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Construcciones inconclusas del Procrear, una postal que se repite en distintos sectores de Junín.
PROCREAR

El drama de las familias juninenses que quedaron con la casa a medio hacer

Decenas de beneficiarios de nuestra ciudad compartían una misma ilusión: concretar el sueño de la vivienda propia. Sin embargo, la inflación y los vaivenes de la economía, sumados a la falta de apoyo estatal, dejaron muchas construcciones inconclusas.

Decenas de familias juninenses que entre 2013 y 2015 se transformaron en beneficiarios del Programa Crédito Argentino del Bicentenario para la Vivienda Única Familiar (Procrear) compartían una misma ilusión: acceder a la casa propia. 
Sin embargo, las demoras en las entregas de los créditos, los vaivenes en la economía, la inflación y su consecuente impacto en los costos, atentaron contra ese sueño en tan solo meses. 
Luego de que pasaron años desde que el Gobierno nacional hizo entrega de los primeros fondos, la problemática persiste para esas familias de nuestra ciudad. Es que además de las mismas dificultades económicas para afrontar el pago de los créditos, se suma la incertidumbre que genera la escasez de recursos para poder ponerle fecha a la construcción de una vivienda que parece “interminable”.
“En 2013 me dieron el crédito de 320 mil pesos, compré el terreno por 170 mil pesos y el resto lo usé para la obra”, relató a Democracia Santiago Quevedo, que construyó su vivienda en el barrio El Palmar. “En el sector donde tengo el lote, antes del Procrear los precios estaban publicados a la mitad, por lo que se multiplicó el valor”, agregó. 
“Cuando arranqué con la construcción de mi casa, el pallet de ladrillos Retak costaba $ 2500 y hoy eso mismo anda alrededor de los 10 mil pesos. El valor de las cosas se ha ido multiplicando por cinco, en los distintos períodos del crédito del Gobierno”, lamentó Quevedo.
Otro problema que afectó al programa oficial de vivienda es que los montos máximos de los créditos no se fueron actualizando en función del ritmo de la inflación, que además no estaban preparados para el excesivo aumento por parte de los constructores, corralones, albañiles, empresas de aberturas.  
“Las aberturas, desde que teníamos la plata en la mano, aumentaron de la noche a la mañana. Por otro lado, yo comencé pagando una bolsa de cemento a $ 47 y luego se fue a $ 112”, comentó.
El de Quevedo, sin embargo, es solo un caso de decenas de familias juninenses que pese a haber sido beneficiadas por el Procrear aún no pudieron  terminar de construir su vivienda. 
Carlos vive por ahora en una casa familiar, prestada, ya que si bien señala a este diario que la obra en un barrio de quintas de Junín está avanzada en un 75 por ciento, todavía “no es habitable” porque los montos asignados resultaron muy insuficientes. “Falta terminar el baño, los revestimientos, hay problemas en los techos, y solo se podría habitar en un caso de extrema necesidad”, afirmó.  
Las situaciones de precariedad de muchas familias que han tenido que mudarse con la casa a medio hacer son moneda corriente, frente a un déficit habitacional que aún sigue siendo muy elevado en la ciudad. Aberturas tapeadas con tablones, la falta de servicios básicos, como la calefacción en el crudo invierno juninense o agua potable son solo algunos aspectos que señalaron los beneficiarios consultados. En una recorrida por loteos y zonas donde hay muchas viviendas del Procrear, este diario pudo constatar que un número importante de las viviendas siguen en construcción, inconclusas. 



Los costos, por las nubes
Entre abril de 2013 y mismo mes de 2014, los costos vinculados con una unidad estándar de Procrear treparon a más del 50 por ciento, según los informes públicos y privados. Esta situación llevó a muchas familias a sacar nuevos créditos o pedir dinero prestado a familiares –quienes tuvieron esa posibilidad-, pero muchos otros quedaron con la casa a medio hacer. 
Uno de los principales problemas estuvo en las líneas de créditos para construcción y compra de terreno, ya que los montos no fueron suficientes para cumplir los objetivos de contar con la casa propia. 
En general, los beneficiarios de Procrear son familias con presupuestos ajustados, con poca capacidad de ahorro y que se encuentran con serias dificultades para absorber desvíos importantes. Es por eso que el riesgo de quedarse a mitad de camino es mayor. 
Sin embargo, la peor parte se la llevaron quienes fueron sorteados en la línea Compra de Terreno y Construcción ya que en este caso el monto otorgado para adquirir un  lote no era directamente proporcional a la oferta en el mercado: por ejemplo, las personas que recibieron 120 mil pesos para la compra del terreno, terminaron pagando 170 mil cuando la plata de los créditos estaba en la calle.
En la mayoría de los casos, con lo del Procrear alcanzó para comprar el terreno, levantar las paredes y poner el techo, mientras que el resto de los materiales de construcción fue comprado con dinero que tuvo que poner cada beneficiario de su bolsillo.
Según un sondeo por los distintos barrios del Procrear, el constructor cobraba más de 35 mil pesos el plano mientras que el costo del seguimiento de la obra era de 3 mil pesos por mes. Por otro lado, los albañiles, que cobraban cerca de 125 mil pesos la mano de obra, terminaban por 200 mil pesos.
“No hay nada más lindo que llegar a tu casa”, advierte el slogan del Procrear, en los diversos carteles de obra que se montaban sobre las viviendas inconclusas. Sin embargo, para las personas consultadas, para decenas de familias juninenses y otras miles en todo el país, ese trayecto aún es incierto.

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