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COMPROMISO SOCIAL DESDE LA ASOCIACON CIVIL “A TIEMPO”

Comedores: la crisis vista desde otro lugar

En el Hermana Concepción dan de comer a unos 180 chicos todos los días. Además, hay talleres, cursos, juegos, ayuda social y sanitaria. Y todo a pesar de la situación económica.

Existen muchas formas de analizar una determinada situación so-cioeconómica. Hay evaluaciones, instrumentos, estadísticas, indicadores. Algunas herramientas son bien concretas.
“El comedor es un termómetro”. Así lo define Betty Melcon, la persona que con su esfuerzo de años y junto con un grupo que la ayuda y la sostiene, logró erigir y llevar adelante el comedor “Hermana Concepción”, un espacio en donde se le da de comer a unos 180 chicos.
Continúa Betty: “Nosotros comenzamos a notar que empezaba a haber problemas en el país antes del conflicto con el campo. Y eso lo ves, te das cuenta por las condiciones en las que se presentan los chicos, que vienen con la bolsita en el bolsillo para llevarse pan a la casa, o vienen el fin de semana con el tupper para llevarse comida. Aumenta la cantidad de chicos que vienen a comer, o la cantidad de mamás. Y eso se fue agravando, y es algo que va en aumento constantemente”.
Dado este panorama, éste podría ser un relato de fracaso, desaliento y resignación. Sin embargo, lo que aquí se presenta es una historia de lucha, de esperanza, de trabajo, de entrega y de solidaridad. La historia del comedor Hermana Concepción.

De ayer a hoy

El comedor, que hoy funciona en Avenida República y Camino del Resero, originariamente estaba ubicado en otra casita de la misma zona y tenía otro nombre. La iniciadora fue una vecina del lugar. Desde el principio, se trató de un emprendimiento mediante el cual se le daba de comer a los chicos del barrio.
Betty cuenta que, de a poco, ella se acercó, empezó a ayudar y se fue involucrando cada vez más, hasta que en un momento, casi sin darse cuenta, quedó a cargo del comedor. La crisis del gobierno de Fernando de la Rúa fue el detonante de la formación de la asociación “A tiempo”, una organización de ayuda social, sin fines de lucro.
La invitaron a participar y Betty presentó el proyecto que estaba llevando a cabo: un comedor que funcionaba en una casa de familia. “Ahí empezamos a pensar en la construcción de un lugar propio”, recuerda.
Consiguieron un lote mediante una donación que hicieron Famyl e Intermed a la asociación ‘A tiempo’. Con lo recaudado en diferentes eventos pudieron construir la primera parte del comedor, que es la mitad de lo que hay ahora. “Pero ya el día de la inauguración nos había quedado chico -cuenta Betty-. Así que enseguida empezamos a pensar en la ampliación y por suerte la pudimos hacer”.
Actualmente hay 180 chicos inscriptos a quienes se les da la merienda reforzada de lunes a viernes, y se les ofrece almuerzo sábados, domingos y feriados. Betty señala que “la mayoría de los chicos que vienen acá almuerzan en la escuela. Que haya 180 inscriptos no quiere decir que vengan todos juntos, porque hay algunos que vienen solamente de lunes a viernes a tomar la merienda, y hay otros que solamente vienen a almorzar sábados y domingos. Los fines de semana hay unos 130 ó 140 chicos, y de lunes a viernes no están todos juntos: vienen, toman la leche y se van. No hay tanta concentración, y serán unos 80 ó 90”.
En las tareas diarias colaboran algunas madres que mandan a sus hijos al comedor. Se trata de mujeres que cobran el plan Jefas de Hogar, y ayudan en la limpieza, la cocina, a servir las raciones y demás tareas.
El tema de la provisión merecería un capítulo aparte. En él están involucradas numerosas empresas, personas y actores sociales que colaboran y participan en la alimentación que se les brinda a los chicos. Betty detalla cómo consiguen las cosas: “La leche es una donación de la estancia Copello, que nos da 80 litros por semana. Esa leche va a Argenlac, en donde nos entregan la misma cantidad, pasteurizada, homogenei-zada y lista para consumir. YPF nos dona 24 kilos de carne por mes y tenemos algunos particulares que nos van dando uno, dos o tres kilos, y lo que falta lo compra la asociación. Fideos Fratamico nos dona fideos y harina, esa harina la llevamos a la cárcel donde nos hacen el pan. También tenemos ayuda de algunas panaderías. Hay gente que por ahí hace una fiesta y le sobra mucha mercadería entonces nos traen ese sobrante. Vamos recibiendo todo tipo de colaboraciones”.
De esta manera, se va formando la cadena de solidaridad que ayuda al comedor, y a través de él, a los chicos.
Más servicios

