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Actualmente 15 mamás asisten al hogar con sus niños.
HOGAR DE DÍA

Mamá Luz de Esperanza: Una casa de amor y contención que ayuda a mujeres y a sus hijos

En su casa nueva, en el barrio La Celeste, Betty Palacios sostiene con ayuda y voluntarios el Hogar que busca hacer una diferencia en la vida de muchas mamás y niños juninenses.

Aunque este año fue inaugurada la sede del hogar en calle Payán 519, en el barrio La Celeste, la tarea del centro de día Mamá Luz de Esperanza nació hace diez años, de la mano de Beatriz Palacios.
Con la ayuda incondicional de su mamá y voluntarios que colaboran con el Hogar, la función principal es la contención de mujeres embarazas o mamás que ya tienen sus hijos y asisten cada día.
Actualmente, hay 15 mamás con sus niños, aunque para fechas especiales suelen sumarse  20 o más.

Yo creo que si dentro de diez años podemos decir: cuántos niños tocan en una orquesta, cuántas mamás pudieron aprovechar las máquinas, como un beneficio para ellas, estaremos orgullosos. Beatriz Palacios. Fundadora de Mamá Luz de Esperanza

Desde las 9 de la mañana en que las primeras van llegando, comienzan a preparar el desayuno  para las demás. También preparan el almuerzo y esperan a quienes van a buscar a sus niños a la escuela y almuerzan en el Hogar. Hay quienes asisten a la tarde, preparan la merienda y terminan el día allí.
Pero lo más importante es la contención y el apoyo incondicional que cada mamá recibe cada día de Betty. 

Actividades
Si bien solían tener cursos de repostería y de cocina, entre  otros, actualmente en la nueva casa aún se están organizando para poder continuarlos. 
“Estamos felices con nuestro lugarcito propio”, contó Betty con gran  orgullo. 
“Todavía no hemos podido terminarlo del todo para permitirnos hacer y pedir más cursos pero confiamos que el año que viene volveremos a tener cursos de cocina, de panificación”. 
Este año llevaron adelante actividades artísticas y de manualidades para los chicos que asisten con sus mamás.
También hubo cursos de tejidos al crochet y dos agujas, y en muchas ocasiones también las mamás organizaron pizzas, empanadas para poder vender.

Mucha ayuda
Según Betty, “las mamás vienen de varios lugares y se hace difícil porque a veces viven lejos pero saben que tienen la casa y siempre pueden venir. El colectivo, confiamos que va a ser de gran ayuda, una bendición para mamás que no pueden venir por la distancia”.
Con su mamá, y mucha gente que ayuda con comida, ropa, calzados, con las que suelen organizar ferias, el Hogar se sostiene a fuerza y trabajo voluntario.
“Nos ayuda también el municipio, las chicas de la Comisaría de la Mujer, gente que nos da una mano no solo con los talleres sino con lo que necesitamos”, contó Betty.

Satisfacción por lo logrado
“Le pedí a dios y tocó los corazones para que pudiéramos edificar, poco a poco y tener nuestro lugar. Yo siento que la ayuda es cada vez más grande. Es difícil pero es cada vez más grande, especialmente mientras haya corazones solidarios”, aseguró.
Mientras tanto Betty cuenta que necesitan ubicar máquinas, instrumentos de música y aún no tienen el lugar en la casa.
“Yo creo que si dentro de diez años podemos decir: cuántos niños tocan en una orquesta, cuántas mamás pudieron aprovechar las máquinas como un beneficio para ellas, estaremos orgullosos”, aseguró.
Por su parte, su principal deseo es que lo que se haga desde el hogar les pueda cambiar la vida.
“No me imagino haciendo otra cosa. Tengo familia, tengo nietos pero sobre todo, mucho apoyo”, aseguró Betty.

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