y en la actualidad, de acuerdo a lo manifestado por la funcionaria, se dan unas 1600.
Además de los bolsones, desde el municipio también administran el programa ‘Más Vida’, que tiene 1042 beneficiarios, y ‘Un Vaso de Leche por Día’ que, de acuerdo al análisis de Nani “funciona muy bien”, y añade: “Si alguien en Junín dice que no tiene leche, eso no sería cierto. La tienen los CAPS, los entregamos nosotros en la Secretaría y, además, va en los bolsones. Es una caja de leche por chico por mes, que alcanza perfectamente”. En tanto, también hay subsidios otorgados por el municipio para determinados casos.
“Lo que más se ha visto en esa franja en la que no alcanza a subsistir, es el ingreso de gente que tenía algún empleo en negro o que hacía changas y ya no tiene más ese ingreso. La pobreza estructural es la misma, el tema es la gente que ha dejado de tener algún ingreso por la situación compleja del país”, explica Nani.
Sobre este tema, a la Secretaría llegaron pedidos de algunas organizaciones sociales por los chicos que están en los comedores, a partir de la emergencia alimentaria, “y ahí hay que aclarar que lo que votó el Congreso no fue la implementación de esa emergencia, sino la prórroga de la que ya venía vigente desde hacía muchos años”.
En el municipio insisten en que, para asistir a los comedores, estos deben tener cierto nivel de regularidad. Además, Nani puntualiza que en la Secretaría promueve otros comportamientos: “Los chicos comen bien en los comedores de la escuela, reciben los bolsones, tienen la asignación, la tarjeta del plan Más Vida, quisiéramos que los sábados y domingo estén en sus casas. Eso es lo que nosotros queremos favorecer. Por otra parte, los que ponen un comedor, también podrían atraer –además de la merienda– con un taller de arte, de valores, de crianza u otros”.

Más comedores
La agrupación solidaria Don Ito, que trabaja hace años en colaboración de merenderos y comedores comunitarios de la ciudad, y que llevan un registro de los que hay en funcionamiento, detectaron tres nuevos en las últimas dos semanas. Se trata de “Tío Juan”, en Villa del Parque, otro ubicado en la calle Peira y el tercero ubicado en Intendente Cichero. Con estos tres espacios (un comedor y dos merenderos) ya totalizan 29 en distintos barrios.
“La realidad ha empeorado”, sentencia Pablo Rodríguez, referente de Don Ito, para luego ejemplificar: “Hemos visto que en el sector de Camino del Resero, pasando Avenida La Plata, donde antes había cinco familias en una zona que ni agua potable tienen, ahora hay doce. Es gente que no pudo pagar más su alquiler, entonces se tuvieron que ir ahí y hacer una vivienda de chapas. Lo que nos dicen todos es que los ingresos, aunque fueran los mismos, tuvieron una fuerte pérdida del poder adquisitivo”.
Respecto de la solidaridad, en la agrupación advierten que “la gente ya no dona como antes”, por lo que están elaborando pastas para llevarlas a los comedores, pero en varios les dicen que no pueden hacerla porque no tienen tomate, cebollas o carne como para hacer algún tipo de acompañamiento.
“Además, se han sumado más nenes, y ahora van familias, que antes no se veía –continúa Rodríguez–, en Cáritas San Francisco están implementando un plato caliente en la noche y se engrosaron las filas de gente que van a buscarla”.
A su vez, el dirigente barrial remarca que, actualmente, en su agrupación los pedidos son casi exclusivamente de comida. “Nosotros tenemos colchones y otras cosas para dar pero lo que nos piden es alimento”, concluye.