Dentro del comedor Hermana Concepción, el almuerzo y la merienda son solamente una parte de las prestaciones que ofrecen al barrio.
“La asociación, a través de una donación de Famyl, les paga a los niños el transporte para ir a la escuela”, destaca Betty. Además, les dan útiles escolares.
También reparten ropa que reciben de particulares que ya no usan, aunque aclaran que siempre se trata de prendas o zapatillas que están en buenas condiciones, ya que uno de los requisitos que solicitan a los donantes es que den ropa en buen estado.
Dentro del mismo inmueble, se dictan varios cursos: hay un taller de computación, apoyo escolar y alfabetización para adultos, todo dictado por profesores conseguidos a través del área de Bienestar Social del Municipio.
“Y desde el mes de mayo -comenta Betty-, a través de un acuerdo que se hizo entre la UNNOBA, Bienestar Social y la asociación ‘A tiempo’, se puso en marcha ‘La casita del saber’, que es una ludoteca en donde se trabaja con profesores de La Plata que hacen apoyo e inte-ractúan con las maestras jardineras, que están aquí todos las tardes. Hay docentes que vienen a leer cuentos, profesores de educación física y demás”. Todas estas actividades, a excepción de la alfabetización para adultos, están destinadas a los niños de la zona.
Por otra parte, en el lugar funciona un consultorio médico odontológico, con el sillón correspondiente, materiales, instrumental y medicamentos. Dos días a la semana se hace odontología y otros dos, medicina. Betty recalca que “los profesionales vienen ad honorem”.

A tiempo

En todo momento, Betty destaca que no es ella la única que hace todo, sino que hay mucha gente detrás de este proyecto, que son todos los que pertenecen a la asociación A tiempo. Esta organización se dedica, especialmente, a la ayuda social a niños y adultos mayores.
Aparte del comedor para chicos, la asociación compra 50 bolsones de mercadería que reparten a personas de la tercera edad que no reciben ningún tipo de ayuda. Según los dichos de Betty, la organización cuenta con algo más de 15 personas y tienen más de 200 socios adherentes que pagan una cuota mensual para colaborar con ellos.
Para recaudar dinero organizan diferentes tipos de eventos. Por ejemplo, el viernes 23 de octubre harán un torneo de buraco y canasta en la Raza Irlandesa para recaudar fondos.
Una de las actividades que más trabajo les dio, y por la que mayores réditos obtuvieron, fue la de cuidar y acomodar autos cuando Argentino jugaba en la cúpula. Habían hecho un acuerdo con los dirigentes mediante el cual, de los dos pesos por auto que se cobraban, uno era para la asociación y el otro para el club.
Lo recolectado por ese trabajo sirvió, en gran medida, para finalizar la ampliación del comedor.
Está claro que la tarea que llevan adelante es muy importante, pero también muy sacrificada. Y a veces no es sencillo lograr la colaboración de la ciudadanía.
“Te diría que es difícil conseguir ayuda. Tal vez nosotros no hacemos mucha propaganda entonces no se sabe todo lo que hacemos. Quizás tendríamos que habernos dado a conocer más y mostrarle a la gente cómo es el comedor que ellos están apoyando”, concluye Betty.

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