El doble de asistidos
La jurisdicción de la delegación San Cayetano de Caritas abarca una zona muy amplia comprendida entre la Ruta 188, la Ruta 7, Libertad e Intendente de la Sota. La coordinadora de esa dependencia, Mariel Ponce, advierte que allí se ve “un aumento considerable” de la demanda.
“Una vez por mes nosotros repartimos una bolsa con mercadería a un número de familias que ya está designado –explica– y cuando fuimos a entregarlas en septiembre, nos encontramos con el doble de familias que venían a pedir. Ayudamos a unas 40 familias y el mes pasado tuvimos 80. Y no es solamente ese día, porque nosotros abrimos todos los martes y más viene gente, entonces, si tenemos bolsas de mercadería, las damos”.
Con los fondos que recaudan con las ferias americanas que organizan todos los martes, compran productos que embolsan para repartir a los necesitados. Allí incluyen harina, arroz, aceite, fideos y otros artículos a los que le agregan la leche que da el municipio. Y solo a algunas familias puntuales se les entrega productos de limpieza e higiene personal. “Pero eso es en casos específicos, porque no podemos hacerlo con todas”, agrega Ponce.
No obstante, la referente de Caritas advierte que el bolsón que allí se brinda “es una ayuda mínima” que, además, está compuesto, en general, de carbohidratos. “No podemos ayudar con verduras, lácteos, carnes ni nada de eso, entonces comen todos los días fideos, arroz, por ahí hacen una salsa con algunos menudos de pollo que puedan comprar, y los chicos por ahí no tienen hambre, pero están mal nutridos”, observa.
Por otra parte, los aumentos en los precios hacen que sea cada vez más difícil adquirir mercadería. Las compras las hacen en un supermercado mayorista y la última vez el ticket superó los 15 mil pesos.
Al depender de San Cayetano, el día 7 de cada mes es mucha la gente que va a la parroquia, fieles que suelen entregar alimentos como donaciones, un aporte que cada vez es menor: “Con eso tal vez antes cubríamos la mitad de lo que entregábamos, pero ahora donan muy poco, porque no se puede”.
Finalmente, sobre las necesidades de las familias que acuden a Caritas San Cayetano, su coordinadora comenta que la principal tiene que ver con el empleo: “La mayoría vive de changas, las mujeres que trabajan como personal doméstico de las casas y tienen menos lugares o les redujeron las horas, y muchos están en la construcción y no encuentran trabajo”.

No alcanza 
La dependencia de Caritas de Sagrado Corazón asiste a unas cuarenta familias y desde hace tiempo les es imposible extender ese nivel de ayuda. “No podemos ampliar la asistencia porque no tenemos más recursos, lo que les damos lo adquirimos con lo que recaudamos en las ferias que hacemos”, resume la coordinadora, María Elisa Garbarino.
Pero lo que antes era un paliativo, ahora ya no eso, según explica Garbarino: “Hemos notado en el último tiempo que lo que entregamos no alcanza para cubrir las necesidades de todo el mes, por eso muchas de las madres que vienen acá nos van solicitando más mercadería en el transcurso del mes y tratamos de ir reforzando esto, en la medida en que podemos”.
El escenario es similar al planteado en otras Caritas: en general son familias numerosas, que no tienen entradas fijas porque son changarines. En Sagrado Corazón se intenta tener un contacto permanente y hacer un seguimiento, lo que les permite conocer cuando les falta algo. “La crisis se nota, ellas cuentan que no les alcanza”, insiste Garbarino.
La mercadería la entregan el primer miércoles de cada mes y, normalmente, en esos días van dos o tres familias nuevas a las que, en ese momento, se les da un bolsón para no dejarlas sin entrega, pero después se les solicita que concurran a una entrevista con la asistente social para ver cómo siguen con el vínculo.
“Sabemos que lo nuestro es, apenas, un granito de arena porque es una zona muy amplia la que abarcamos y las necesidades son muchísimas” señala Garbarino sobre su jurisdicción, que es la delimitada por las vías del Ferrocarril, Circunvalación, Libertad e Intendente de la Sota. Y concluye: “Tenemos un taller de costura que es productivo, porque las chicas que vienen ayudan a reciclar ropas, se hacen sábanas o toallas, eso se reparte entre ellas y, además, es como una recompensa. Tendemos a eso, a que aprendan, porque también es un oficio que les puede ser útil. Es más, a una le conseguimos una máquina de coser y ahora trabaja en eso”.

Más allá del ahora
Desde la Secretaría de Desarrollo Social del municipio consideran que las políticas deben ir más allá del ahora y pensarse a mediano y largo plazo.
“En los cuatro años que siguen, cualquiera sea el gobierno que esté al frente, debe mejorar el índice de inflación y atender la pobreza, pero no me refiero a lo asistencial, sino que debe ser abordada en otros niveles, por ejemplo, con capacitación”, afirma Silvia Nani, y luego profundiza: “Nosotros tuvimos mil personas que egresaron de los cursos de los centros de formación profesional, más el programa Hacemos Futuro, que son los que antes funcionaban en las cooperativas. Porque creemos que es necesario que las personas deben estar capacitadas para conseguir un empleo o acceder a trabajos más calificados”.

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